La nueva ola de coronavirus frustra la primera cumbre europea de 2021
El encuentro a través de las pantallas no permite abordar en profundidad asuntos delicados previstos para esta cita, como las relaciones de la UE con Rusia y Turquía
Los líderes de la Unión Europea tenían previsto verse este año por primera vez en persona el próximo jueves y viernes en Bruselas pero el deterioro de la situación epidemiológica ha frustrado la primera cumbre europea de 2021. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se resistía a cancelarla, pero finalmente este domingo ha anunciado que la reunión se celebrará por videoconferencia, lo que obliga a reducir la ambición de la cita.
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Los líderes de la Unión Europea tenían previsto verse este año por primera vez en persona el próximo jueves y viernes en Bruselas pero el deterioro de la situación epidemiológica ha frustrado la primera cumbre europea de 2021. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se resistía a cancelarla, pero finalmente este domingo ha anunciado que la reunión se celebrará por videoconferencia, lo que obliga a reducir la ambición de la cita.
Los 27 gobiernos de la UE tenían previsto analizar la situación geopolítica, en particular, las difíciles relaciones con sus dos grandes vecinos, Rusia y Turquía. Pero el encuentro a través de las pantallas no permite, según reconocen fuentes diplomáticas, abordar en profundidad asuntos tan delicados.
Además, el repunte de casos de covid-19 en la mayor parte de Europa obliga a los dirigentes de la UE a dedicar gran parte del encuentro a revisar la evolución de las campañas de vacunación, que terminan el primer trimestre muy lejos de los objetivos previstos, y la coordinación de las medidas restrictivas transfronterizas para intentar frenar la expansión del coronavirus.
Michel logró el año pasado que la decisiva cumbre de julio, que requirió cuatro días para pactar el fondo de recuperación, se celebrase físicamente en Bruselas, aunque con medidas extremas de precaución, como delegaciones muy reducidas y ausencia total de prensa. La experiencia se repitió en las cumbres de octubre y diciembre. Y eran el modelo para el primer encuentro de este año, previsto para el 25 y 26 de marzo.
Pero una buena parte de los gobiernos europeos empezaron la semana pasada a mostrar reticencias a celebrar una cumbre presencial en Bruselas. El repunte de casos de coronavirus en la mayor parte de Europa y la inminencia de una cuarta ola de contagios desaconsejaba el desplazamiento a la capital comunitaria, según varias delegaciones diplomáticas.
En ocho de los 27 países de la Unión, el índice de contagios supera el umbral de los 500 casos por 100.000 habitantes, considerado como de muy alto riesgo por la Comisión Europea. Y en otros cuatro, incluidos Francia e Italia, se roza ese límite, según los últimos datos del Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC). La mayoría de los países ha introducido o prolongado restricciones a los movimientos, entre ellos, Bélgica, que impide la entrada y salida en su territorio salvo por causas excepcionales.
Esta grave situación epidemiológica dominará, previsiblemente, la videoconferencia de los líderes europeos. Los 27 llegan a la cita agobiados por el lento despliegue de las campañas de vacunación y con rencillas internas por el reparto de las dosis reservadas por la Comisión Europea.
Escasez de vacunas de AstraZeneca
A la escasez provocada por los fallos de producción de AstraZeneca, una de las cuatro farmacéuticas con vacunas autorizadas en Europa, se ha unido el resquemor de países como Austria, que habían apostado casi exclusivamente por el fármaco de la compañía anglo-sueca. El canciller austriaco, Sebastian Kurz, reclama ahora dosis de la farmacéutica BioNTech/Pfizer que no quiso adquirir en su momento y que ya han sido repartidas entre los países que aceptaron comprarlas.
La Comisión Europea también lleva a la cita una propuesta para endurecer el control de las exportaciones de vacunas, sometidas a autorización desde el pasado 1 de febrero. La UE ha permitido desde entonces la salida de más de 40 millones de dosis y solo ha vetado un cargamento de un cuarto de millón de AstraZeneca con destino a Australia. Pero la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, quiere introducir criterios más estrictos antes de dar luz verde a las exportaciones. En concreto, tomar en cuenta si el país de destino permite la salida de vacunas y el número de dosis con las que cuenta. El objetivo es impedir la exportación hacia Reino Unido, que desde el 1 de febrero ha recibido 10 millones de dosis fabricadas en la UE y, en cambio, no ha exportado ni un solo vial hacia territorio comunitario.
En Bruselas, además, no se oculta el malestar por los continuos alardes del Gobierno de Boris Johnson sobre la velocidad de sus campañas de vacunación, lograda en gran parte gracias a las fábricas europeas. Más del 51% de la población británica ya ha recibido la primera dosis de la vacuna, frente a poco más de 10% en la UE. Las cifras son similares en cuanto a la pauta completa (dos dosis), con un 4% en Reino Unido y un 4,5% en el club comunitario.
En torno a la mitad de las vacunas administradas en Reino Unido han salido de las fábricas de BioNTech/Pfizer en la UE; el resto son de Oxford/Astrazeneca. Esta compañía anglosueca ha provocado las iras de Bruselas al despachar en la UE solo 30 millones de dosis en el primer trimestre, muy lejos de los 90 millones contratados. Para el segundo trimestre, Bruselas esperaba la llegada de 180 millones de dosis de AstraZeneca, pero la compañía solo se muestra dispuesta a entregar 70 millones y la Comisión ya no descarta que ni siquiera esas cifras se cumplan.