Los nuevos robots europeos podrían convertirse en los mejores aliados de los trabajadores, en lugar de ocupar sus puestos
Llegan máquinas más sofisticadas cuyo desarrollo se centra en garantizar que vayan a servir de ayuda a los empleados
Durante décadas, la presencia de robots en los lugares de trabajo ha sido una fuente de preocupación para la ciudadanía por el temor a que sustituyan el trabajo humano y aumenten el desempleo. Ahora, con la creación de robots más sofisticados y humanoides, el panorama está cambiando y ya hay quienes los consideran prometedores compañeros de trabajo en vez de indeseables competidores.
Un ejemplo es el de la empresa ita...
Durante décadas, la presencia de robots en los lugares de trabajo ha sido una fuente de preocupación para la ciudadanía por el temor a que sustituyan el trabajo humano y aumenten el desempleo. Ahora, con la creación de robots más sofisticados y humanoides, el panorama está cambiando y ya hay quienes los consideran prometedores compañeros de trabajo en vez de indeseables competidores.
Compañeros ‘Cobot’
Un ejemplo es el de la empresa italiana de automatización industrial Comau. Esta empresa ha desarrollado un robot que puede colaborar con el personal y, a la vez, mejorar su seguridad en los entornos de salas blancas más estrictos de la industria farmacéutica, cosmética, electrónica, alimentaria y de bebidas. Esta innovación se ha bautizado como robot colaborativo o cobot.
El cobot de Comau es un brazo robótico diseñado para llevar a cabo tareas de manipulación y ensamblaje, que pasa de una velocidad industrial a un modo de velocidad reducida cuando una persona entra en el área de trabajo. Esta nueva característica permite usar un solo robot en vez de dos, lo que maximiza la productividad y brinda protección al personal.
“Ha supuesto todo un avance al permitir un doble modo de funcionamiento”, afirma Sotiris Makris, experto en robótica de la Universidad de Patras (Grecia). “Se puede utilizar como robot convencional o el propio personal puede ir cambiándolo de posición para servirse de él como dispositivo de asistencia cuando está en modo colaborativo”. Makris fue el coordinador del recién finalizado proyecto SHERLOCK, financiado por la UE, que exploró nuevos métodos para combinar con seguridad las capacidades humanas y las de los robots desde un ámbito de la investigación a menudo pasado por alto: el bienestar psicológico y social.
Creatividad e inclusividad
La robótica puede ayudar a la sociedad liberando a las personas de las tareas más repetitivas y tediosas para que puedan dedicarse a actividades más creativas. Además, las tecnologías robóticas que pueden colaborar eficazmente con las personas, podrían hacer que los lugares de trabajo fueran más inclusivos, por ejemplo, ayudando al personal con discapacidad.
Es importante aprovechar estas oportunidades a medida que cambia la estructura y el perfil de edad de la mano de obra europea. Por ejemplo, la proporción de personas empleadas en la UE de entre 55 y 64 años aumentó del 12,5 % en 2009 al 19 % en 2021. Junto a esta dimensión social, también existe un beneficio económico derivado de una mayor eficiencia industrial, lo que pone de manifiesto que ninguna de las dos esferas, la humana y la robótica, ha de ir necesariamente en detrimento de la otra.
“Debido a los nuevos avances en robótica, la competencia es cada vez mayor en todo el mundo”, afirma Makris. “Esto hace un llamamiento a la acción y a la mejora continua en Europa”. Makris pone de ejemplo los robots humanoides que está desarrollando Tesla, el fabricante de automóviles dirigido por Elon Musk. Otros desarrollos en curso son la robótica vestible, los miembros biónicos y los trajes exoesqueleto, que prometen mejorar las capacidades de las personas en sus lugares de trabajo.
Sin embargo, el rápido avance de la robótica plantea grandes retos a la hora de garantizar su integración efectiva en el lugar de trabajo y que se satisfagan las necesidades individuales de las personas que trabajan con ella.
Un caso para SHERLOCK
SHERLOCK también ha estudiado el potencial de los exoesqueletos inteligentes para ayudar a los trabajadores a transportar y manipular piezas pesadas en lugares como talleres, almacenes o sitios de montaje. Recurrieron a sensores vestibles (wearables) e inteligencia artificial para controlar y seguir los movimientos humanos.
Con esta información, lo que se pretende es que el exoesqueleto se adapte a las necesidades de la tarea específica, al tiempo que ayuda a quien lo lleva a mantener una postura ergonómica en el trabajo para evitar lesiones.
“El uso de sensores para recopilar datos sobre el desempeño del exoesqueleto nos ha permitido ver y comprender mejor la condición humana”, indica Makris. “Ahora disponemos de prototipos que muestran cómo hay que seguir rediseñando y desarrollando los exoesqueletos en el futuro, en función de los distintos perfiles de usuarios y de los diferentes países”.
El proyecto SHERLOCK, que acaba de finalizar tras cuatro años, ha reunido a 18 organizaciones europeas de múltiples países, desde Grecia hasta Italia y el Reino Unido, dedicadas a diferentes ámbitos de la robótica. El amplio espectro de participantes permitió que el proyecto reuniese a una gran variedad de perspectivas, lo que, según el Dr. Makris, también fue beneficioso teniendo en cuenta las diferentes normativas nacionales sobre integración de la tecnología robótica.
Como resultado de la interacción entre estos sistemas robóticos y los humanos, el software se encuentra en una fase lo suficientemente avanzada como para orientar los “futuros desarrollos sobre los tipos de características que deben presentar estos robots y sobre cómo debe diseñarse el lugar de trabajo”, apunta Makris.
Las manos de siempre con herramientas nuevas
CO-ADAPT, otro proyecto financiado por la UE que finalizó este año, ha hecho uso de cobots para ayudar a las personas de más edad a desenvolverse en los lugares de trabajo digitalizados.
El equipo del proyecto desarrolló una estación de trabajo adaptable equipada con un cobot para ayudar al personal en tareas de ensamblaje, como la fabricación de un teléfono, un coche o un juguete; en definitiva, a combinar, durante un proceso de fabricación, cualquier conjunto de piezas individuales hasta obtener un producto acabado. La estación puede adaptar la altura y la iluminación de la mesa de trabajo a las características físicas y habilidades visuales de cada persona. También incluye otras funciones, como las gafas de seguimiento ocular, que recogen información sobre la carga de trabajo mental.
Según afirma el profesor Giulio Jacucci, coordinador de CO-ADAPT e informático de la Universidad de Helsinki (Finlandia), esto aporta información valiosa sobre las necesidades de todo tipo de personas. ”En función de las habilidades de cada uno, existen diferencias interesantes en cuanto al trabajo que debe hacer la máquina y el que debe hacer la persona, así como a la cantidad de orientación que debe aportar la máquina y el modo de hacerlo”, explica Jacucci. “Se trata de un trabajo importante en el que se abordan los aspectos esenciales de su funcionamiento”, añade.
Sin embargo, los lugares de trabajo equipados con cobots que puedan aprovechar y responder plenamente a los estados mentales de las personas en la vida real podrían estar todavía a varios años de distancia, indica Jacucci: “Es muy complejo porque, además de todo lo que concierne la parte mecánica, se intenta comprender el estado de las personas a partir de su condición psicofisiológica”.
Al mismo tiempo, dado que las nuevas tecnologías pueden utilizarse de forma mucho más sencilla para mejorar el lugar de trabajo, CO-ADAPT también ha explorado la digitalización de forma más amplia.
Turnos de trabajo inteligentes
Uno de los ámbitos de estudio ha sido el software de “programación inteligente de turnos de trabajo”, que organiza los periodos de trabajo de las plantillas en función de sus circunstancias personales. Se ha demostrado que este enfoque reduce las bajas por enfermedad, el estrés y los trastornos del sueño entre el personal de la asistencia social y la sanidad.
“Es un ejemplo fantástico de cómo puede mejorarse la capacidad de trabajo al usar conocimientos empíricos sobre la asignación de turnos basados en el bienestar”, explica el profesor Jacucci. El informático destaca la importancia de centrarse en las personas para lograr un futuro que integre bien las herramientas digitales y la robótica: “Pongamos que tienes que colaborar con un robot en una tarea de ensamblaje, ¿debería el robot conocer tus habilidades cognitivas y otras capacidades? ¿Cómo os dividiríais la tarea?”, añade.
Esencialmente, lo que el proyecto intenta transmitir es que todavía existen muchas posibilidades de mejorar y enriquecer los entornos de trabajo. “Demuestra que hay muchísimo potencial aún por explotar”, concluye Jacucci.
La investigación descrita en este artículo ha sido financiada con fondos de la UE. Artículo publicado originalmente en Horizon, la Revista de Investigación e Innovación de la Unión Europea.
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