Grover: la plataforma que ofrece móviles u ordenadores en alquiler aterriza en España
La compañía ofrece la posibilidad de arrendar durante uno, tres, seis y 12 meses todo tipo de dispositivos
Una mudanza tuvo la culpa. Mientras Michael Cassau (Moscú, 36 años) desembalaba cajas, por su cabeza pasaron infinidad de pensamientos. Cuántos muebles necesitaba para decorar el apartamento, si le seguirían gustando en dos o tres años, si los usaría, el crédito que tendría que pedir y cuánto tiempo estaría pagándolo… Y aquí su cabeza hizo como un clic. En aquel instante, surgió la idea de Grover. Una plataforma concebida para el alquiler de tecnología mediante suscripción. Como exp...
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Una mudanza tuvo la culpa. Mientras Michael Cassau (Moscú, 36 años) desembalaba cajas, por su cabeza pasaron infinidad de pensamientos. Cuántos muebles necesitaba para decorar el apartamento, si le seguirían gustando en dos o tres años, si los usaría, el crédito que tendría que pedir y cuánto tiempo estaría pagándolo… Y aquí su cabeza hizo como un clic. En aquel instante, surgió la idea de Grover. Una plataforma concebida para el alquiler de tecnología mediante suscripción. Como explica a EL PAÍS por videollamada Cassau, su fundador y CEO, el mobiliario nada tiene que ver con un teléfono inteligente, pero el concepto de renting funciona de la misma manera. “La sociedad no quiere tener cosas físicas en propiedad. Prefiere pagar por la experiencia y el valor de lo que usa”, asegura.
Aquello era 2015. Apenas seis años después, su proyecto esbozado entre cartones se ha convertido en una startup que ha crecido con fuerza en Alemania, Holanda y Austria; y que, desde el mes pasado, opera en España. El modelo no presenta grandes misterios. Un catálogo de más de 500 productos tecnológicos—el 60% copado por smartphones y ordenadores— al que el usuario accede a través de la web o la aplicación y que se alquilan por uno, tres, seis o 12 meses. Incluso una vez finalizada la suscripción cabe la posibilidad de adquirir el dispositivo o seguir pagándolo mensualmente. “La tecnología ha de ser asequible para cualquier persona. Facilitarle el acceso, con precios competitivos”, añade Cassau.
Por ejemplo, si alguien desea un iPhone 12 Pro, la cuantía oscila desde los 124,90 euros por un mes hasta los 54,90 euros cada mes si se alquila todo el año. Así con cualquier producto. Cuanto más tiempo dure el renting, más barato. La mensualidad incluye una póliza que cubre el 90% de los costes de reparación en caso de daños accidentales, como roturas de pantalla o defectos técnicos. Si se demuestra que el dispositivo venía estropeado de serie, Grover se encarga por completo de facilitar uno nuevo o reparar el alquilado. “Una vez dado de alta en la plataforma, basta con indicar los datos de envío y de pago y hacer el pedido. En un máximo de tres días lo recibes en el domicilio”, detalla Cassau.
De acuerdo con los últimos datos ofrecidos por la compañía, cuenta con más de 150.000 suscriptores activos, emplea a unos 200 trabajadores y ha captado una financiación cercana a los 350 millones de euros. La pandemia, al igual que ha sucedido con la inmensa mayoría de tecnologías, ha disparado el negocio. En comparación con 2019, Grover creció un 220% durante el año pasado. Su fundador y CEO comprende la ventaja que ha ofrecido un virus capaz de trasladar al mundo digital toda la actividad económica y social. Sin embargo, su discurso apunta también hacia el consumo circular. “La gente tira o deja utilizar los dispositivos enseguida. Y esto tiene un gran impacto medioambiental”, sostiene.
Una encuesta realizada por la propia startup en Alemania demostró que el 81% de los ciudadanos tiene al menos un dispositivo sin usar en casa; y una de cada tres personas eleva el número hasta cinco. Obviamente, Cassau busca justificar su modelo de negocio, pero no invalida el problema creciente de la basura electrónica. Según el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas, generamos cerca de 50 millones de toneladas de desechos al año. Y con el agravante de que la mayoría son materiales peligrosos para la salud y el medio ambiente, como el plomo, el cadmio o el mercurio, al no tratarlos con un sistema de reciclaje óptimo.
La moda del pago por uso
La llegada de Grover a España no es para nada casual. Al margen de los planes de expansión, que Cassau limita por el momento a países occidentales, los modelos de suscripción y renting cotizan al alza entre los usuarios españoles. En el mercado de coches, las matriculaciones por esta modalidad se han incrementado en el último año un 39%, según los datos aportados por la Asociación de Española de Renting de Vehículos. Una tendencia perceptible también en el sector audiovisual. Netflix superó la barrera de los cuatro millones de suscriptores el año pasado y Spotify aumentó un 17% los usuarios de pago en comparación con 2019.
La aparente madurez del modelo de negocio ha abierto más posibilidades para una compañía como Grover. Cassau tiene en mente introducir nuevas formas de suscripción. Comenta que sería interesante, sobre todo para los más fieles, una tarifa plana de alquiler. “Así podrían cambiar permanentemente de productos y sin variar el precio. Daría igual el dispositivo que contrataran”, precisa. La otra idea que ronda su cabeza es la de incorporar servicios financieros dentro de la plataforma. Entiende que los créditos al consumo implican generalmente unas condiciones abusivas, tal y como le sucedió durante la mudanza que originó la empresa. “Podemos facilitar algunos productos financieros interesantes, pero ya en el largo plazo”, zanja.
Pese a que Cassau no proporciona cifras concretas con respecto a cómo ha sido la acogida de la startup en España, sí se atreve a afirmar que ha sido el lanzamiento más exitoso en toda su historia. “Invertiremos más en este mercado después de lo visto en estas pocas semanas”, concluye. Aún queda por comprobar si los buenos augurios se cumplen o si el crecimiento en el que anda inmerso contribuye a que la tecnología resulte de verdad accesible para cualquier bolsillo. En especial en un contexto en el que vivimos digitalmente, casi sin opción a renunciar al mundo online.
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