La conversación

Todo contribuye a que confluyamos en un momento u otro del día. Para que sepamos que no estamos solos, para sentir que algo podemos hacer, desde nuestros fortificados hogares

Luis Grañena

Ni esto es un artículo ni vosotros sois simples lectores. Esto es una charla, y forma parte de esa Conversación global que iniciamos pronto y fuimos reforzando a medida que comprendíamos que solo la fuerza del humanismo nos puede salvar.

Vuelve gente a mi vida. Llamadas, mensajes. Resurrecciones. La fuerza del cariño. La intensidad del recuerdo. Sé que también os pasa. Cuántos emoticonos deslizamos en nuestros intercambios. La red, el sistema telefónico (...

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Ni esto es un artículo ni vosotros sois simples lectores. Esto es una charla, y forma parte de esa Conversación global que iniciamos pronto y fuimos reforzando a medida que comprendíamos que solo la fuerza del humanismo nos puede salvar.

Vuelve gente a mi vida. Llamadas, mensajes. Resurrecciones. La fuerza del cariño. La intensidad del recuerdo. Sé que también os pasa. Cuántos emoticonos deslizamos en nuestros intercambios. La red, el sistema telefónico (resistid, gente de las operadoras: sois muy importantes), todo contribuye a que confluyamos en un momento u otro del día. Para que sepamos que no estamos solos, para sentir que algo podemos hacer, desde nuestros fortificados hogares. De repente, ¡un mensaje de Roberto Sánchez! Después de mucho tiempo: la repentina ráfaga de Si amanece nos vamos, de aquellas madrugadas en la SER, gente de la noche compartiendo el desvelo o el trabajo. Resulta que vuelve Roberto con una de sus secciones de mayor éxito, ¡el Juego de los Detectives! Memoria de aquella inocencia.

Me pide que participe (solía hacerles preguntas por email: Maruja, de Barcelona, me llamaban) hoy, a las nueve de la noche. Se emitirá un Juego semanal, mientras dure la emergencia: genial aporte a la Conversación. Convertirnos en detectives para solucionar una historia corta, ingeniosa y participativa, en tiempos de amargados redichos, de post-sagaces destemplados que siempre vociferan su adjudicación de culpas. Sintonizad la SER esta noche, os divertiréis y os podréis burlar de mi torpeza para descifrar pistas ficticias. Pero en la vida, ah, en la vida siempre supe reconocer a un asesino.

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