Totana: cuando los niveles de coronavirus vuelven a crecer después de un confinamiento
El municipio, último de la Región de Murcia en avanzar en la desescalada y primero en volver a ser confinado, experimenta un nuevo y preocupante pico de contagios
En las calles de Totana (Región de Murcia, 31.000 habitantes), se respira una calma tensa. La llegada del otoño no ha cambiado el tiempo veraniego, pero no se ve a muchos vecinos fuera de sus casas. El último municipio de la comunidad autónoma que entró en la nueva normalidad fue también el primero de la región ...
En las calles de Totana (Región de Murcia, 31.000 habitantes), se respira una calma tensa. La llegada del otoño no ha cambiado el tiempo veraniego, pero no se ve a muchos vecinos fuera de sus casas. El último municipio de la comunidad autónoma que entró en la nueva normalidad fue también el primero de la región en volver a ser confinado, el pasado 23 de julio. Después de 21 días en esa situación se levantaron las restricciones, pero la localidad vuelve a estar en el punto de mira de la Consejería de Salud: la tasa de incidencia acumulada de contagios vuelve a situarse en niveles similares a los que obligaron al municipio a retroceder a la fase 1 de la desescalada.
En concreto, según la última actualización de la consejería, hasta el 16 de septiembre Totana registraba una incidencia acumulada de 374,9 contagios por cada 100.000 habitantes en la última semana. En julio, cuando se ordenó su confinamiento, era de 403 casos por cada 100.000, que bajaron a 150 por cada 100.000 el 12 de agosto, cuando se levantaron las restricciones.
En una conversación telefónica con EL PAÍS, el epidemiólogo y especialista en medicina preventiva Jaime Pérez, que actúa como portavoz técnico de la comisión de seguimiento de los casos de coronavirus en la comunidad autónoma, se muestra contundente al afirmar que las medidas de confinamiento aplicadas en el municipio “fueron muy eficaces” y lograron bajar la curva de contagios, que llegó a quedarse en los 96 casos por cada 100.000 habitantes. Pero en este, como en cualquier otro municipio en el que se aplica un confinamiento, esa medida “sirve para mejorar la situación en un momento puntual, pero no a largo plazo”. “El confinamiento no es una vacuna”, resume.
Qué ha ocurrido para que Totana vuelva a tener un repunte de casos un mes después de acabar su confinamiento es un cúmulo de circunstancias diversas. Como en las ocasiones anteriores, el foco de los contagios se sitúa en los trabajadores del campo, que tienen un importantísimo peso en la economía local, con un tercio de la población de origen extranjero, fundamentalmente latinoamericanos y marroquíes. Pérez señala que el “dinamismo económico” que ha caracterizado al municipio en los últimos años, con un importante aumento del sector empresarial en la zona, es un factor que, paradójicamente, se les ha vuelto en contra en esta pandemia. “Hay mucha actividad laboral, lo que genera mucho movimiento de la población, y eso no ayuda a contener el virus”, explica.
Los propios trabajadores del campo dan otra de las claves en la actual situación: las condiciones laborales precarias y los bajos salarios hacen difícil cumplir las cuarentenas: “Yo trabajaba en un bar, pero ya va para dos meses desde que me despidieron. Mi marido trabaja en el campo. Si se tiene que quedar en casa 15 días, ¿cómo voy a dar de comer a los niños?”, se pregunta Cristina, que nació en Ecuador hace 37 años y lleva más de una década en Totana. Su amiga Samantha asiente con gesto triste: “Nos están culpando a los latinos de estar aumentando los contagios, pero si no nos morimos del virus, nos morimos de hambre”, zanja.
Josefina, que ha vivido sus 67 años en la localidad, insiste en que no hay una discriminación hacia la población inmigrante del municipio, en su opinión, “lo que hay es miedo al bicho” y a que vuelvan “a cerrarlo todo, porque eso es una ruina para los negocios del pueblo”. Aunque abiertos, desde el pasado 12 de septiembre, los locales de hostelería tienen limitaciones especiales de aforo al 40% de su capacidad, se han suspendido las clases presenciales y los alumnos del municipio todavía no han pisado las aulas, y se recomienda a los mayores de 65 años que no salgan si no es para gestiones imprescindibles y de primera necesidad. Son las medidas que la Consejería de Salud ha puesto en marcha para evitar otro confinamiento, una medida extrema que el propio consejero, Manuel Villegas, reconocía en rueda de prensa que “costaría trabajo”, aunque sigue encima de la mesa si la situación no mejora.
Además, se ha intensificado la realización de pruebas PCR con “cribados específicos” en las grandes empresas hortofrutícolas del municipio para detectar y acotar los brotes. Para Jaime Pérez, esta circunstancia ha hecho también que aumenten las cifras de contagiados y que se hagan visibles personas asintomáticas a las que ahora pueden ordenarse aislamientos.
Vecinos y comerciantes intentan agarrarse a esa premisa para confiar en que no les confinarán de nuevo, como explica Paco Parrales, que regenta una tienda de ropa en la que, asegura, desde que comenzó la crisis sanitaria, solo vende mascarillas: “Antes no se hacían tantas pruebas y parecía que había menos casos, pero ahí estaban. Ahora por lo menos sabemos lo que hay, se puede aislar a quienes están contagiados y eso da una cierta tranquilidad”, asegura. Pero lamenta que los clientes siguen teniendo “miedo” y así lo corroboran la mayoría de los vecinos a quienes se les pregunta por la situación del municipio. Miedo a que el coronavirus siga castigando a esta población, como lo viene haciendo desde hace meses.
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