Recetas para frenar la sexta ola: el confinamiento es la última alternativa y el pasaporte covid, insuficiente
Los expertos urgen medidas para acotar la transmisión del virus, pero no todas las restricciones son igual de efectivas en este momento de la epidemia. Los epidemiólogos coinciden en que la reducción de aforos es “imprescindible”
España ha empezado a surfear la sexta ola sin apenas restricciones. Por ahora, solo la mascarilla es obligatoria en interiores y algunas comunidades exigen el certificado covid para acceder a determinados espacios públicos. A partir de ahí, poco más que recomendaciones de limitar los encuentros sociales y consignas que apelan a la responsabilidad individual. Pero ...
España ha empezado a surfear la sexta ola sin apenas restricciones. Por ahora, solo la mascarilla es obligatoria en interiores y algunas comunidades exigen el certificado covid para acceder a determinados espacios públicos. A partir de ahí, poco más que recomendaciones de limitar los encuentros sociales y consignas que apelan a la responsabilidad individual. Pero el auge de la curva epidémica, que ya sitúa el riesgo de contagios en un nivel muy alto con 609 casos por 100.000 habitantes a 14 días, vuelve a poner sobre la mesa el fantasma de las restricciones severas de otras oleadas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el domingo la convocatoria de la Conferencia de Presidentes autonómicos para este miércoles con el fin de “evaluar nuevas medidas que se puedan poner en marcha a lo largo de las próximas semanas”. Cataluña se ha adelantado y pedirá un toque de queda, el cierre del ocio nocturno y la limitación de reuniones a 10 personas.
Con la variante ómicron, más transmisible, expandiéndose por la calle y la presión asistencial al alza —la atención primaria alerta de la saturación y los ingresos hospitalarios por covid se han triplicado en un mes—, los sanitarios piden más medidas urgentemente. El 15,5% de las camas de cuidados intensivos en España ya están ocupadas por pacientes con covid —hay 7.501 pacientes hospitalizados, 1.442 en la UCI—, pero hay cuatro comunidades y una ciudad autónoma con más del 20% de ocupación. La situación es especialmente compleja en Cataluña, donde ya hay un 30% de plazas de críticos llenas de enfermos con covid y el sistema sanitario ha comenzado a suspender o aplazar actividad quirúrgica y consultas no urgentes.
Hay que evitar el colapso asistencial, insisten los expertos. Y ya están yendo “tarde” para frenar la nueva ola, lamenta Alberto Infante, profesor emérito de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III: “Ya advertimos de que las Navidades serían amargas y enero muy malo. Es triste tener razón. Ahora, de aquí a final de año, todo lo que hagamos será poco relevante”. La suerte ya está echada para los próximos días. Los efectos de las medidas empezarán a verse dos semanas después de aplicarlas y no todas son igual de viables, fáciles de ejecutar o tienen el mismo efecto en este contexto epidemiológico.
No es fácil, de hecho, evaluar el impacto de cada medida. Primero, porque suelen confluir varias restricciones a la vez y también influye el entorno, el momento epidémico, la cobertura vacunal o el grado de adherencia a estas medidas. Un estudio publicado en la revista Nature modelizó el impacto de cerca de una veintena de restricciones en Europa tras la segunda ola —para ellos, entre agosto de 2020 y enero de 2021— y apuntó que el cierre de bares y cafés o la clausura del ocio nocturno “tuvo un gran efecto en la transmisión”: redujo la velocidad de transmisión del virus —la Rt, que mide a cuántas personas contagia de media un positivo— un 12%. Asimismo, el cierre de lugares de ocio y entretenimiento como zoológicos, museos y teatros tuvo un efecto más pequeño, reza el estudio. Según un informe técnico del Ministerio de Sanidad, otro estudio británico centrado en la ola entre octubre 2020 y con proyecciones hasta marzo de 2021 calculó que medidas como el toque de queda o la limitación de reuniones reducían hasta un 2% la transmisión, mientras que el cierre de restaurantes y ocio rebajaban la transmisibilidad un 10% y el confinamiento total con colegios abiertos, entre un 22% y un 32%.
El semáforo covid, el documento con los indicadores de riesgo actualizados para evaluar la evolución de la epidemia, sitúa a más de media España en alerta alta por covid, pero no contempla restricciones asociadas a esta situación. Cada comunidad decide. He aquí un análisis de algunas de las propuestas que se están aplicando o ya se pusieron en marcha en algún momento de la pandemia:
Confinamiento estricto. El cierre de toda actividad no esencial funciona: limita la movilidad y la interacción social y bajan los contagios. Pero el precio a pagar es muy alto, valoran los epidemiólogos consultados. Y en términos jurídicos, sin un paraguas como lo fue en su momento el estado de alarma —que luego el Tribunal Constitucional tumbó—, complejo de aplicar. Para Juan Antonio Sanz Salanova, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), “es la medida más rápida y eficaz para reducir los contagios, pero es difícil de soportar en términos sociales y económicos”. Además, en plena campaña navideña y con la fatiga pandémica que arrastra la población, Infante agrega: “En este punto, no estamos en condiciones de plantear un confinamiento estricto”. Y coincide Mario Fontán, portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología: “El escenario actual no requiere un confinamiento estricto”
Toque de queda. Es una de medida que planteó este lunes Cataluña. Eficaz para reducir la movilidad, pero compleja de aplicar en términos jurídicos. Implica limitar la libre circulación, un derecho fundamental. Esto significa que requiere el aval de la justicia para poder plantearlo. Infante recuerda, no obstante, que esta medida “ha tenido una suerte judicial variable” y no siempre ha contado con el beneplácito de los jueces cuando lo han pedido. Eso sí, agrega que es una restricción “eficaz y fácil de vigilar su cumplimiento por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado”. Sanz Salanova advierte, no obstante, de que en anteriores fases de la pandemia con el toque de queda en marcha, muchas personas se saltaron la restricción con reuniones privadas en las casas.
Cierre perimetral. Con la incidencia actual, disparada en casi todas las comunidades y con una amplia transmisión comunitaria en el país, los confinamientos perimetrales tienen un efecto limitado, valoran los expertos. “No vale para nada. Tiene demasiados escapes”, zanja Sanz Salanova. No es fácil de administrar, salvo que sean localidades pequeñas con carreteras de salida limitadas y fáciles de vigilar. Lo único bueno, agrega Infante, “es que manda un mensaje de que hay que limitar los desplazamientos y eso cala en la gente”.
Limitación de reuniones sociales. Esta es otra de las medidas que propone Cataluña para contener los contagios. Esta restricción afecta a derechos fundamentales y también necesita el aval de la justicia. Ya se ha aplicado en otras olas, limitando los encuentros sociales a menos de 10 personas.
Cierre de ocio nocturno. Los expertos consultados coinciden en que es una medida clave que hay que tomar para limitar los contagios. Es, de hecho, otra de las medidas que ha anunciado Cataluña. Fontán señala que “si se dispara la presión asistencial, es lo primero que habría que plantearse porque es muy difícil que sea un entorno seguro por muchas medidas que le pongas”. El problema no es el local en sí mismo, apunta Sanz Salanova, aunque el hecho de que a menudo sean espacios interiores donde hay aglomeraciones de personas, facilita la expansión del virus: “El problema no está en la actividad, sino en la conducta de las personas”, sostiene el epidemiólogo. Es muy difícil guardar la distancia de seguridad y mantener un correcto uso de la mascarilla en estos entornos, explican, y eso eleva el riesgo de contagio. El problema es que, en plenas Navidades, es un golpe al sector del ocio nocturno, admite Infante.
Cierre (interior) hostelería. Los epidemiólogos asumen que no todos los bares y restaurantes son iguales ni tienen el mismo nivel de riesgo, pero el consumo en barra, por ejemplo, tendría que limitarse, apuntan. Aunque se podría mantener el servicio en terrazas al aire libre. La covid se transmite, sobre todo, por aerosoles y los espacios cerrados mal ventilados son el caldo de cultivo perfecto para expandir el virus. Pero hay que buscar el equilibrio, apunta Sanz Salanova, y que el remedio no sea peor que la enfermedad: “Cuando hemos cerrado los bares, hemos tenido botellones en las calles. Deberíamos empezar por medidas no coercitivas”.
Reducción de aforos y limitación horaria. Esta es otra de las claves en las que coinciden los profesionales consultados. Evitar aglomeraciones y dosificar el acceso de personas a espacios cerrados. Ya se ha hecho en otras olas y Sanz Salanova señala que es “una medida fácil de adoptar, pero se debe vigilar bien su cumplimiento porque en otras ocasiones hubo un déficit de supervisión”. Infante considera estas medidas urgentes, sobre todo, en zonas con una incidencia mayor de 500 casos por 100.000 habitantes a 14 días.
Suspensión de grandes eventos. Los expertos coinciden en que no es el momento de eventos multitudinarios. El riesgo de transmisión del virus es elevado y hay que reducir peligros. “Los conciertos, el fútbol y los espectáculos deportivos en sitios cerrados son potencialmente peligrosos”, alerta el epidemiólogo de la SEMPSPH. Coincide Fontán: “Habría que valorarlo. No es lo mismo al aire libre que en interiores, pero ya no es solo por la propia actividad, sino por la movilización de personas a su alrededor y el ocio indirecto que genera”.
Pasaporte covid para acceder a espacios interiores. Según los expertos tiene un efecto limitado en el descenso de la curva epidémica. Las vacunas no son esterilizantes: una persona puede tener el certificado covid y estar contagiado. “Es una medida eficaz para convencer a determinados indecisos para que se vacunen, pero la vacuna no evita contagios porque se ha ido perdiendo inmunidad y hay nuevas variantes”, valora Sanz Salanova. Los expertos temen que esta medida, adoptada ya por la mayoría de comunidades autónomas, dé “una falsa sensación de seguridad”.
Rastreo de casos y contactos. Siempre es necesario para detectar casos y cortar cadenas de transmisión, pero cuanto mayor es la expansión comunitaria del virus, más difícil es hacer un seguimiento de positivos y contactos estrechos. De hecho, Cataluña, por ejemplo, ya ha anunciado el retorno de cuarentenas a todos los contactos estrechos, independientemente de si están vacunados o no, y se les dejará de hacer test de antígenos o PCR, a no ser que presenten síntomas. Fontán defiende que, “aunque llegado a cierto nivel de contagios, pierde el sentido a nivel poblacional” como estrategia, el rastreo siempre tiene utilidad “para detectar brotes en determinados espacios de alto riesgo, como residencias de ancianos”.
Cierre de fronteras con otros países. España ya lo ha hecho limitando vuelos a Sudáfrica y a Brasil, donde se descubrieron dos de las variantes del virus con potencial peligro, como la ómicron y la gamma. Sin embargo, los expertos ven “ineficaz” esta medida porque estas variantes, especialmente la ómicron, ya circulan en España. “Lo único que puede hacer es retrasar unos días la llegada de una variante, pero acabará llegando”.
Reforzar la vacunación. Esta es otra de las medidas clave para acelerar la protección de la población. A pesar de que la cobertura en España ronda el 80% de la población, ante la variante ómicron, la protección contra la infección baja y ya ha empezado a administrar la tercera dosis a los mayores de 60 años —el 70% ya la ha recibido— y a los vacunados con el fármaco monodosis de Janssen. La semana pasada, la Comisión de Salud Pública también avaló inyectar la dosis de recuerdo al grupo de entre 40 y 59 años.
Mascarilla en exteriores. El primero que ha pedido esta medida es el presidente vasco, Íñigo Urkullu, pero los expertos no consideran esta medida la más urgente a tomar porque al aire libre, la probabilidad de contagio es menor. “Hacer esta petición cuando no hay limitación de aforo para ver al Athletic en San Mamés es de coña”, protesta Infante. Para lo que sí sirve esta medida, resuelve Sanz Salanova, es para “devolver la responsabilidad a la Administración, que había transferido al ciudadano la decisión de ponérsela o no [la ley contempla que se debe poner en exteriores si no se puede guardar la distancia de seguridad]”. Fontán asegura que este tipo de medidas tienen “bajo coste político”, pero “son más cosméticas que de impacto epidemiológico real”.
Test de autodiagnóstico de antígenos para todos. Esta es la medida que ha anunciado Madrid: entregar un autotest a cada ciudadano de forma gratuita “para que en caso de reuniones sociales, se hagan de forma segura”, justificó la presidenta regional, Isabel Díaz-Ayuso. Pero los expertos no ven con buenos ojos esta medida, que Infante tilda de “puro populismo demagógico”. Un resultado negativo, advierten, no es 100% fiable y son muy sensibles a la técnica —si algo se hace mal, condiciona el resultado—. También puede generar una falsa sensación de seguridad, agrega Sanz Salanova: “Esta medida es una deficiencia del sistema sanitario, que no es capaz de hacerlo con sus propios recursos. Y, además, transfieres de nuevo la responsabilidad a la población y el sistema puede perder información, porque es el ciudadano el que decide si comunica el resultado”
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