Autonomía a golpe de clic para las mujeres rurales
Digitalizadas es un proyecto que facilita a este grupo de personas formación gratuita en competencias tecnológicas para promover su independencia y participación
Si confinamiento fue la palabra elegida por la Real Academia de la Lengua para sintetizar el año 2020, aislamiento podría ser la emoción más transitada. En el pódium estarían también el miedo, la incertidumbre, la extrañeza o la nostalgia, pero no hay sensación negativa que no se magnifique cuando una persona vive aislada lejos de los ritmos de la gran ciudad.
Y desde el aislamiento de un confinamiento global, a millones de personas en todo el mundo les tocó vivirlo por partida doble: sin saber cómo acercar distancias con sus seres queridos, sin abrazos virtuales, sin un “Hola, ¿cómo estás?” de un mensaje de WhatsApp, sin la posibilidad de ver las caras de ninguno de sus familiares por el simple hecho de no saber usar las herramientas adecuadas.
Pero como en todo, en el aislamiento también hay niveles. Entre otras muchas cosas, la pandemia ha dejado al descubierto las costuras de lo que ya era una realidad global: según ONU Mujeres, la mayor parte de los 3.900 millones de personas no conectadas a Internet en el mundo son mujeres de los entornos rurales más pobres y que no tienen las herramientas ni la formación necesarias para aprovechar la conexión digital. “El no acceder a las nuevas tecnologías, limita su poder de generar economía y transformación y, sobre todo, limita su participación y su conocimiento”, explica Yolanda Rueda, presidenta y fundadora de Cibervoluntarios.
Para tratar de reducir el grosor de la enorme brecha de género dentro de la digital, hace cinco años surgió Digitalizadas, un proyecto impulsado por la Fundación Mujeres, Fundación Google.org y Fundación Cibervoluntarios, que busca dar acceso a las mujeres de entornos rurales a las competencias digitales que les permitan desde comunicarse a través del correo electrónico o WhatsApp a crear y promover sus propios negocios en un entorno digital. En definitiva, una herramienta para generar autonomía e independencia por la que ya han pasado más de 6.000 mujeres en España.
Salir del aislamiento para encontrarse con el mundo
Cuenta Yolanda que la primera vez que abrió una ventana a Internet sintió que se le abrían las puertas al mundo: una oportunidad para aprender, para conocer, para viajar, para evolucionar… En un solo golpe de clic. A partir de ahí, su realidad se instaló en el mundo digital y empezó a organizar encuentros tecnológicos, a fundar empresas… Hasta que, alrededor de 2001, escuchó por primera vez el concepto de brecha digital. “Si a mí me había abierto todo un mundo de posibilidades, no me parecía coherente que la tecnología pudiese generar esa brecha. Yo quería que todos vivieran ese clic para abrir esa ventana al mundo, y por eso fundé Cibervoluntarios”.
Ahora, unos 20 años después, la organización sigue luchando contra ese concepto de brecha digital y hoy, según el Financial Times, representa una de las cien entidades referentes a nivel internacional que están generando mayor transformación en Europa.
“Nosotros lo que queremos es seguir facilitando la vida de las personas a través de la tecnología, y lo hacemos mediante una red de 1.500 cibervoluntarios con la que llegamos a cerca de 35.000 personas cada año. Lo hacemos trabajando de forma colaborativa, inclusiva, cocreando, ayudando a los demás y estableciendo un diálogo horizontal”, explica.
Tan horizontal que muchas de las personas que pasan por la organización para recibir formación acaban formando a otras personas. Porque la base sobre la que se asienta todo Internet, desde que nació, tiene que ver con esa maravillosa actitud de compartir conocimiento sin esperar nada a cambio.
“No queremos resolver problemas, queremos enseñar a que lo resuelvan las personas a través de herramientas tecnológicas”, cuenta Yolanda Rueda
Aprender para enseñar
En su camino migratorio hacia Francia, Papa Balla Ndong, uno de los formadores en Digitalizadas, acabó instalándose en Valencia donde conoció a su mujer y, de donde dice, ya nunca más quiso moverse. En unos años que fueron complejos –al principio, Papa se dedicaba a la venta ambulante como mantero– se encontró con Cibervoluntarios y con ellos accedió a una formación tecnológica que le ayudó a seguir adelante y evolucionar. Un tiempo después, él mismo se convirtió en voluntario de la organización ofreciendo formación en informática básica en distintos centros de mayores de la Comunitat Valenciana, sensibilizando sobre el ciberbullying en centros escolares o, más tarde, formando a mujeres en ámbitos rurales a través de Digitalizadas.
A Yolanda le gusta resaltar que en Cibervoluntarios lo importante es que todas las personas tengan las mismas oportunidades de conocer y utilizar las tecnologías como medio para mejorar sus vidas, para ser autosuficientes e independientes: “No queremos generar ningún tipo de dependencia, sino todo lo contrario, queremos que a raíz del aprendizaje de estas herramientas, puedan despegar. No queremos resolver problemas, queremos enseñar a que lo resuelvan las personas a través de herramientas tecnológicas”, matiza.
En uno de los talleres que Papa ofreció en Digitalizadas estaba Jennyfer Rojas, colombiana afincada en Masalavés, un pueblo de poco más de 1.500 habitantes en la provincia de Valencia. Jenny llegó al programa buscando herramientas que le permitieran generar recursos e ingresos desde su pueblo y sin tener que trasladarse continuamente a la ciudad. Poco después de terminar su formación ya había montado su propio negocio: una página web para buscar ofertas de vuelos en Internet. Hoy, Jenny y Papa coinciden como voluntarios y formadores en el programa, manteniendo el giro constante de la rueda que representa el voluntariado y que, ambos aseguran, les ha ayudado mucho a integrarse en la sociedad de la que forman parte.
“Gente de mi edad no tenía la opción y nunca la había tenido de descubrir lo que era un ordenador”, explica Rebeca, voluntaria del programa Digitalizadas, a quién van dirigidas sus clases
La amenaza constante de la vulnerabilidad digital
Para Rebeca, auxiliar de Enfermería, maestra de Educación Primaria y cibervoluntaria desde Ponferrada, en El Bierzo leonés, fue impactante encontrarse con mujeres de 30 años del entorno rural que apenas habían tenido contacto con la informática. “Muchas llegaban allí, y no te hablo de gente de 50 años, a quienes la tecnología les pilla un poco más mayor, sino gente de 30-35 años que me preguntaba dónde se encendía un ordenador o por qué había que tener el móvil. No sabían ni siquiera hacer un currículo ni nada. Teníamos que empezar de cero con ellas”, explica.
Con medios y apoyo, de la vulnerabilidad también se sale. Cuenta Rebeca que ver cómo las mujeres que pasan por sus talleres acaban emprendiendo pequeños negocios, o acceden a herramientas que antes ni siquiera conocían y que facilitan tanto sus vidas, a ella le ha hecho recuperar muchas cosas. “Digitalizadas me ha dado más confianza en mí misma, me aporta muchos valores que me dan las mujeres que vienen a buscar ayuda y, sobre todo, las gracias que me dan al final: ‘Me has ayudado’. Para mí es lo más importante. No hay palabras para describirlo”.
Y la rueda aprender-enseñar sigue rodando. “Yo siempre digo que tú no sabes lo que sabes hasta que no se lo enseñas a otra persona. Y eso es algo que muchos de los cibervoluntarios me dicen. Pensaban que no tenían conocimientos, pero cuando han dado lo poco o lo mucho que tienen a otro, les ha cambiado la vida”. Al contarlo, a Yolanda Rueda, que un día descubrió que había más mundo a través de una ventana de Internet, la sonrisa se le ilumina.
Escucha la historia
Contenido adaptado del vídeo de Yolanda
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(Intro) 3.900 millones de personas no están conectadas a Internet. La mayoría son mujeres de entornos rurales. El programa Digitalizadas lucha por acabar con esta brecha digital para fomentar la empleabilidad gracias a la labor de cientos de cibervoluntarios.
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(Yolanda) Para mí fue un sueño, en 1995, cuando alguien me dijo: ‘¡Mira aquí!’, y con un clic me abrió Internet.
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A partir de 2001, escuché hablar de la brecha digital y quería que todo el mundo viviera ese clic y abriera esa ventana al mundo.
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Por eso nació hace cinco años Digitalizadas, un programa de la Fundación Mujeres. Fundación Google.org y Fundación Cibervoluntarios.
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(Jenny) Actualmente yo vivo en un pueblo que se llama Masalavés. Es un pueblo muy pequeño. No se desarrollan actividades de enriquecimiento empresarial o del mundo digital.
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Y en medio de esa búsqueda llegué a Catarroja y encontré Digitalizadas, a través del apoyo del Ayuntamiento.
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Lo que me ofrecieron fue un taller en donde yo podía llevar un negocio del mundo local al mundo digital.
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(Yolanda) Digitalizadas es un programa que se centra en tres actividades básicas: aprender a usar el correo electrónico, la búsqueda activa de empleo y en herramientas para emprender.
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Ayudamos y facilitamos a las personas a que usen la tecnología para generar transformación e impacto social.
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(Jenny) Gracias al entrenamiento que recibí a través de Digitalizadas aprendí todas las plataformas gratuitas que nos ofrecen para poder, tú como emprendedor, poder sacar provecho de ello y ganar dinero.
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(Susana) Me dedico a la formación de inglés, vivo en una zona rural. La mayoría de mis alumnos son por Internet.
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A mí Digitalizadas me ha permitido conectarme con la red local en un entorno digital.
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He mejorado que he podido dar, como si estuviera presencial, cursos online.
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(Yolanda) Juntas ya hemos llegado a más de 5.000 mujeres a través de 600 talleres.
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Es que el mismo clic que hace 20 años me descubrió a mi Internet le está abriendo las puertas a que miles de mujeres, especialmente las más vulnerables, las que no tienen voz, usen la tecnología como esa palanca que las impulse, que las empodere y que las permita ser protagonistas y dueñas de su propio futuro.