Adiós al trato preferencial: el 20 de enero Trump pasará a ser un usuario corriente de Twitter

El presidente ha aprovechado su estatus de líder político para difundir sin filtros mensajes de supuesto interés público hasta que su red social favorita decidió suspender su cuenta

La cuenta personal de Twitter de Donald Trump perderá su estatus privilegiado el 20 de enero. (Robyn Beck / AFP)ROBYN BECK (AFP)

Han sido cuarto años gobernando a golpe de tuit. Donald Trump ha dirigido Estados Unidos sin despegarse de Twitter, desde donde ha decidido asuntos de Estado, proferido insultos a sus enemigos e incitado a la violencia y al desorden. Su cuenta personal, @realDonaldTrump, se ha convertido en un canal de comunicación que mezcla asuntos gubernamentales y personales compartidos sin filtros, pero con cierta protección. Twitter amparó durante mucho tiempo la cuenta de Trump bajo la premisa de que los mensajes de los líderes mundi...

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Han sido cuarto años gobernando a golpe de tuit. Donald Trump ha dirigido Estados Unidos sin despegarse de Twitter, desde donde ha decidido asuntos de Estado, proferido insultos a sus enemigos e incitado a la violencia y al desorden. Su cuenta personal, @realDonaldTrump, se ha convertido en un canal de comunicación que mezcla asuntos gubernamentales y personales compartidos sin filtros, pero con cierta protección. Twitter amparó durante mucho tiempo la cuenta de Trump bajo la premisa de que los mensajes de los líderes mundiales tienen interés público. Sin embargo, el torrente de denuncias no demostradas sobre un supuesto fraude electoral y su papel instigador en el asalto al Capitolio terminó por arrasar estas barreras. La red empezó por etiquetar muchos de sus tuits, eliminó finalmente este miércoles tres de ellos y suspendió su cuenta durante 12 horas. Twitter tendrá más fácil actuar a partir del 20 de enero, cuando se lleve a cabo la transición del poder y el presidente pase a ser un usuario más. Entonces ni Trump ni Twitter serán lo mismo.

De @POTUS a @realDonaldTrump

Trump empezó su presidencia, el 20 de enero de 2017, poniendo fin a algunas costumbres del mandato anterior en la gestión de las redes. La primera fue la de negarse a utilizar solamente la cuenta oficial que Twitter había creado para el presidente de Estados Unidos, @POTUS (por las siglas en inglés de President Of The United States), como su canal de comunicación oficial y continuar tuiteando, a su manera, desde su cuenta personal.

La cuenta @POTUS fue creada precisamente para evitar lo que Trump ha representado en este mandato: hacer invisible la línea que separa lo personal y lo profesional, entre el ciudadano y el cargo oficial que ostenta. La cuenta había sido creada con la llegada del expresidente Barack Obama, predecesor de Trump, al poder en 2009.

Durante la administración de Obama, Twitter quiso oficializar los mensajes emitidos desde la presidencia y centralizarlos en un solo canal. Parecía una buena idea. Y funcionó. En 2017, cuando el demócrata dejó el cargo, se hizo una nueva cuenta para Trump y la que había gestionado el equipo de Obama pasó a llamarse @POTUS44, en referencia al número de su presidencia. La transición del poder en redes había sido fácil y limpia. Pero se rebeló contra el camino que le habían marcado. El republicano llegó a la presidencia con una cuenta personal muy popular que crecía a pasos de gigante. Cuando anunció su candidatura a la presidencia en 2015, Trump tenía 2,98 millones de seguidores. La cifra aumentó a 13 millones cuando ganó la elección en noviembre del 2016. Este viernes le siguen 88 millones. En toda su presidencia, el republicano ha sextuplicado la cantidad de seguidores.

@POTUS siguió utilizándose como canal oficial, pero con un alcance mucho menor y actualmente tiene 33 millones de seguidores, menos de la mitad de los que tiene @realDonaldTrump. A partir del 20 de enero, Twitter ha anunciado que repetirá el proceso y que este se hará automáticamente: la cuenta de @POTUS pasará a manos del equipo del próximo presidente Joe Biden y la cuenta de seguidores comenzará con cero. Como hizo con Obama, la red social creará otra cuenta, @POTUS45 (en referencia al número de la presidencia del republicano), en la que estarán todas las publicaciones realizadas durante el mandato de Trump que pasarán a formar parte de la Administración Nacional de Archivos y Documentos (NARA, en inglés). El reseteo de las cuentas también afectará a la del vicepresidente, @VP, que pasará de Mike Pence —quien sí hace uso de esta cuenta— a manos de la senadora y vicepresidenta electa, Kamala Harris; a la de la nueva primera dama, @FLOTUS; y a la de la secretaría de prensa de la Casa Blanca, @PressSec.

Protección en la red

Trump contribuyó en cierta medida a que la plataforma de Jack Dorsey experimentara un resurgimiento de usuarios y recobrara la importancia que había perdido en el terreno de las redes sociales frente a otros gigantes como Facebook, Instagram y WhatsApp. Pero la red tuvo que hacer algunas concesiones, entre ellas incluir su cuenta personal bajo el estatus de protección que la red otorga a las cuentas de los “líderes mundiales” por considerar que sus publicaciones tienen un claro valor de interés público. Una protección que ha puesto a prueba —y de cabeza— a la compañía en múltiples ocasiones. Más de las que pudieron imaginar y controlar.

La cuenta @realDonaldTrump gozaba así, al menos hasta este miércoles, de ventajas. Por ejemplo, ni sus publicaciones ni la propia cuenta podían ser eliminadas a pesar de violar las normas de convivencia. “El enfoque de Twitter hacia los líderes mundiales, candidatos y funcionarios públicos se basa en el principio de que las personas deberían poder ver lo que sus líderes dicen en un contexto claro (…) Este marco de política se aplica a los líderes mundiales actuales y a los candidatos a cargos públicos, y no a los ciudadanos privados cuando ya no ocupan estos puestos”, explicó en su momento la red social a través de un comunicado.

Sin embargo, esto no significaba que Trump —o cualquier líder mundial— pudiera publicar lo que se le diera la gana sin afrontar las consecuencias. A principios del 2020, tras tres años de polémicas, Twitter decidió modificar su política. En noviembre se llevarían a cabo las elecciones presidenciales y se temía que las redes pudieran contribuir al caos. La pandemia por el coronavirus que aterrizó en Occidente en marzo también presionó a las plataformas sociales para endurecer sus políticas de publicación.

Con las nuevas normas, los tuits de cualquier usuario —incluso de los protegidos— podían ser etiquetados por desinformación o discurso de odio. La red comenzó a colocar alertas en las publicaciones, cuando consideraba que estas podían contener bulos, llamar a la violencia y propagar teorías de conspiración. Sucedió con todo tipo de usuarios. Desde Miguel Bosé hasta Trump. En casos extremos, la red también sancionaría a aquellas cuentas que promovieran el terrorismo, realizaran amenazas directas de violencia contra individuos, subieran información privada de otras personas o se involucraran en actividades de abuso infantil. Y esa amenaza se hizo realidad cuando cientos de manifestantes irrumpieron en el Capitolio para forzar que el Congreso no declarara la derrota de Trump.

Después del asalto

En medio del caos, mientras miles de sus seguidores invadían el Capitolio, Twitter actuó contra Trump. “Hemos estado restringiendo significativamente la interacción con los tuits etiquetados bajo nuestra Política de Integridad Cívica debido al riesgo de violencia. Esto significa que estos tuits etiquetados no podrán ser respondidos, retuiteados ni recibir un me gusta”, dijo la compañía a través de un comunicado. Horas más tarde, la red decidió eliminar tres tuits de Trump definitivamente de su plataforma y suspender su cuenta personal durante 12 horas. La compañía también amenazó con suspender “permanentemente” de la plataforma a Trump si volvía a violar las reglas.

El video en el que Trump avivaba el "fraude electoral" y pedía a los manifestantes "regresar a casa" tras haber invadido el Capitolio, fue retirado de Twitter.EL PAÍS (EL PAÍS)

Los tres tuits eliminados y otros cinco etiquetados por “contener información que podría ser falsa” fueron, según medios estadounidenses, una de las causas que desataron el caos en el edificio que alberga la cámara del Congreso y del Senado. Por primera vez desde que entró en vigencia su sistema de alertas para luchar contra la desinformación y las noticias falsas en la plataforma, Twitter etiquetó un vídeo del Trump con este mensaje: “Esta reclamación de fraude electoral es cuestionable, y este tuit no puede ser respondido, retuiteado o recibir un me gusta ante el riesgo de que fomente la violencia”. En el vídeo, el presidente pedía a los manifestantes que “regresen a casa” pero añade que “la elección ha sido robada” a los republicanos y que “eso es algo que todos saben, incluso los del otro bando”. Luego procedió a eliminarlo de la plataforma y más tarde a bloquear temporalmente la cuenta. Facebook fue más allá y este jueves suspendió sus perfiles en la red social e Instagram al menos hasta que se complete la transición política.

El presidente se quedaba más solo que nunca. Silenciado por quien, indirectamente, había sido su principal aliado de comunicación durante su Gobierno.

Trump se llevará de su polémica presidencia 88 millones de seguidores. Dada su preferencia por la red social y su forma de actuar, es probable que continúe siendo uno de los personajes más importantes en el mundo de Twitter. Pero, a partir del 20 de enero pasará a ser un ciudadano corriente. Y será más fácil que su cuenta, la de un usuario normal, sea suspendida ―temporal o definitivamente― que la de un presidente de Estados Unidos.

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