Barcelona se prepara para un verano sin apenas turistas
La ciudad amplía espacio público y se blinda del ruido político
Mediados de junio. Es la fecha que empieza a cambiar de color en los calendarios del sector turístico en Barcelona, más en el litoral que en la capital. A punto de entrar en la fase 1, la ciudad afronta un verano sin apenas turistas. En 2019 la ciudad batió su récord con 12 millones de visitantes, 2,3 en verano. Este año no hay ni previsión. El sector turístico, que representa el 12% del PIB de la ciudad y el 9% del empleo, coincide en que será lento, progresivo y estará marcado por decisiones de ám...
Mediados de junio. Es la fecha que empieza a cambiar de color en los calendarios del sector turístico en Barcelona, más en el litoral que en la capital. A punto de entrar en la fase 1, la ciudad afronta un verano sin apenas turistas. En 2019 la ciudad batió su récord con 12 millones de visitantes, 2,3 en verano. Este año no hay ni previsión. El sector turístico, que representa el 12% del PIB de la ciudad y el 9% del empleo, coincide en que será lento, progresivo y estará marcado por decisiones de ámbito nacional y europeo. Sobre cuándo se abrirán las fronteras, sobre si no hay cuarentenas y sobre la recuperación del tráfico aéreo. Por no saberse, ni siquiera se sabe cuándo abrirá la Sagrada Familia.
Mientras, a 24 horas vista, la ciudad aguarda la fase 1 con un intenso debate sobre el espacio público: por las terrazas y la eliminación de carriles de circulación para cederlos a peatones y bicis. El Gobierno de la alcaldesa Ada Colau ha asegurado que la mayoría de bares podrán abrir con todas las mesas ubicándolas en carriles de circulación o aparcamiento. Los restauradores dudan de que se puedan tramitar las licencias a tiempo. Otra batalla es la del tráfico: con decenas de calles cortadas, nuevos carriles bici y espacios peatonales ganados a costa del coche para facilitar el paseo durante la desescalada, los gremios del motor han puesto el grito en el cielo y acusan a Colau de actuar unilateralmente.
Los cerca de 500 hoteles de Barcelona no saben cuándo van a abrir y se preguntan si vale la pena hacerlo con pocas reservas. Prácticamente los 120.000 trabajadores de la hostelería están con ERTE hasta el 30 de junio. “Empieza a funcionar el booking en los hoteles del litoral a partir de mediados de junio”, dice un directivo del grupo Melià. El panorama es mucho más incierto en la capital, que depende del turismo internacional, el 80% de sus visitantes. “Hay algunas reservas, pero se pueden anular sin coste. La capital dependerá de las aerolíneas”, apunta Manel Casals, director del Gremio de Hoteles. La Generalitat trabaja en una campaña de promoción de turismo doméstico.
Las agencias de viajes son otra pata del turismo muy perjudicada. A través de ellas llegan cerca de un 80% de los visitantes. Prevén reducir los grupos a 25 o incluso 10 turistas. “Si se propician pasillos entre países europeos, el turismo se podría reactivar la segunda quincena de junio y en julio”, afirma Martí Sarrate, presidente de la asociación de Agencias de Viaje. Y quienes dan por perdido el año son los 3.500 guías turísticos de Cataluña, según la Asociación Profesional de Guías Turísticos. Notaron la caída del turismo asiático un mes antes del decreto del estado de alarma: “Desde entonces estamos en el paro, la mayoría somos autónomos y solo hemos accedido a las ayudas por cese de actividad por causa de fuerza mayor. No tenemos ERTE”, apunta Mari Paz Alonso. “Dependemos del turismo internacional y crucerista, hasta que puedan volar aviones y lleguen barcos, nuestra expectativa es más bien negra”, lamenta.
A nivel político, la alcaldesa Colau y la consejera de Salud de la Generalitat, Alba Vergés, se han aliado en un comité técnico mixto para intentar blindar la ciudad y las decisiones que se toman sobre la desescalada del ruido que se ha instalado en el Govern y entre este y el Gobierno central.
A corto plazo, la ciudad afronta también cuadrar un presupuesto donde el déficit ya alcanza el 10% de 3.000 millones (por el aumento del gasto y la caída de recaudación fiscal) y la crisis social. La concejal de Salud, Gemma Tarafa, reconoce que será dura: “Estamos solo en el inicio de la curva”. El Consistorio ha triplicado las comidas que da y gasta 65.500 euros diarios en ayudas extra para alimentación y vivienda.
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