Más de media España estrena fase entre el ansia y la preocupación
Terrazas y comercios abren tímidamente por las restricciones entre mascarillas y gel hidroalcohólico: “No nos podemos relajar, no aguantaremos otro confinamiento”
En un rincón de esa media España que este lunes dio el salto de la videollamada a la terraza, cinco amigas que rondan la treintena se ven las piernas por primera vez en más de 50 días. “Hoy sí nos hemos vestido de calle de la cabeza a los pies”, ríen al sol, en una de las pocas cafeterías de Betanzos (A Coruña) que se han lanzado a abrir pese a las restricciones. En un rato disolverán el histórico reencuentro para retomar la vida que les h...
En un rincón de esa media España que este lunes dio el salto de la videollamada a la terraza, cinco amigas que rondan la treintena se ven las piernas por primera vez en más de 50 días. “Hoy sí nos hemos vestido de calle de la cabeza a los pies”, ríen al sol, en una de las pocas cafeterías de Betanzos (A Coruña) que se han lanzado a abrir pese a las restricciones. En un rato disolverán el histórico reencuentro para retomar la vida que les ha dejado el paso del coronavirus: unas, el teletrabajo; otras, un ERTE.
Pocas terrazas pero llenas de felicidad, relajada distancia y litros de gel hidroalcohólico. Es una de las nuevas estampas que deja el pase a la fase 1 de todas las comunidades autónomas excepto Madrid y ciertas zonas de las dos Castillas, Andalucía, Cataluña y Comunidad Valenciana. No todos los locales de hostelería tienen mesas en el exterior ni son suficientes para que les sea rentable volver a la actividad y llamar a sus empleados. En Betanzos, con sus 13.000 habitantes, han abierto dos de la decena de locales con terraza de su plaza principal y, “como mucho”, tres casas de comidas. Una es la de Beti Muiño, que admite estar “más nerviosa que el día de la inauguración, porque ahora hay más incertidumbre”.
La dueña de O Picho Carolo enseña los cubiertos y el pan envueltos en bolsas de papel y las toallitas húmedas que sustituyen a las servilletas. Un par de horas después llegan sus primeros comensales, que dan una entusiasta bienvenida el raxo y la célebre tortilla de Betanzos y un dolido adiós a las raciones para compartir. “Que vuelva todo aunque sea así y que la gente pierda el miedo sin llegar a relajarse demasiado, porque los hosteleros no aguantaremos otro confinamiento”, advierte Beti. Ella ya sabe de dos bares que después de este encierro de dos meses no volverán a abrir.
Los pequeños comercios (de menos de 400 metros cuadrados) han levantado también la persiana tímidamente, por primera vez sin cita previa. Algunos han recibido a clientes concienciados. “Yo ya he comprado ropa. Quizás no necesitemos nada, pero creo que ahora es importante hacerlo para revitalizar la economía”, defiende Arancha González mientras se prueba unos zapatos en una tienda de la calle Tetuán de Sevilla, que con sus casi 700.000 habitantes es la ciudad más poblada de las que este lunes avanzaron en la desescalada.
Además de ganas de salir del hoyo económico, en el primer día de la fase 1 se respiran inquietantes ansias por acercarse al prójimo y tocar. Miguel regenta el Bazar Uría en Betanzos y se confiesa muy preocupado por la relajación que percibe entre algunos de sus vecinos. “He dejado de vender una cartera porque el cliente, que entró sin guantes ni mascarilla, se empeñó en tocarla. Las medidas de seguridad deben exigirse para todos”, se queja a través de la pantalla que le cubre la cara. En la juguetería Gascó de la Rambla Nova de Tarragona se facilitan guantes de plástico a los clientes y tres trabajadoras controlan que se respete la distancia de seguridad. Vanessa Chillón, una de las dependientas, apunta que, pese a las inconveniencias, la clientela colabora.
En la mayor parte de pueblos y ciudades nada parece igual sin turistas. La céntrica calle Olmos de Palma tiene la gran mayoría de sus comercios abiertos y con buena afluencia de clientes, pero se nota la falta de visitantes extranjeros. En la plaza de España de la capital balear, los bares y restaurantes, que facturan sobre todo del turismo extranjero, no se han animado a montar las terrazas. En Galicia se echa mucho de menos a los peregrinos. “Cada municipio tiene una normalidad económica distinta y esta pandemia es letal para Betanzos porque aquí se vive del turismo y de los servicios de ocio, no hay industria”, reflexionan varios taxistas de esta localidad que fue una de las principales capitales de Galicia durante el medievo.
En el Pirineo catalán, el Valle de Arán ha entrado en la fase 1 de desconfinamiento bajo la lluvia y el pesimismo. Un 80% de la economía de esta comarca depende del turismo, por lo que muchos establecimientos permanecen cerrados. “Los beneficiados son hoteles que dependen de estancias profesionales y pequeños comercios que viven del consumo local”, explica Paco Boya, síndico del Conselh Generau d’Aran, el gobierno local. El resto no abrirá, dice Boya, “hasta que no vuelva el turismo”, que espera sea en el mes de julio.
“La solución llegará cuando permitan el movimiento entre provincias y la gente suba a pasar el fin de semana”, explican en la zapatería Era Roda, de Viella, la capital aranesa. Un problema añadido se produce en el Bajo Arán, zona fronteriza con Francia. “En estos municipios se vive del comercio de proximidad con Francia, pero no se puede cruzar la frontera. Hasta que no se normalice la movilidad, el problema será muy serio”, remarca Boya.
Sara Yáñez es empleada de la perfumería Gotta de Bossòst, a siete kilómetros de Francia, uno de los pocos establecimientos del pueblo que han abierto. “La mayoría siguen cerrados porque es preferible continuar recibiendo ayudas que abrir sin clientes”, aduce Yáñez. La tienda ha implantado rigurosas medidas de higiene. La puerta debe mantenerse abierta para airear el local y se provee de gel desinfectante y guantes a los clientes. Los probadores de maquillaje se han retirado, mientras que los de perfumes, los aplican los empleados. Cualquier objeto que se comparta, aunque sea un bolígrafo, se tiene que desinfectar.
Los concesionarios también abren en fase 1, pero con pocas expectativas de venta, asegura Óscar Uzquiano, gerente de un establecimiento en Armentia (Vitoria). Están trabajando desde hace una semana en el taller de reparación de vehículos, pero apenas tienen concertadas citas para vender coches. “Hace falta un poquito de vida y de dinerito”, grita por una de las calles de Betanzos una mujer a una vecina. “Pero hay que cuidarse”, apuntilla esta.
Con información de Cristian Segura, Lucía Bohórquez, Marc Rovira, Mikel Ormazabal y Eva Sáiz.
Información sobre el coronavirus
- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia
- Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada autonomía
- Preguntas y respuestas sobre el coronavirus
- Guía de actuación ante la enfermedad
- En caso de tener síntomas, estos son los teléfonos que se han habilitado en cada comunidad
- Pinche aquí para suscribirse a la newsletter diaria sobre la pandemia