El machismo y la retórica del cazador

La ‘performance’ del Elías Ahuja es un acto de afirmación de la cultura de la violación, la simbología es un puñetazo en la cara

Dos alumnas del colegio mayor Santa Mónica protestan contra los insultos recibidos por parte de estudiantes del Elías Ahuja, el jueves en Madrid.Jesus Hellin 2022 (Europa Press)

Era una performance muy estudiada. El guion estaba escrito y la coreografía pensada y sincronizada al segundo. Nada era espontáneo en el ritual guerrero de los chicos del colegio mayor Elías Ahuja de Madrid, que comienza cuando su primer actor vocifera en la única ventana entonces iluminada: “Putas, salid de vuestra madriguera como conejas, sois una putas ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la ca...

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Era una performance muy estudiada. El guion estaba escrito y la coreografía pensada y sincronizada al segundo. Nada era espontáneo en el ritual guerrero de los chicos del colegio mayor Elías Ahuja de Madrid, que comienza cuando su primer actor vocifera en la única ventana entonces iluminada: “Putas, salid de vuestra madriguera como conejas, sois una putas ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la capea”. Tras la arenga inicial, el grito: ¡Vamos, Ahuja!”. Es entonces cuando los jóvenes cazadores, agazapados tras las persianas, se muestran, se iluminan y se identifican como manada. Todo discurre como un ritual iniciático en el que el terror sexual es lo que da sentido y cohesión al grupo y se representa con la retórica del cazador que, ávido de sangre, ahíto de testosterona, sale en busca de presas.

Se ha dicho, a modo de disculpa, que es un mero divertimento, un acto intrascendente, teatral. Cierto, no salieron a violar a las chicas del Santa Mónica, pero fue un acto de afirmación de la cultura de la violación. Si lo ocurrido tiene importancia es precisamente por la carga simbólica de lo que exhibe y lo que ensalza. Y no es una simbología sutil, elíptica. Es un puñetazo en la cara. Lo primero que hace es caracterizar a las presas: zorras, lobas, ninfómanas, conejas escondidas en la madriguera. Animales dañinos, seres despreciables a los que se puede perseguir sin remordimiento. Construye una categoría en la que ubicar, no solo a las chicas del colegio de enfrente, sino a cualquier chica. A las mujeres en general.

Si esta es la actitud de fondo, el marco mental en el que se mueven estos chicos que se están preparando para formar parte de las élites económicas y políticas del país, ¿qué harán cuando ocupen puestos de poder con mujeres a su cargo? ¿Cómo se comportarán cuando sean nombrados directores, gerentes, jefes de equipo y se relacionen con mujeres en posiciones subordinadas? La razón por la que este episodio ha causado tanta conmoción no es solo por el machismo burdo que representa, sino por la osadía y la desfachatez con la que se manifiesta. Representa al nuevo machismo desacomplejado que crece y se expresa espoleado por una extrema derecha que ha puesto la igualdad de las mujeres y la lucha del feminismo en su punto de mira.

Hay mucho que hacer en el terreno de la educación sexual y sentimental de los jóvenes. Si dejamos que la primera noción de sexualidad que tienen los niños sea a través de una pornografía de corte violento y machista, no podemos extrañarnos de que muchos jóvenes consideren que esa es la forma natural de relacionarse con las chicas. La reacción de algunas de las estudiantes del colegio mayor Santa Mónica revela que también hay mucho que hacer en el terreno de la educación sentimental de las adolescentes. Esas chicas ni siquiera son capaces de ver que el papel que les han asignado en esta obra es el de víctimas de una cacería. El hecho de quitar importancia a los insultos y catalogar lo ocurrido como una broma inocua indica lo lejos que están de poder identificar las situaciones de violencia simbólica y las relaciones tóxicas de la cultura machista. Sin una conciencia clara del peligro que esta cultura representa para ellas, es muy probable que cuando uno de esos chicos quiera controlarla, la fuerce a tener relaciones sexuales o le pegue por celos, lo interprete como una muestra de amor.

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