Sudáfrica se concentra en acelerar la vacunación ante la previsión de que los casos se tripliquen esta semana
Las autoridades piden que no cunda el pánico e intentan aprovechar la reacción internacional para convencer a sus ciudadanos de la necesidad de inmunizarse, planteando la obligatoriedad de los pinchazos
Mientras aumenta la lista de países que vetan la llegada de ciudadanos del sur de África, en Sudáfrica, el país desde donde se informó de la existencia de una nueva variante de la covid-19, bautizada como ómicron, se mantiene la calma. Las autoridades ...
Mientras aumenta la lista de países que vetan la llegada de ciudadanos del sur de África, en Sudáfrica, el país desde donde se informó de la existencia de una nueva variante de la covid-19, bautizada como ómicron, se mantiene la calma. Las autoridades intentan aprovechar la reacción de la comunidad internacional —que este lunes el ministro de Sanidad, Joe Phaahla, volvió a calificar de “injustificada”— para alertar a sus ciudadanos de que la única manera de recuperar la actividad económica con garantías es vacunándose. El Gobierno sudafricano se planteó el reto de tener vacunada al 70% de la población a finales de 2021, pero nadie confía en que en cuatro semanas sean capaces de doblar la cifra actual de inmunizados: 34,5%. En el país no existe un problema de acceso a las vacunas, sino de miedo generalizado a unos supuestos efectos adversos de la inmunización, a pesar de todas las campañas y los esfuerzos de las autoridades para explicar que se trata de un medicamento perfectamente seguro.
Con una media de 3.000 nuevos contagios al día –en la última semana los casos positivos han pasado de 2,3% a 9,8% de las pruebas realizadas, según fuentes oficiales– el país (de 60 millones de habitantes) se mantiene en el nivel de alerta más bajo desde marzo de 2020; la estrategia es que sea la responsabilidad individual, y no las restricciones, la que ayude a reducir los efectos de la cuarta ola, en la que está previsto que se entre durante el mes de diciembre. “Esperamos que los casos sigan subiendo hasta alcanzar al final de esta semana los 10.000 al día. También aumentará la presión hospitalaria en las próximas dos o tres semanas y, aunque ómicron no es clínicamente peor [que otras variantes de la covid], vamos a sufrir la rapidez con la que se transmite. Pero las medidas de salud pública funcionan y debemos utilizarlas: mascarilla, distancia social, ventilación. El gran desafío será evitar los encuentros en los que el contagio aumenta. Hay que reducir el riesgo de transmisión en interiores”, explica Salim Abdool Karim, epidemiólogo y miembro del Grupo de Trabajo de África para el Coronavirus, un organismo continental creado por la Unión Africana. Karim, que estuvo al mando de la comisión especial creada por el Gobierno sudafricano para gestionar la covid-19 durante el primer año de pandemia, considera que las vacunas deberían haber sido obligatorias desde hace mucho tiempo: “Debemos usar nuestras vacunas de forma más efectiva. Tengo la impresión de que, sencillamente, hemos sido muy lentos en la insistencia de que ciertos grupos, como los sanitarios, estuvieran vacunados”.
El presidente Cyril Ramaphosa pronunció el domingo por la noche un discurso a la nación para valorar la situación pandémica del país tras la aparición de ómicron, en el que hizo un llamamiento para que la ciudadanía se arme con la principal herramienta que existe en estos momentos contra el virus: las vacunas. En esa misma línea, científicos, políticos y fuerzas sociales advierten de que esta semana es decisiva para que el país no retroceda y deba recurrir a restricciones más severas. También alertan sobre las discusiones oficiales en las que se baraja seriamente que la vacuna sea obligatoria para entrar en locales públicos o para realizar ciertas actividades sociales. “Vacunarse es un acto de solidaridad con los médicos y enfermeras, para proteger a la gente mayor que, aunque estén vacunados, siguen en riesgo [...] La sociedad ha tenido tiempo suficiente para vacunarse, ha habido un número elevado de campañas de información… Es el momento de actuar, hay que hacerlo”, explicó a medios sudafricanos Matthew Parks, portavoz del Congreso de Sindicatos Sudafricanos (Cosatu, en sus siglas en inglés). Nicholas Crisp, director general interino del Departamento de Salud, aportaba además una comparativa para insistir en lo crucial del momento: “En Sudáfrica tenemos una situación en la que no se puede fumar en todas partes, pero cuando yo era joven se fumaba en el cine, en los aviones, en el médico, las tiendas… Ahora, hay un mandato sanitario que indica que no se puede fumar en ciertos lugares y, aunque seas fumador, lo aceptas. La gente debe entender que, en el contexto actual, si el grupo de trabajo del coronavirus recomienda que si no estás vacunado no accedas a ciertos lugares, tendrás que quedarte en casa y dejar de hacer algunas cosas”.
El debate sobre la obligación de vacunarse —medida que aún no se ha adoptado oficialmente— ha surgido con fuerza en la sociedad sudafricana. Las referencias a la Constitución, que no contempla este tipo de injerencias en las decisiones individuales, y al pasaporte covid, que aún no había sido un tema de discusión de gran importancia en el país austral, centran la polémica.
“El descubrimiento en Botsuana y un día después en Sudáfrica de la nueva variante es un éxito científico, fruto de la inversión de nuestro país en la ciencia. Sudáfrica y el resto del mundo deben ahora convertir ese éxito en una respuesta exitosa. Lo último que necesitamos es entrar en pánico y sobreactuar. El cierre de fronteras no proporciona ningún beneficio, aislar el sur de África no es la solución”, asegura Karim. El epidemiólogo también recuerda que, casi dos años después de que comenzase la pandemia de la covid-19, los especialistas ya saben perfectamente “como reducir el riesgo cuando se viaja: vacunarse, comprobar el estado de salud al subir al avión, [una prueba] PCR negativa, mascarilla y un test-covid al llegar al destino”.