El uso de mascarillas defectuosas obliga a aislar a más de mil sanitarios
Sanidad admite que la falta de equipos de protección desde que estalló la crisis ha favorecido las infecciones entre el colectivo, que acumula el 15% de los contagios
Más de un millar de sanitarios están aislados y miles deberán someterse a las pruebas de detección del SARS-CoV-2 tras quedar expuestos al nuevo coronavirus por utilizar mascarillas defectuosas de un lote cuya retirada fue ordenada el viernes. No hay una cifra de cuántas personas las usaron. Para empezar, el Ministerio de Sanidad no sabe cuántas de las mascarillas del lote —de 350.00 o 400.000 unidades, según las fuentes—, no cumplían los requisitos.
Este material protector venía a aliviar ...
Más de un millar de sanitarios están aislados y miles deberán someterse a las pruebas de detección del SARS-CoV-2 tras quedar expuestos al nuevo coronavirus por utilizar mascarillas defectuosas de un lote cuya retirada fue ordenada el viernes. No hay una cifra de cuántas personas las usaron. Para empezar, el Ministerio de Sanidad no sabe cuántas de las mascarillas del lote —de 350.00 o 400.000 unidades, según las fuentes—, no cumplían los requisitos.
Este material protector venía a aliviar la necesidad de equipos de la que llevan quejándose los profesionales sanitarios desde el inicio de la crisis, a mediados de febrero. Unas carencias que han favorecido que en España haya más de 31.000 sanitarios en las listas oficiales de afectados, con decenas de fallecidos —34 entre los médicos—, aunque la cifra real seguro que es mayor. Solo entre el personal de enfermería, según una encuesta de sus colegios, hay 70.000 positivos.
La queja de los profesionales, que acumulan el 15% de los contagios, es general. Y hasta el Ministerio de Sanidad ha reconocido la relación entre los infectados y la falta de material en el informe Información científico-técnica sobre la enfermedad del coronavirus-19, actualizado el viernes. En él se explica que una de las causas de este “alto contagio” pudo deberse a que el personal estaba “indebidamente protegido”. Primero, porque no se sabía el riesgo de infección que suponían los casos asintomáticos. Y, más tarde, “por el grave problema mundial de desabastecimiento” de material de protección.
El lote de mascarillas, adquirido a la firma china Garry Galaxy, iba a paliar en parte ese déficit de equipos que ha sido una constante desde el inicio de la pandemia. Pero finalmente no ha ocurrido. El viernes se supo que ese material de protección era defectuoso. Y para entonces ya llevaba 10 días utilizándose, porque se repartió en plena Semana Santa. Ello dificulta aún más saber quiénes se vieron afectados.
Aún faltan algunas partidas por retirar, pero las comunidades ya están en el proceso de identificar a los posibles perjudicados. Las medidas más estrictas las ha tomado Murcia, que ha aislado a más de 1.100 profesionales. También Andalucía —que ha detectado 12 positivos— y Baleares —que empleó 2.800 unidades de un lote de 30.000— han adoptado esa medida con algunos profesionales —tres y cuatro respectivamente— que usaron las mascarillas defectuosas y pudieron estar expuestos al coronavirus.
Datos desconocidos
Pero en general, no hay datos claros. El viernes, la consejera de Salud del País Vasco, Nekane Murga, lo demostraba así: “Osakidetza [servicio público de salud] recibió 124.000 mascarillas de la marca Garry Galaxy, aunque no sabemos cuántas de estas eran defectuosas. De ese total, se distribuyeron 13.200 entre los profesionales sanitarios e instituciones, pero desconocemos la cantidad de estas que son defectuosas”.
Con datos de los sindicatos Satse (enfermería) y CSIF (funcionarios) lo que está claro es que ese material llegó a todas las comunidades —no hay datos de Asturias—, y que la respuesta que han dado es desigual. “Yo me enteré el viernes por la mañana por la prensa y ordené que se retiraran”, dice Isabel Camacho, enfermera del centro de salud de Marchamalo (Guadalajara). “Por la tarde llegó la orden de la consejería. Las recibimos el martes santo [el 7 de abril] y las hemos usado hasta ahora. Claro que como antes no teníamos nada, nos pareció bien cuando llegaron. Teníamos material casero que habíamos hecho alguno de nosotros”, explica. La enfermera asegura que desde el viernes no ha recibido ninguna comunicación y que en su ambulatorio —un centro de un pueblo de unos 7.000 habitantes en el que la mitad de sus 20 trabajadores han estado recluidos por el coronavirus— la única instrucción que ha habido es que se enviaran las mascarillas que quedaran. Sobre el personal expuesto no han recibido ninguna indicación, por lo que supone que sigue en vigor el protocolo que han mantenido hasta ahora: trabajar si no se tienen síntomas y, si estos aparecen, recluirse en casa hasta que les hagan una prueba y dé negativa.
Pese al fiasco de las mascarillas, los profesionales admiten que en el último mes la situación ha mejorado. “Ya no se ven las fotos que califiqué en su momento de dantescas de personas con batas hechas de bolsas de basura y guantes de fregar”, dice el presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Serafín Romero. Pero explica que eso se consigue gracias a que “se está extremando el cuidado y alargando los plazos de uso o reciclando, siempre manteniendo el cuidado”. Y señala que aún quedan problemas para reponer el material, y que hay un punto especialmente complicado en la sanidad privada, donde puede haber más problema para que les llegue el material. “Todavía nos faltan mascarillas FFP2 y FFP3”, las de mayor protección, afirma José Luis Llisterri, presidente de la sociedad de médicos de primaria Semergen. “Y test”. José María Molero, de la sociedad de médicos de primaria Semfyc, coincide. “Tenemos dudas, y aprovechamos al máximo los equipos”.
Esta apreciación de que hay una mejoría insuficiente es compartida por sindicatos como CSIF. “La dotación de material de protección es irregular e insuficiente. Esta es la tónica general en el sistema nacional de salud. Se superó la situación de gravedad por la ausencia de suministros, ya están llegando pero el reparto no es homogéneo”.
Curiosamente, el traspié con las mascarillas ha llevado a la mayoría de las comunidades a poner en marcha pruebas para los posibles afectados. Y esta es una reclamación de los sindicatos del sector, como CSIF, Satse y UGT: análisis para los profesionales. “Hemos mantenido la campaña #NiUnDíaMás”, no trabajar sin el material adecuado, “por el tema de las mascarillas”, dice el presidente de los colegios médicos, que añade que la siguiente iniciativa de la organización va a ser #NiUnTestMenos.
La OMC ha ido más allá, y ha anunciado que se personará como acusación particular “en aquellos casos de contagio derivados del uso de las mascarillas defectuosas”. Respecto al frente judicial, este lunes se supo que el Tribunal Supremo ha obligado a Sanidad a adoptar “todas las medidas a su alcance” para “la mejor distribución” de mascarillas, guantes y gafas entre los sanitarios.
“Ahora hay mucha preocupación”
Hasta que no se recojan las notificaciones de los sindicatos y las consejerías es imposible saber cuántos sanitarios han usado mascarillas defectuosas entre el 7 de abril, cuando se enviaron, y el 18 de abril, cuando se ordenó su retirada. Los datos que hay no permiten el cálculo.
Pero “la llegada de las mascarillas no nos hizo rebajar las medidas de seguridad”, dice la enfermera Isabel Camacho. “Aunque ahora hay mucha preocupación”. El Consejo General de Colegios de Enfermería resume: “Hay gente que trabajó todo el día con una mascarilla que protegía 10 minutos”.
En cualquier caso, en esos 10 días desde que se entregaron las primeras unidades da tiempo para que los sanitarios expuestos al coronavirus empezaran a mostrar síntomas. Sin embargo, un informe del Servicio de Medicina del Trabajo del Instituto Catalán de Salud afirma que las Unidades de Prevención “no han notado un mayor número de casos”.
Claro que el servicio no está comparando qué pasa con mascarillas buenas frente a mascarillas malas. En muchos casos compara qué pasaba cuando no había mascarillas, y qué ocurre con las defectuosas.
Con información de Virginia Vadillo, Pedro Gorospe, Cristina Vázquez, Cristina Huete y Eva Saiz
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