La confinada Santoña inicia el curso con aulas casi vacías

La mayoría de las familias del municipio cántabro, en cuarentena desde el miércoles, no envia a clase a sus hijos

Alumnos a la entrada del colegio Macías Picavea de Santoña (Cantabria) este lunes.JUANMA SERRANO-EUROPA PRESS (Europa Press)

Las familias de Santoña han cumplido su palabra y solo una minoría del alumnado de esta localidad cántabra de 11.000 habitantes ha acudido este lunes a la reapertura de las aulas. La situación sanitaria, que ha provocado que el pueblo haya quedado confinado al menos hasta el 16 de septiembre para mitigar la expansión del coronavirus, ha implicado que los padres y madres hayan desoído ...

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Las familias de Santoña han cumplido su palabra y solo una minoría del alumnado de esta localidad cántabra de 11.000 habitantes ha acudido este lunes a la reapertura de las aulas. La situación sanitaria, que ha provocado que el pueblo haya quedado confinado al menos hasta el 16 de septiembre para mitigar la expansión del coronavirus, ha implicado que los padres y madres hayan desoído la orden del Gobierno cántabro de iniciar las clases con normalidad. Una manifestación el domingo, apoyada por el Ayuntamiento, ya avisó de lo ocurrido este lunes al abrir las aulas.

Los datos oficiales de los tres centros educativos de la localidad evidencian el temor al regreso al pupitre. Solo 21 de los 500 pupilos de infantil y primaria se han presentado en el colegio Macías Picavea; el concertado Sagrado Corazón ha contado con 72 alumnos sobre 172 de primaria y apenas un 40% de afluencia en infantil. La cifra se extrema en el Juan de la Cosa: solo siete de los 350 matriculados. La responsable cántabra de Educación, Marina Lombó, ha admitido que no le ha sorprendido lo ocurrido, pero ha recalcado que las aulas son seguras: “Entiendo la incertidumbre, había inquietud entre las familias. Teníamos que mantener la apertura de los centros porque salud pública nos había indicado que no había ningún peligro”.

Los tres hijos de Gloria Izan, que tienen siete, ocho y 14 años se han quedado en casa este lunes. Su madre, miembro del AMPA del Juan de la Cosa, critica que con el pueblo confinado los niños tengan que ir a clase: “Es cabezonería”. “No es lógico que puedan ir a clase y esté todo cerrado”, sostiene, y argumenta que un eventual contagio de sus hijos, o de compañeros de su clase, implicaría que se quedaran unos días solos en casa: su marido y ella trabajan y no contemplan dejarlos con los abuelos. Izan valora el apoyo del colegio “desde el minuto uno” y plantea que “tarde o temprano todos cogeremos el virus”, pero se niega a que sea a raíz de un retorno a las aulas que considera precipitado.

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El alcalde santoñés, Sergio Abascal (PSOE), critica las contradicciones de las medidas adoptadas por el Gobierno cántabro: “Es contradictorio, pedimos que se aplace la vuelta a las clases hasta que la situación excepcional se reconduzca. No hay más, es sentido común”. La incidencia acumulada en el momento de aplicar la cuarentena el miércoles pasado era de 526 casos por cada 100.000 habitantes en dos semanas, mucho más que la media de Cantabria (193) y la nacional (212).

Uno de los motivos de queja es que han percibido “discrepancias” entre las consejerías de Educación y Sanidad para abordar la situación en Santoña. Lombó emplazó a los equipos directivos de los centros del lugar a retirar su amenaza de no abrir las escuelas, un plante que contaba con el apoyo de docentes y las asociaciones de padres y madres del municipio. “Es vuestra obligación abrir el día 7 y mantenerlos abiertos para garantizar el derecho a la educación del alumnado, mientras las autoridades sanitarias no decreten otra cosa”, rezaba un documento enviado a los colegios pero no a las familias.

Varios alumnos y sus padres acuden al CEIP. R.Macías Picavea en el primer día del curso escolar en Santoña.Juan Manuel Serrano Arce (Europa Press)

El regidor santoñés es consciente de que el mensaje que han mandado las autoridades es que aquellos adultos que impidan que los menores vayan a clase podrían ser sancionados. Pero añade: “¿Quién va a acusar a unos padres de absentismo escolar de sus hijos con una medida a la que se opone la comunidad educativa? No tiene ningún sentido”. La consejera de Educación sostiene que se ha solicitado al Gobierno de España que “aclare” cómo deben actuar, mientras que portavoces de ese departamento de Educación explican que de momento no habrá “consecuencias” para las familias que no acudan a clase en infantil y primaria, pues se les guardará la plaza. Todo ello a la espera de la respuesta que ofrezca el ministerio.

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La dirección de los centros del pueblo y el Consistorio remitieron una carta al Gobierno regional para reclamar, a fin de “preservar la salud del alumnado y del personal”, cancelar el inicio de las “actividades lectivas” hasta el día que se levantaran las restricciones. En la misiva recordaron que unos 300 alumnos, además de personal docente o administrativo, proceden de fuera de Santoña, con lo que existe un “consiguiente peligro de propagación del virus”.

Las reivindicaciones de la concentración dominical incluyeron consignas como “con la salud de mis hijos no se juega” o “la salud es lo primero”. Uno de los argumentos repetidos el miércoles por la tarde entre los habitantes de Santoña, poco después de conocerse el “cordón sanitario” impuesto por el Ejecutivo autonómico, era el contraste que les suponía la parálisis general mientras los colegios seguían concentrando a un número importante de personas.

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