La falta de pruebas y de unidad en la UE lastraron la lucha contra el virus
Nuevas actas de las reuniones del Centro Europeo de Control de Enfermedades revelan la impotencia de los países para hacer frente a una amenaza que subestimaron inicialmente
La incapacidad de hacer pruebas diagnósticas a todos los casos sospechosos de coronavirus, la adopción de medidas unilaterales por parte de los Estados miembros y la dificultad para unificar criterios han lastrado la respuesta que la Unión Europea ha dado a la epidemia del coronavirus, que ya ha causado más de 176.000 muertes en el continente. Así se desprende de las actas de las cinco reuniones extraordinarias celebradas entre el 24 de febrero y el 21 de abril por audioconferencia por el Conse...
La incapacidad de hacer pruebas diagnósticas a todos los casos sospechosos de coronavirus, la adopción de medidas unilaterales por parte de los Estados miembros y la dificultad para unificar criterios han lastrado la respuesta que la Unión Europea ha dado a la epidemia del coronavirus, que ya ha causado más de 176.000 muertes en el continente. Así se desprende de las actas de las cinco reuniones extraordinarias celebradas entre el 24 de febrero y el 21 de abril por audioconferencia por el Consejo Técnico Asesor del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC), formado por los máximos responsables de los servicios de vigilancia epidemiológica de los Estados miembros de la UE.
En la anterior reunión, ordinaria y celebrada el 18 y 19 de febrero, el Consejo había considerado “bajo” el riesgo de propagación del virus por el continente. Solo tres días después, el 21, Italia empezó a diagnosticar casos de transmisión local del virus, lo que marcó el inicio de la epidemia. Pinchando en el título de cada apartado puede leer el acta de cada reunión.
24 de febrero. De riesgo bajo, a moderado
La epidemia apenas acaba de asomar en Europa en un pequeño grupo de municipios del norte de Italia y los países ya asumen que carecen de la capacidad de hacer todas las pruebas diagnósticas necesarias. También observan que los primeros casos atendidos en los hospitales han causado “contagios entre el personal sanitario”. El representante de un país (que el acta no precisa) alerta incluso sobre “la falta de máscaras quirúrgicas” en los centros sanitarios. Todo ello lleva al ECDC a elevar la evaluación de riesgo global para Europa de bajo a moderado y el de que se repitan los brotes “en cualquier país” pasa de “moderado a alto”.
La discusión entra pronto en un asunto clave: la definición de caso, que determina los criterios que debe cumplir los pacientes sospechosos para hacerles las pruebas diagnósticas. Hasta entonces solo se hacían a personas con infección respiratoria procedentes de Wuhan y su provincia.
Con los casos detectados en Italia, debería regir ese mismo criterio. Pero de hacerse como dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) “que define las áreas geográficas a nivel de país”, obligaría a considerar como sospechosa a cualquier persona con síntomas procedente de Italia. Esto, admiten los asistentes, “es muy difícil de llevar a cabo debido a la falta de capacidad de hacer las pruebas necesarias”.
Esta discusión es la clave del encuentro y, como no se alcanza un acuerdo, se deja para el final, cuando se pacta “incluir en la lista [de zonas con trasmisión comunitaria] solo los municipios/regiones confinados, no las grandes ciudades cercanas o países enteros”. Pese a las evidentes diferencias de tamaño, los asistentes justifican esta solución aludiendo al caso de China, donde “no se ha incluido a todo el país, sino que se ha delimitado a nivel de provincia”.
Pero el jefe científico del ECDC ya avisa que será casi imposible frenar la propagación del virus: “Clasificar la transmisión comunitaria a nivel subnacional probablemente sea relevante solo por unas pocas semanas más, ya que luego es probable que sea generalizada en la mayoría de países”, dice Mike Catchpole.
El segundo problema surge cuando, a pesar de la subdivisión hecha de las zonas de riesgo, se baraja la dificultad de disponer de todas las pruebas necesarias. El Consejo recomienda que estas sean realizadas a “cualquier persona con síntomas relevantes que haya estado en una localidad con transmisión comunitaria”, pero deja la decisión final a los países por si prefieren “incluir solo a los casos graves”.
Los asistentes también discuten en esa primera reunión otro asunto que el tiempo revelará clave: la necesidad de disponer de herramientas que permitan saber si el virus está circulando por un país. España, por ejemplo, llegará al 8 de marzo sin saber que el SARS-CoV-2 lleva semanas propagándose por Madrid y otras zonas.
La propuesta es basarse en las redes centinela de la gripe, formada por puntos de recogida de muestras distribuidos por toda la red que permiten detectar cuando irrumpe la epidemia anual de esta enfermedad. La mayoría de los países acuerdan empezar a usar esta red para detectar el coronavirus “lo antes posible”, recogen las actas.
No figuran los detalles, pero de la reunión surge otro cambio de la definición de caso que será clave: realizar las pruebas a pacientes ya ingresados en los hospitales por neumonías graves. Tras lo visto en Italia, surge la sospecha de que el virus ya puede haberse expandido a otros países. Ese mismo lunes, varios hospitales españoles empiezan a buscarlo en ese tipo de pacientes. Los resultados confirman los temores: el virus ya lleva algunas semanas en España y otros países. La cifra de infectados empieza a crecer de inmediato.
4 de marzo. Hospitales en Italia ya “al límite”
La segunda reunión se celebra nueve días después de la anterior. Los casos en Italia ya superan los 3.000 y los muertos llegan al centenar, mientras España se acerca a los 200 diagnósticos y registra sus primeras muertes. La directora del ECDC, Andrea Ammon, alerta de que los hechos están evolucionando con gran rapidez, lo que obliga a cambiar de nuevo la definición de caso y a subir la calificación de riesgo a “elevado”. “Se están reportando más casos sin vínculo epidemiológico con las zonas previamente afectadas”, advierte en un nuevo indicio de que la transmisión comunitaria ya está en marcha. “Los colegas en Italia han reportado que los hospitales en el norte están al límite de su capacidad, y situaciones similares ocurren en otros países”, asegura Ammon sin mencionar cuáles.
La evaluación de riesgo del ECDC, publicada solo dos días antes, “ya dibuja diferentes escenarios con las medidas necesarias para ser adoptadas”, se insiste en la reunión. España no ha adoptado todavía ninguna medida en esas fechas.
Los países asistentes siguen admitiendo su incapacidad para hacer las pruebas a “todos los pacientes con síntomas respiratorios” procedentes de las zonas declaradas de riesgo por la OMS. Entre ellas, solo figura Italia en Europa, pero hay otros países como Irán y Japón. Los reunidos insisten en “definir áreas más pequeñas” de transmisión comunitaria para “priorizar y manejar mejor las pruebas” disponibles.
Los asistentes, sin embargo, advierten de que “la rapidez con la que se expande la epidemia” está dejando “obsoletos” la mayoría de los documentos y definiciones con las que trabajan el ECDC y la OMS. Los problemas ya afectan también a los servicios de salud pública, incapaces de “llevar a cabo el rastreo de contactos”.
Los países empiezan a tomar conciencia de que será inevitable pronto pasar a la siguiente fase de mitigación, aunque “ningún miembro del Consejo apoya abandonar ya los esfuerzos de contención en estos momentos”. Mike Catchpole lamenta que aunque “sería posible identificar áreas en las que la transmisión está creciendo” el ECDC “no recibe información suficiente” de los países.
17 de marzo. Escasez de material de laboratorio
La tercera reunión extraordinaria del Consejo se celebra con un panorama desolador en buena parte de los países miembros. Sin pruebas, sin material de protección para los profesionales sanitarios y con los hospitales al límite, la cifra de casos y muertos no para de escalar. Italia ya se acerca a los 3.000, España a los 600 y Francia a los 300, aunque eso son solo datos de fallecidos con pruebas PCR realizadas y aún se desconoce la trágica dimensión de miles de fallecidos en residencias y domicilios.
España ya ha declarado el estado de alarma y las decisiones unilaterales como los cierres de fronteras hace días que han fracturado la unidad de acción de la UE. La directora del ECDC lamenta “las competencias limitadas” de la UE en el ámbito sanitario, aunque destaca que los países reclaman información “sobre las medidas a adoptar”. Ammon también destaca que sin medidas como el confinamiento, “los sistemas sanitarios, y en especial las UCI, se verían desbordadas como ha pasado en Italia y China”. El organismo ya asume que la opción ya no es parar la epidemia sino aplanar la curva epidémica para dar tiempo “a los sistemas sanitarios para hacer frente al creciente flujo” de pacientes.
Uno de los principales problemas sigue siendo “la escasez de material de laboratorio en varios países”, lo que les impide “hacer las pruebas recomendadas”. Los test rápidos ya entran en escena en la reunión cuando un miembro del Consejo (a los que ya no se identifica por país) pregunta sobre su utilidad para hacer “triajes”. La respuesta del ECDC es que su “equipo técnico” lo está estudiando pero que son necesarios “más datos e información”.
A la falta de pruebas se une otro problema para determinar el alcance real de la epidemia en cada país: la red centinela de la gripe no está funcionando como se confiaba en la reunión del 24 de febrero. “Varios países están pidiendo a los ciudadanos que no vayan a su médico y llamen a los teléfonos habilitados” para el coronavirus, lo que reduce la sensibilidad de estas redes ya que no es posible la toma de muestras, explica Catchpole.
La falta de los equipos de protección para los profesionales sanitarios es otro tema recurrente que expone uno de los países asistentes. Un representante de la Comisión Europea lamenta, en referencia a las propuestas de países como Reino Unido (que luego rectificará) que una de las “mayores amenazas” en esos momentos son los consejos procedentes de algunos sectores de “buscar la protección de rebaño”, lo que supondría que la mayor parte de la población resultara infectada primero. “Este consejo mina las acciones adoptadas a lo largo de la UE y deberían encontrarse los mensajes de respuesta adecuados”, afirma este representante.
Andrea Ammon ya pone en esta reunión el foco en una de las cuestiones clave que se avecinan cuando pase el pico de la epidemia: los procesos de desescalada. “Los ciudadanos parece que han aceptado ampliamente las medidas drásticas aplicadas, pero la cuestión es por cuánto tiempo lo harán”, se pregunta.
6 de abril. Desescalada y aplicaciones de rastreo
Cuando el Consejo Técnico Asesor del ECDC celebra su cuarta reunión extraordinaria, Europa ya ha superado los 50.000 fallecidos por el virus en la que es la peor epidemia que la azota en más de un siglo. Desde hace más o menos semanas y con severidad desigual, la mayoría de los países ha decretado medidas de confinamiento y algunos ya han empezado a dejar el pico atrás.
El ECDC acaba de publicar su última evaluación de riesgo y “aunque no incluye estrategias de desescalada, sí recoge algunos prerrequisitos que deberán ser tenidos en cuenta”, afirma Andrea Ammon en referencia a recursos como las pruebas rápidas a todos los casos sospechosos, el aislamiento de los positivos y el rastreo de contactos.
Los asistentes tantean la posibilidad de adoptar una posición común sobre estrategias como “el uso de teléfonos móviles y aplicaciones para hacer el rastreo de contactos automáticamente”. El jefe científico del ECDC destaca lo “importante” de esta propuesta, aunque viene a dejarla en la carpeta de asuntos para estudiar más adelante. Algunos países siguen preguntando sobre el “papel de los niños en la transmisión de la enfermedad”, algo para lo que el ECDC no tiene una respuesta clara y afirma estar estudiando. También los estudios de seroprevalencia para determinar el porcentaje de la población que ha pasado la infección entran en escena, aunque los asistentes consideran que es “demasiado pronto” para llevarlos a la práctica.
Pese a ello, varios países sostienen que es necesario dejar atrás el enfoque de “los casos confirmados” para conocer el alcance real de la epidemia y se inclinan por ir más allá con medidas orientadas a la vigilancia de la población. Los límites materiales, sin embargo, vuelven a hacerse presentes y se destaca la dificultad de surtirse de pruebas en los mercados internacionales. Otra razón aludida para no cambiar de sistema es política, en relación a las exigencias en “varios países miembros para que se informe del número de casos severos, hospitalizados y curados”.
21 de abril. La difícil reapertura de los centros escolares
Cuando el Consejo Técnico Asesor del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) celebra su quinta y última reunión extraordinaria sobre la epidemia el 21 de abril (el pasado 11 de mayo celebró otra, esta de tipo ordinario y de la que aún no han sido publicadas las actas), más de 100.000 europeos han muerto por un virus frente al que casi ningún Gobierno se había preparado adecuadamente. Pero la directora del organismo, Andrea Ammon, tiene también un mensaje para la esperanza: “20 países han visto descender el número de casos en los últimos 6-11 días”, destaca tras hacer un repaso al trágico balance de la epidemia.
Ammon también menciona la hoja de ruta de salida de la epidemia acordada el 15 de abril por la Comisión y el Consejo Europeo, un plan sobre el que señala que “es bastante general y requiere líneas específicas más precisas”. Una de estas líneas se refiere a la reapertura de los centros escolares, sobre lo que el representante de Noruega expone el plan de este país para abrir algunos centros. “Como la mayoría de los niños parecen cursar la infección de forma asintomática y, por tanto, seguirán yendo a la escuela, ¿cómo monitorizar si un niño está infectado y transmite el virus a otros?”, pregunta uno de los asistentes.
Mike Catchpole, jefe científico del ECDC, le contesta que como “un porcentaje determinado de niños, aunque sea pequeño, sí desarrolla síntomas, los cambios en ellos pueden ser un indicador” en la fase de la desescalada. La posición del organismo es que “la evidencia muestra que el papel de los niños en la transmisión de la enfermedad es pequeño” y que “cuando desarrollan síntomas, estos son leves”.
El ECDC insiste en la necesidad de establecer indicadores que “permitan a los países detectar de forma inmediata un incremento de casos y adoptar las medidas necesarias o seguir adelante con el proceso de desescalada según la situación”.
Las residencias de mayores y equipamientos similares adquieren una especial relevancia en esta fase, por lo que el organismo aboga por “los chequeos diarios para detectar síntomas compatibles” entre los residentes y “los test rutinarios” a los trabajadores, como expuso posteriormente el Centro Europeo de Control de Enfermedades en uno de sus documentos de evaluación de riesgo.
Uno de los problemas surgidos en algunos países es la coordinación del alta hospitalaria de personas mayores: “No pueden seguir en el hospital pero las residencias tienen reticencias para aceptarlos”, explica el representante de Austria, que propone acortar los plazos de aislamiento y pruebas PCR requeridas para hacer más ágil este proceso.
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