Dos personalidades distintas unidas por el cráneo

La firme determinación de Laleh y Ladan convenció al neurocirujano Keith Goh a emprender una operación extremadamente complicada

Las siamesas iraníes Laleh y Ladan, fallecidas hoy en Singapur durante la frustrada operación para separarlas, prefirieron arriesgarse a morir antes de seguir unidas por el cráneo. Nacidas el 17 de enero de 1974 en una familia pobre del sur de Irán, no pudieron beneficiarse de una operación para separar sus cerebros, distintos pero regados por una misma vena, cuando eran bebés.

Las posibilidades de éxito entonces hubieran sido mucho mayores, aunque desde que se realizó la primera intervención de este tipo, hace ya cincuenta años, cuatro de cada cinco operaciones habían concluido con la...

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Las siamesas iraníes Laleh y Ladan, fallecidas hoy en Singapur durante la frustrada operación para separarlas, prefirieron arriesgarse a morir antes de seguir unidas por el cráneo. Nacidas el 17 de enero de 1974 en una familia pobre del sur de Irán, no pudieron beneficiarse de una operación para separar sus cerebros, distintos pero regados por una misma vena, cuando eran bebés.

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Las posibilidades de éxito entonces hubieran sido mucho mayores, aunque desde que se realizó la primera intervención de este tipo, hace ya cincuenta años, cuatro de cada cinco operaciones habían concluido con la muerte de alguno de los siameses o heridas irreversibles. Pero en este caso el riesgo era mucho mayor, pues nunca se había intentado un caso tan complicado.

Licenciadas en Derecho por la Universidad de Teherán, Laleh y Ladan tenían personalidades bien distintas y estaban determinadas a separarse. "Nos gustaría mirarnos a la cara sin usar un espejo", habían dicho en alguna ocasión. Su deseo había chocado siempre con el mismo argumento -"demasiado arriesgado"- hasta que su determinación convenció al neurocirujano Keith Goh, el hombre que separó en 97 horas a dos bebés nepalíes en 2001.

De sus diferentes personalidades hablan sus distintas aficiones. Laleh estaba decidida a ejercer como abogada y usaba su ordenador para jugar. Ladan, en cambio, quería ser periodista y le encantaba leer los diarios por Internet y consultar su correo electrónico.

Su combate había movilizado a amigos, familiares y multitud de desconocidos integrantes de la comunidad iraní en Singapur. "Quiero estar cerca de ellas", había explicado una de sus amigas de la adolescencia, Monteza Fooladi, desplazada desde Irán. "Ellas han llevado una vida muy difícil, pero reían mucho y siempre estaban juntas".

El presidente de Irán, Mohamed Jatami, había ofrecido personalmente su apoyo a la operación y el de la nación iraní. Jatami incluso mandó un enviado especial a Singapur para anunciar que Teherán pagaría la factura de 300.000 dólares que costaba la operación.

Laleh y Ladan, por fuera de la facultad de Derecho de Teherán, en una imagen del año pasado.AP