COMIDA CON.... ALMUDENA CANO

“Aprendamos de la flexibilidad de las calles indias”

La arquitecta de 27 años acumula distinciones con su proyecto para revitalizar el casco viejo de una ciudad india

La arquitecta Almudena Cano.Samuel Sánchez

La madrileña Almudena Cano, de 27 años, huye de la arquitectura espectáculo. “Esta bien que en cada ciudad haya algún referente arquitectónico, pero no miles”. Ella apuesta por una arquitectura más pegada a los problemas vecinales. “Ha habido con la crisis del ladrillo mucho debate sobre el papel de los arquitectos. Estamos para mejorar la realidad, solucionar problemas urgentes de habitabilidad”. Con su proyecto de fin de carrera sobre la rehabitación del casco histórico d...

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La madrileña Almudena Cano, de 27 años, huye de la arquitectura espectáculo. “Esta bien que en cada ciudad haya algún referente arquitectónico, pero no miles”. Ella apuesta por una arquitectura más pegada a los problemas vecinales. “Ha habido con la crisis del ladrillo mucho debate sobre el papel de los arquitectos. Estamos para mejorar la realidad, solucionar problemas urgentes de habitabilidad”. Con su proyecto de fin de carrera sobre la rehabitación del casco histórico de la ciudad india de Ahmedabad (5,5 millones de habitantes) encadena premios y publicaciones por medio mundo. Casi ha perdido la cuenta. Entre ellos el Archiprix —el más prestigioso de proyectos fin de carrera, al que concurrían 287 aspirantes de 87 países— o el de la Bienal de Arquitectura de España. Cano ha diseñado sobrefachadas que aportan un espacio extra a las viviendas indias, cocinas comunes en los patios o lavanderías con el agua del monzón. “Hay mucho que aprender del uso que hacen los indios del espacio público. Una calle puede ser un mercado por la mañana, un aparcamiento por la tarde y por la noche celebrarse una boda. Son flexibles”.

Cada viernes, Cano y sus compañeros del estudio Arenas + Basabe + Palacios comen pinchos de bacalao y cañas en una tasca del centro de Madrid. Allí tiene lugar esta entrevista que evidencia su apego a la capital. No quiere tener que cruzar el charco como sus compañeros de promoción. “Antes estos premios estaban muy bien dotados —a lo mejor 15.000 euros— y te permitían seguir investigando. Ahora son 1.000 o 2.000 euros y me los gasto en exponer el proyecto, por ejemplo, en la Bienal de Venecia”. Con estas credenciales y el apoyo de la Universidad de Ahmedabad, Cano aspira a que su proyecto indio sea una realidad. “Pretenden entrar en la lista de ciudades Patrimonio Cultural de la Humanidad, así que previsiblemente invertirán más dinero en restauración”, confía Cano. La arquitecta visitó esta urbe en 2007 junto con otros 14 alumnos de arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Allí estudió su fenómeno urbano, compartió inquietudes con los vecinos y comenzó a fraguarse en su cabeza un plan de renovación que respetase sus tradiciones y sus hábitos, pero que a su vez mejorase el saneamiento o la provisión de agua potable. En 2011 volvió para hacer trabajo de campo. Cano consiguió con su proyecto indio una plaza de doctorado para el Royal College of Arts de Londres este curso. Era tarde para solicitar una beca británica, así que intentó sin éxito una española. “Cada vez hay menos y las medias en Arquitectura no son altas —tengo un 7,5—. Imposible competir con otras carreras”, se lamenta.

Su sueño es conseguir vincular su Laboratorio de Antropología y Arquitectura (LAnA) con la UPM. El rector alaba su trabajo pero no hay dinero. Cano ha puesto en marcha este laboratorio con otra arquitecta, Isabel Gutiérrez, también de 27 años. “Queremos crear mecanismos para que las necesidades de los vecinos se canalicen a las administraciones”, cuenta. Y pone ejemplos madrileños, como el espacio público autogestionado de La Cebada o los huertos urbanos. “Son proyectos de autogestión muy residuales y habría que crear un marco teórico que los convirtiese en estructurales”. En septiembre se presentará a un concurso de espacio público en Delhi junto a dos indios, un bengalí y una holandesa que conoció en los Archiprix. “¡Cosas del mundo globalizado!”.

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