Tutores voluntarios al rescate de los alumnos sin clase

Más de 300 estudiantes de la Complutense se ofrecen a ayudar a escolares con sus tareas

Alicia Ramiro, con sus dos hijas en su casa de Madrid, en una imagen realizada por ella misma.

Enclaustrado en un apartamento pequeño que comparte con dos personas en Madrid, Adrián Plasencia, tinerfeño de 23 años, es uno de los más de 300 estudiantes de Educación de la Universidad Complutense de Madrid que respondieron este lunes al llamamiento de su facultad para convertirse en tutores escolares a distancia de alumnos de colegios e institutos que ...

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Enclaustrado en un apartamento pequeño que comparte con dos personas en Madrid, Adrián Plasencia, tinerfeño de 23 años, es uno de los más de 300 estudiantes de Educación de la Universidad Complutense de Madrid que respondieron este lunes al llamamiento de su facultad para convertirse en tutores escolares a distancia de alumnos de colegios e institutos que se han quedado sin clase. En medio de la zozobra que le genera su estancamiento académico —no puede ir a la biblioteca a consultar la bibliografía que necesita para avanzar en su trabajo de fin de grado—, Plasencia ha encontrado en la ayuda a otros alumnos una forma de realización. “Estoy disponible al 100%, porque no hago nada. No puedo salir de casa ni adelantar mi trabajo. Y no se me ocurre nada mejor que ocuparme de esto. Creo que todos los que estudiamos para este oficio deberíamos aportar nuestro grano de arena”, dice.

El plan de convertir a los estudiantes en tutores lo diseñó el equipo decanal de la facultad el fin de semana. El domingo mandaron correos electrónicos a sus alumnos —más de 3.000 entre todas las titulaciones— pidiendo voluntarios. Este lunes por la mañana lanzaron en su web el formulario que deben rellenar las familias. Y en unas horas rondaban las 300 respuestas por cada lado. Las familias anotan para qué etapa educativa necesitan ayuda —de Infantil a la preparación de la Selectividad— y en qué franja horaria les gustaría recibirla, señala la coordinadora del programa, Patricia Martín.

Una vez puestos en contacto por correo, tutor y familia deben concretar los detalles, aunque la idea en principio es que la relación se mantenga por Skype. “La respuesta está siendo muy alta. Nos están llegando voluntarios de nuestra facultad y también de otras carreras, incluso de otras universidades ofreciéndose a colaborar. A todos les pediremos el certificado de penales”, afirma el decano Gonzalo Jover. La Conferencia de Decanos de Ciencias de la Educación estudia ahora la posibilidad de ampliar la iniciativa a otros campus españoles, indica su presidenta, Carmen Fernández Morante.

“Todos estamos espabilando con esto”

“A nuestros estudiantes esto no les va a servir como sustitución de las prácticas, pero evidentemente también les será útil. Está bien que conozcan sistemas que de otra forma quizá no utilizarían. Todos estamos espabilando con cosas que antes no se nos habían ocurrido”, señala Jover.

Alicia Ramiro, madre de dos niñas de ocho y nueve años a las que intenta mantener su ritmo educativo y su equilibrio con un horario fijo y una hora de yoga después de desayunar, espera que la tutoría le ayude a cubrir las lagunas que ella, pese a ser maestra de Infantil, no puede llenar. “Mi inglés, por ejemplo, es básico, y espero que el tutor les resuelva dudas ahí”.

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