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Trump vincula el paracetamol con el autismo, pese a que no hay evidencia científica

El Gobierno de EE UU aprueba la leucovorina como tratamiento para este transtorno en la infancia

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firma una orden ejecutiva en el Despacho OvalFoto: Ken Cedeno (Reuters) | Vídeo: Reuters

La Administración de Donald Trump cree que ha encontrado un posible vínculo entre el autismo y el consumo de paracetamol durante el embarazo. Aunque la comunidad médica pone en duda la solidez científica del supuesto hallazgo, el presidente estadounidense lanzaba su el antivacunas Robert F Kennedy. En el anuncio, la Administración Trump también apuntaba la aprobación de un medicamento, la leucovorina —utilizado hasta ahora contra algunas anemias y cánceres—, para este trastorno del neurodesarrollo, que afecta a la comunicación y la manera de relacionarse.

“El acetaminofeno (el principio activo del paracetamol) puede asociarse con un riesgo muy elevado de autismo”, ha asegurado el presidente estadounidense en el comienzo de una rueda de prensa en la sala Roosevelt en la que solo aceptó preguntas sobre las nuevas guías médicas. Trump no ofreció datos concretos sobre cómo la ciencia respalda las nuevas guías médicas. Tampoco lo hicieron sus asesores. Pero se mostraba concluyente: “recomendamos firmemente que las mujeres limiten su uso durante el embarazo a menos que sea necesario desde el punto de vista médico, como una fiebre muy alta”.

Y reiteraba una y otra vez: “si está embarazada, no tome Tylenol (la marca con la que se comercializa ese principio activo en Estados Unidos). No lo tome. No pasa nada. Quizá se sienta un poco incómoda, quizá no sea tan fácil, pero no lo tome. Y tampoco se lo dé al bebé una vez nacido”. Trump carece de formación médica, como él mismo reconocía, pero aseguraba que hablaba guiado por su mero “sentido común”.

“El aumento meteórico del autismo se encuentra entre los acontecimientos más alarmantes en la historia de la salud pública”, sostuvo, al asegurar que en dos décadas las cifras han crecido en un 400%. Cuando se produce ese tipo de escalada “sabes que es algo artificial, que es algo que están tomando”. El presidente también anunció una nueva iniciativa para la investigación sobre las causas del autismo, por la que los Institutos Nacionales de la Salud financiarán trece proyectos con más de cincuenta millones de dólares.

Pero los críticos a las nuevas recomendaciones apuntan que se basan en “información científica distorsionada”. “Esto probablemente lleve a culpar a los padres si a sus hijos se les diagnostica autismo, y a desalentar el uso seguro de medicamentos para controlar adecuadamente el dolor y la fiebre durante el embarazo”, apunta Mia Ives-Rublee, del think tank Center for American Progress. “El enfoque de Kennedy y Trump en ‘curar’ el autismo —una parte natural de la diversidad humana— es ofensivo, inexacto y estigmatizante", opina.

Desde el principio del nuevo mandato del republicano, Trump y Kennedy habían prometido nuevas revelaciones sobre las causas del autismo, una de las fijaciones del actual secretario de Salud y antiguo activista antivacunas, y uno de los grandes misterios del neurodesarrollo. Aunque la comunidad médica considera a grandes rasgos que el trastorno tiene una base genética, no está claro si hay factores que puedan desencadenarlo o acentuar sus características. Y, al tratarse de una condición genética, no sería tratable. Kennedy, una de las figuras más polémicas de la Administración Trump, ha planteado en el pasado un posible vínculo entre el autismo y algunas vacunas, dando pábulo a un estudio antiguo y ampliamente desacreditado entre la comunidad científica.

El paracetamol, comercializado en Estados Unidos bajo la marca Tylenol, es uno de los analgésicos de uso más extendido en todo el mundo. Los médicos lo consideran un medicamento seguro: las embarazadas pueden consumirlo sin riesgo en casos de dolor o fiebre, a diferencia de otros analgésicos que pueden tener efectos secundarios durante la gestación. No tratar esos síntomas también es peligroso: sin mitigarse, la fiebre o el dolor pueden acabar desencadenando presión alta en la madre -y, con ella, complicaciones como la preeclampsia-, defectos de nacimiento o incluso la pérdida del bebé.

Ahora, los representantes del Gobierno estadounidense recomendarán a las mujeres embarazadas no recurrir a fármacos que contengan acetaminofeno, excepto para casos de fiebre alta u otros síntomas que necesiten atajarse.

La Administración estadounidense también aprobará el tratamiento con leucovorina, una variante del ácido fólico empleada hasta ahora en algunos casos de anemia y ciertos cánceres, como un medicamento que puede contribuir a reducir los síntomas del autismo. El consumo de suplementos de ácido fólico durante el embarazo ya se recomienda desde hace décadas para prevenir malformaciones en la espina dorsal, como la espina bífida. Pero la leucovorina “es el primer camino de tratamiento reconocido por la Administración para la Alimentación y los Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para el autismo”, ha declarado el director de este organismo, Marty Makary, uno de los participantes en la rueda de prensa.

La agencia del medicamento estadounidense cita un estudio sobre el uso de la leucovorina en 40 pacientes afectados por un transtorno metabólico muy poco frecuente, conocido como deficiencia cerebral de folato, que puede causar una serie de síntomas neurológicos. Algunos de ellos se dan en personas autistas.

“El autismo puede ser debido a una reacción autoinmune a un receptor de folato en el cerebro que no permite que esta importante vitamina llegue a las células cerebrales”, sostenía Makary. “Cientos de miles de niños, en mi opinión, van a beneficiarse” del tratamiento.

Pero la comunidad científica opina que aún hacen falta más estudios para demostrar los beneficios de esta sustancia. “Las pruebas existentes en favor de la leucovorina como tratamiento o alivio de los síntomas autistas son notablemente prematuras. Solo ha habido un puñado de estudios muy pequeños y que presentan dudas metodológicas. No se deberían basar recomendaciones terapéuticas en estos indicios muy preliminares. Hace falta más investigación”, apunta por vídeoconferencia Brian Lee, de la Universidad Drexel y uno de los investigadores en un estudio en 2,5 millones de bebés suecos durante veinte años, publicado el año pasado y que descartó una conexión entre el paracetamol y el autismo.

En su intervención, Trump también se mostraba partidario de espaciar la administración de vacunas a los bebés como medida de prevención, algo que tampoco está respaldado por la evidencia científica. La semana pasada, el comité de vacunas de los Centros de Control de las Enfermedades (CDC), nombrado a dedo por Kennedy tras despedir en masa a los científicos que lo formaban, decidió dejar de recomendar la vacuna cuádruple viral, que protege contra la varicela, las paperas, el sarampión y la rubeola, y proponer en su lugar la triple vírica por un lado (contra las paperas, el sarampión y la rubeola) y por otro el compuesto contra la varicela.

Ningún estudio hasta el momento ha demostrado, tras años de investigación, un vínculo causal entre el acetaminofeno y el autismo. Algunos estudios sí sugieren una ligera asociación entre consumo de paracetamol y un incremento de la incidencia de autismo, aunque esa asociación no implica que lo primero desencadene lo segundo. No se conoce una única causa del autismo, un trastorno al que generalmente los expertos atribuyen una base genética y que se considera un espectro por la diversidad y la diferente intensidad de sus características de una persona a otra.

El Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (ACOG, por sus siglas en inglés) insiste en que el uso de Tylenol es seguro para las embarazadas y sus bebés. “No hay que asustar a las pacientes embarazadas sobre los muchos beneficios del acetaminofeno, que es seguro y una de las pocas opciones que las embarazadas tienen para aliviar el dolor”, sostiene en un comunicado el director de práctica clínica de esta asociación profesional, Christopher Zahn. “Los trastornos del neurodesarrollo, en particular, son multifactoriales y muy difíciles de asociar con una única causa”.

El diagnóstico de autismo no ha dejado de crecer en Estados Unidos en los últimos años. En 2020, lo recibía uno de cada 36 niños menores de ocho años; dos años más tarde, la cifra era de uno cada 31, según los datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Pero los médicos apuntan a que ese alza no se debe a que la incidencia haya crecido. Los factores del aumento son dos: por un lado, se han ampliado los criterios para incluir a una persona en el espectro. Por otro, se han expandido los mecanismos de detección temprana del autismo entre los niños.

El estudio de 2024 en el que participó el doctor Lee entre 2,5 millones de niños en Suecia no encontró ningún indicio de que el acetaminofeno fuera causante de autismo u otros trastornos del neurodesarrollo, como el déficit de atención e hiperactividad. Un año después, una revisión de 46 informes previos encontró un vínculo entre el contacto prenatal con ese fármaco y un mayor riesgo de esos síndromes, pero sus autores subrayaron que esas investigaciones no demuestran que el consumo del medicamento provocara el desarrollo de autismo: bebés expuestos a este fármaco no tuvieron mayor ni menor incidencia que sus hermanos no expuestos. Las conclusiones de aquel informe recomendaron que las mujeres embarazadas continúen recurriendo a esa medicina, aunque en las dosis más bajas posibles y durante el tiempo más corto posible.

“El autismo y otros transtornos del neurodesarrollo son altamente transmisibles genéticamente, y separar usuarios de paracetamol de no usuarios hace caso omiso de ese factor”, explica Lee.

Otros estudios en Europa y Japón apuntan que esos posibles vínculos aparentes pueden deberse en realidad a otros factores subyacentes, desde las condiciones medioambientales a la salud e historial genético de los padres.

Anticipándose al anuncio previsto en la Casa Blanca, Kenvue, la farmacéutica fabricante de Tylenol, también ha rechazado en un comunicado que su producto pueda resultar dañino e insta a las mujeres embarazadas a hablar con su médico antes de recurrir a ningún medicamento. Las acciones de la compañía se desplomaron en Bolsa a la espera de lo que pudiera declarar el presidente estadounidense: este lunes caían un 5,5%, para acumular una pérdida del 17% desde que el Wall Street Journal adelantó a principios de este mes los planes del Gobierno.

“El acetaminofeno es la opción más segura para aliviar el dolor en las mujeres embarazadas en cualquier momento que lo necesiten a lo largo de la gestación”, indica el comunicado de la farmacéutica. “Sin él, las mujeres afrontan opciones peligrosas: o sufrir (sin ayuda) síntomas como fiebre que son potencialmente dañinos tanto para la madre como para el bebé, o recurrir a alternativas que acarrean mayores riesgos”.

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