Italia reabre y abraza su nueva normalidad
El primer ministro da por superada la peor fase de la pandemia y el país abre sus fronteras de nuevo a los Estados del espacio Schengen y el Reino Unido para recibir a los primeros turistas
La normalidad tiene unidades de medida extraordinarias. La de Roma se calcula a veces a través de los atascos, de la doble fila, en las colas en los museos o los autobuses turísticos. Y el miércoles por la mañana, primer día en que Italia reabría la circulación entre regiones y permitía la llegada de turistas extranjeros sin la necesidad de cuarentena, una pequeña molécula de todo eso regresó a la calle. Son dosis todavía pequeñas, sucede todo en un sospechoso silencio todavía. Pero por primera vez en tres meses reabrieron hoteles, desempolvaron el rellano los propietarios de pisos turísticos ...
La normalidad tiene unidades de medida extraordinarias. La de Roma se calcula a veces a través de los atascos, de la doble fila, en las colas en los museos o los autobuses turísticos. Y el miércoles por la mañana, primer día en que Italia reabría la circulación entre regiones y permitía la llegada de turistas extranjeros sin la necesidad de cuarentena, una pequeña molécula de todo eso regresó a la calle. Son dosis todavía pequeñas, sucede todo en un sospechoso silencio todavía. Pero por primera vez en tres meses reabrieron hoteles, desempolvaron el rellano los propietarios de pisos turísticos y el Ejecutivo dio por superada la peor fase de la pandemia.
El primer ministro, Giuseppe Conte, puntual a su cita casi semanal, quiso proclamarlo en persona a las seis de la tarde en una larga comparecencia. Anunció amplias reformas, cambios en la fiscalidad de Italia y nuevas infraestructuras que renovarán la red ferroviaria. Pero lanzó también las filigranas retóricas que tanto gustan a su equipo de comunicación: “La belleza de Italia nunca ha sido puesta en cuarentena”. Un discurso que dio por concluida la peor fase de la pandemia y con el que mostró su candidatura a encabezar la etapa de reformas que deberá afrontar el país en los próximos meses. Conte subrayó que la estrategia, hasta ahora, ha sido buena: “Y eso nos da confianza en vista de las decisiones que deberemos tomar en la próximas semanas”.
Lo que vendrá empezó a anticiparlo la mañana del miércoles. Se terminaron las pesadas autocertificaciones y los viajes interregionales vuelven a estar autorizados. El aeropuerto romano de Fiumicino veía llegar a primera hora a los primeros extranjeros que no deberán hacer ya la cuarentena. También a familias que se reencontraban después de tres largos meses y parejas que volvían a abrazarse después de que la pandemia congelase su historia de amor. En el avión procedente de Düsseldorf, por ejemplo, viajaba Calena, una alemana de 27 años que conoció a su novio italiano de viaje y no había podido venir a verlo hasta ahora. O Marco, que trabajaba en una heladería de un pequeño pueblo alemán y se quedó bloqueado sin poder ver a su familia de los Abruzos. “Ha sido duro, sí. Sobre todo porque aquí no estaban bien”, explica.
Fiumicino recibió unos 100 vuelos entre salidas y llegadas, de los cuales unos 60 fueron domésticos. Se reanudan así los vuelos de Air France-Klm, además de Alitalia a Nueva York y también algunos a España: un Roma-Barcelona y el jueves, un Roma-Madrid. Las regiones deciden el nivel de controles que realizan a los pasajeros que llegan. El presidente de Lacio, Nicola Zingaretti, por ejemplo, firmó una ordenanza que establece controles y mediciones de la temperatura de todos los pasajeros que lleguen desde trenes, aviones y barcos. A quienes superen la temperatura de 37,5 se les pondrá en aislamiento y se les realizará una prueba rápida del coronavirus.
Los taxistas funcionan también en el aeropuerto como termómetro de la nueva normalidad italiana. Y en la cola de Fiumicino esperaban una veintena de coches desafiando las normas básicas de las estadísticas. “¿Más gente? Quizá, pero el trabajo es el mismo. El Ayuntamiento nos deja trabajar dos días por semana y ganamos una media de 30 euros por jornada. Y mucha gente prefiere ahora coger el autobús”, apunta Massimo, cubierto con una mascarilla de la Roma. Los turistas, profetizan los taxistas, no volverán realmente hasta el próximo mes de marzo. “Mira, yo he estado en esta cola durante la guerra del Golfo, cuando cayeron las Torres Gemelas o después de la crisis de 2008, y esto no lo había visto jamás”.
El tren que conecta el aeropuerto y la estación ferroviaria de Termini, conocido como Leonardo, seguía sin funcionar el miércoles. El trayecto debía realizarse en coche o autobús. Pero la estación ferroviaria de Roma tenía algo más de movimiento que en los últimos días. Marco Rigoto, propietario del quiosco, se aventuraba incluso con una cifra. “Diría que hay alrededor de un 30% más de gente. Pero son trabajadores romanos, porque han venido a comprar el billete de metro. Nada de prensa extranjera o colas”, señala.
En sentido inverso, no hubo grandes salidas de italianos al extranjero. De hecho, algunos países como Austria, todavía no permiten su entrada y mantienen cerradas las fronteras con su vecino. Una decisión que generó un conflicto diplomático al que el propio Conte se refirió. "No querría que Italia pague el precio de transparencia y un trabajo hecho con el máximo rigor. Por eso los ministros correspondientes están intentando solucionar estas decisiones discriminatorias contra nuestro país. Convenceremos a nuestros amigos del otro lado de Los Alpes”. Mientras tanto, los ciudadanos del resto del espacio Schengen y del Reino Unido ya podrán volver a Italia.
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