Sean Combs, detenido en Nueva York tras 10 demandas de acoso sexual, abusos y violación

El rapero conocido como Puff Daddy lleva meses siendo investigado por el FBI. Este lunes ha sido arrestado después de que un gran jurado presentara cargos, que todavía se desconocen

Sean Combs, también conocido como Puff Daddy o Diddy, en un retrato tomado en un hotel de Los Ángeles en junio de 2017.Chris Pizzello (AP)

Después de 10 demandas de acoso sexual, abusos y violación, de transcurrir casi un año desde que se conocen las muchas acusaciones por parte de sus declaradas víctimas, de vídeos explícitos donde se ve pegarle a sus víctimas, de registros de sus propiedades por parte del FBI e incluso de una condena de 100 millones de dólares, el rapero y empresario Sean Combs, de 54 años, conocido como Puff Daddy o Diddy, ha sido detenido por las autoridades.

Por el momento se desconocen con claridad los cargos del arresto, que ha tenido lugar en el hotel en el que se alojaba el rapero en Manhattan, el corazón de Nueva York, este lunes sobre las ocho y media de la tarde (dos y media, hora peninsular española), pero sí se sabe que un gran jurado, que no está autorizado a hablar en público, le ha condenado. Su abogado ha confirmado la detención a CNN y ha asegurado que es “injusta”. Según The New York Times, aunque la acusación está en un sobre sellado (que abrirá un juez) y los cargos no se han anunciado, una persona cercana al proceso judicial asegura que estos serían de crimen organizado y tráfico sexual.

Un gran jurado funciona de manera secreta. La fiscalía lleva el caso en secreto, se lo presenta a dicho gran jurado, formado por ciudadanos anónimos, y solo se conoce que están trabajando en la cuestión y cuál es su decisión cuando esta se toma, lo que ha ocurrido el lunes, con la detención de Combs. Después, dicha decisión, que se mantiene sellada, se presenta en la corte, ante un juez, que da la orden de abrirla y anuncia los cargos; se espera que eso ocurra el martes, según los abogados del distrito sur de Nueva York.

Las demandas contra Combs se remontan a mediados de noviembre de 2023. La primera fue de su exnovia durante años, Casandra Ventura, llamada Cassie, que le acusaba de violación, abuso sexual, agresión sexual y tráfico sexual, así como de haberla golpeado de manera sistemática y delante de sus empleados durante años y con frecuencia. Un día después, la artista decidió retirar la demanda, pero abrió el camino para que llegaran muchas más; sin embargo, el vídeo de un circuito cerrado de un hotel al que tuvo acceso CNN dejó ver algunas de las agresiones detalladas por Ventura en su denuncia, como el hecho de que él saliera a perseguirla y le pegara patadas y arrastrara por los pasillos del establecimiento.

Apenas unas semanas después de la primera llegaron las denuncias por parte de Joi Dickerson-Neal (acusando a Combs de violarla y grabar la agresión en 1991, cuando ella tenía 19 años) y también de Liza Gardner (que aseguraba que las agredió a ella y a una amiga en 1990). En diciembre se conoció una de las más graves, la denuncia de una cuarta mujer —por el momento anónima— que contó cómo varios colaboradores del músico traficaron sexualmente con ella al trasladarla, después de obligarla a consumir drogas, en un avión desde Detroit al estudio del rapero en Nueva York para violarla siendo menor de edad.

Este 2024 continuaron las demandas. En febrero, Rodney Jones Jr, un productor y colaborador habitual de Combs, le acusó de tocamientos no consentidos. En mayo llegaron las denuncias de Crystal McKinney, que explicó que en 2003 él le obligó a practicarle sexo oral tras drogarla en su estudio; y la de April Lampros, una antigua estudiante de moda, a la que él agredió en Nueva York. En junio hubo otra que se conoció más tarde, ya en septiembre, por parte de un hombre llamado Derrick Lee Cardello-Smith, de 51 años, que le acusa de abusos en una fiesta en 1997 y que ha logrado 100 millones de dólares. La penúltima es de julio por parte de una mujer llamada Adria English, que trabajó para él en una lujosa fiesta en 2004 y le acusaba de un delito de tráfico sexual, de obligarla a beber alcohol y consumir drogas y de ofrecerla para mantener “intercambios sexuales”.

Sean Combs y Casandra Ventura, a su llegada a la gala del Museo Metropolitano de Nueva York, el 1 de mayo de 2017.Jackson Lee (Getty Images)

La última demanda contra Combs llegó apenas cinco días antes de su detención. Fue por parte de una cantante llamada Dawn Richard, exintegrante de una banda llamada Danity Kane, que Combs ayudó a crear en un programa de televisión de talentos llamado Making the Band de la cadena musical MTV. Afirma que durante años el rapero la manipuló, obligándola a cumplir sus caprichos, y si no impidiéndole cantar. Le exigía quedarse en ropa interior delante de él, entraba sin permiso a su vestuario, la manoseaba y golpeaba en las nalgas, le arrojaba objetos cuando se enfadaba, y, en ocasiones, no le pagaba y la privaba, a ella y a sus compañeras, de alimento y de sueño.

A finales del pasado mes de marzo, cuando llevaba cinco denuncias, las autoridades federales de Estados Unidos realizaron registros en las casas de Combs, tanto en Los Ángeles (California) como en Miami (Florida). Todo formaba parte de la investigación, y por ello una multitud de agentes federales del departamento de seguridad nacional de EE UU entraron en ambas mansiones e incluso se llevaron de ellas algunos objetos.

“Estamos decepcionados con la decisión de la Fiscalía de perseguir a Combs en lo que creemos que es un proceso injusto”, ha afirmado el letrado, de nombre Marc Agnifilo, a medios como CNN y People. También ha explicado que el músico ha cooperado con la investigación y que la semana pasada se trasladó a Nueva York anticipando los cargos de este lunes. Según su equipo legal es inocente y “no tiene nada que esconder”. El abogado califica a su cliente como “un icono musical, empresario hecho a sí mismo, hombre de familia y conocido filántropo que ha pasado 30 años construyendo un imperio, adorando a sus hijos y trabajando para elevar a la comunidad negra”. “Es una persona imperfecta, pero no un criminal”, aseguran.

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