‘Gaslit’, los cómplices, héroes y lunáticos del ‘caso Watergate’
Julia Roberts y Sean Penn protagonizan una serie que combina comedia y ‘thriller’ político para contar el escándalo que supuso la caída de Nixon desde el punto de vista de los personajes secundarios
Cuando Nixon murió, en 1994, la madre del guionista y director Robbie Pickering, entonces un niño de unos ocho años, siguió las noticias por la televisión desde Jersey Village, la pequeña ciudad de Texas donde vivían. No paraba de llorar. Su hijo le preguntó por qué lloraba. “Me miró y me dijo: ‘ese hombre fue un incomprendido. Era un gran hombre, y los liberales le hicieron esto y aquello”. Desde entonces, Pickering ha estado obsesionado con esa figura de la que hasta ese momento solo sabía ...
Cuando Nixon murió, en 1994, la madre del guionista y director Robbie Pickering, entonces un niño de unos ocho años, siguió las noticias por la televisión desde Jersey Village, la pequeña ciudad de Texas donde vivían. No paraba de llorar. Su hijo le preguntó por qué lloraba. “Me miró y me dijo: ‘ese hombre fue un incomprendido. Era un gran hombre, y los liberales le hicieron esto y aquello”. Desde entonces, Pickering ha estado obsesionado con esa figura de la que hasta ese momento solo sabía que había sido poco menos que el demonio y un mal presidente de su país. Aquel contraste quizá explique la mirada irónica que dirige al caso Watergate la serie de la que es creador, Gaslit, que la plataforma Starzplay estrena el 24 de abril.
“La atmósfera creada alrededor de Nixon es realmente el comienzo de una especie de cultura política estadounidense. Me fascinó la cultura de la corrupción que hay en torno a él”, dice Pickering en una entrevista por videollamada. Durante años intentó sacar adelante una serie sobre el 37º presidente de Estados Unidos, pero no encontró quien comprara su idea. Diez años después, el podcast Slow Burn, del periodista Leon Neyfakh, dedicado a diferentes escándalos políticos, centró su primera temporada en el Watergate y algunos de sus protagonistas en la sombra. Y ofrecieron a Pickering usar la producción sonora como fuente —entre otras muchas— para hacer una ficción televisiva que se estrena precisamente cuando los hechos que originaron uno de los mayores escándalos políticos de Estados Unidos está a punto de cumplir 50 años. “Escribí la serie durante los años de Trump, y me aferré a la idea de complicidad, por qué la gente elige ser cómplice incluso de hechos terribles, incluso aunque vaya en contra de sus principios. Las personas eligen hacer eso por ambición o porque buscan sentirse valoradas o por fanatismo. La gente tiene esa tendencia a ser cómplice en cosas que están mal, pero también tiene la capacidad de actuar heroicamente, no importa lo complejo o problemático que sea alguien, como le ocurrió a Martha Mitchell”, cuenta el guionista.
El matrimonio Mitchell es, precisamente, uno de los protagonistas de su historia. Él, John Mitchell (un casi irreconocible Sean Penn), era fiscal general del Estado con Nixon y miembro de su comité de reelección. Ella, Martha (una Julia Roberts con peluca cardada), era toda una celebrity habitual de los medios de comunicación que vivía rodeada de famosos y políticos, sobre los que conocía todos sus cotilleos. Su posición privilegiada hizo que fuera la primera en atar cabos y entender que los republicanos tramaban algo turbio contra los demócratas, toda una compleja trama de espionaje. Pero, cuando lo denunciaba, nadie la creía.
“La respuesta corta a por qué ocurrió eso es que era una mujer problemática”, dice Pickering. “Todo el mundo conoce la historia de John Dean [abogado y consejero de Nixon entre 1970 y 1973 que acabó testificando contra el expresidente, otro de los protagonistas de la serie] y Nixon y todos aquellos hombres que eran alcohólicos y adictos al sexo. Pero con una mujer que es alcohólica, que es demasiado ruidosa, que es demasiado obstinada, una mujer que no siempre dice lo más conveniente..., es fácil caer en la demagogia y decir que está loca e ignorarla hasta el punto de que incluso cuando hoy lees libros de historia sobre este asunto, después de que la propia historia haya reivindicado su lugar en el Watergate y se sepa que había contado la verdad todo el tiempo, esos libros siguen sin mencionarla. Solo mencionan lo problemática que era. La triste verdad de esto es que es más fácil hacerlo porque era una mujer”.
Otro de los personajes de esta serie es G. Gordon Liddy, interpretado por Shea Whigham. Fue el agente del FBI detrás de la operación de espionaje de la sede electoral del Partido Demócrata. “Lo más loco que descubrí preparando la serie es todo lo que rodea a G. Gordon Liddy. Me adentré en la oscuridad del personaje y, fíjate, podría escribir la historia más loca e increíble sobre él hasta el punto de pensar, ‘esto es demasiado absurdo’. Pues cuando leí todo lo que hizo, era todavía más surrealista de lo que podría haber escrito. G. Gordon Liddy estaba loco. La gente verá la serie y creerá que de ninguna manera este tipo podía ser así. Y estarán en lo cierto, era peor todavía. No había forma de llevarlo a la pantalla de forma creíble de lo lunático que era”.
Reparto de lujo
Gaslit consigue reunir en la pequeña pantalla un grupo de actores de lujo, que, además de los ya mencionados, completan Dan Stevens y Betty Gilpin como John Dean y su mujer Mo. Como cuenta su creador, el reparto empezó a formarse por el tejado. “Escribí el primer capítulo, y mis productores me preguntaron, ‘¿quién tienes en lo más alto de la lista?’ Y dije, ‘bueno, pues Julia Roberts, pero no se lo podemos mandar, nunca va a salir”. Uno de los productores de la serie es Sam Esmail, creador de Mr. Robot y con el que Roberts trabajó en la primera temporada de Homecoming, por lo que tenía vía directa con la protagonista de Pretty Woman. “Resulta que Julia Roberts dijo que sí, pero que solo tenía una petición, que era actuar con Sean Penn, de quien es amiga desde hace cuatro décadas. Y luego, claro, todo el mundo quería actuar con ellos dos, así que el resto fue más fácil”, resume Pickering.
Cuando se piensa en películas que han tratado el escándalo que terminó con la presidencia de Richard Nixon vienen a la memoria thrillers políticos, dramáticos y sesudos, al estilo de Todos los hombres del presidente (1976) o El desafío. Frost contra Nixon (2008). Sin embargo, Gaslit ha optado por una mirada distinta, más personal a los personajes secundarios del caso, trepas dispuestos a todo, fanáticos acérrimos pero también héroes en la sombra, personas sin las que aquellos delitos no podrían haberse cometido y tampoco habrían terminado saliendo a la luz. Una mirada más humana y cercana, y también con más humor. “En realidad, cuando escribía la serie no pensaba en el tono, los guionistas solo pensábamos en contarlo con honestidad. Cuando estás escribiendo sobre alguien en la cima del Gobierno haciendo cosas terribles por ambición, trataba de recordar cómo era yo con 20 años y las cosas vergonzantes que hice. Esa era la perspectiva personal que queríamos incorporar a la serie. Por eso no se puede evitar ser divertido, porque la gente es divertida. Hacemos cosas por razones muy tontas. Al final, todos somos un poco imbéciles”.
Atracción por el Watergate
Esta no será la única serie que este año se adentrará en el caso Watergate. HBO tiene en cartera para estrenar en 2022 The White House Plumbers, con Woody Harrelson, Justin Theroux, Lena Headey y Domhall Gleeson como protagonistas. Será una miniserie de cinco episodios basada en los registros públicos de lo que pasó en 1972 y que contará cómo E. Howard Hunt y G. Gordon Liddy fueron los responsables de que la presidencia de Nixon, que querían proteger a cualquier precio, terminara de la peor forma posible. ¿Por qué esa atracción tanto del cine como de la televisión por un escándalo que tuvo lugar hace ya medio siglo? “Creo que es porque, en la psique de Estados Unidos, fue uno de esos momentos en la historia del país en los que los poderosos tuvieron que rendir cuentas de verdad”, dice Robbie Pickering. “No es que Watergate solo haya habido uno, estas cosas siguen pasando. Pero los poderosos han encontrado más y más formas astutas de librarse de los problemas, ya no les da ninguna vergüenza. Echando la vista atrás sobre ese momento, forzamos que Nixon saliera del Gobierno. Le pillamos. El sistema estadounidense funcionó”, concluye.
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