Ana Tenorio: “La cerámica te pide ir lento, es un medio en el que las prisas no ayudan a nada y hay fracasos”

Tras una vida dedicada al diseño gráfico dio un vuelco a su vida para crear cerámica en una aldea gallega. Restaurantes como Casa Solla o Aponiente utilizan sus piezas

La ceramista trabajando en su taller de Marcosende, en el Concello de Vigo.CORTESÍA DE ANA TENORIO

“La cerámica es alquimia. Trabajas con los cuatro elementos: el agua, la tierra, el fuego y el aire. La tierra es el material; el agua es el medio por el que esa tierra se humedece y puede ser plástica, modelada; el aire la seca, y el fuego la cuece, cierra la forma. Es un proceso mágico, misterioso, se te escapan cosas que no controlas tú, hay sorpresas. Es como la naturaleza misma, que es sorprendente, a veces da miedo, tiene sus propias leyes”, explica con calma Ana Tenorio (Vigo, 50 años) desde Marcosende, la aldea del Concello de Vigo en la que abrió en 2015 el taller de ...

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“La cerámica es alquimia. Trabajas con los cuatro elementos: el agua, la tierra, el fuego y el aire. La tierra es el material; el agua es el medio por el que esa tierra se humedece y puede ser plástica, modelada; el aire la seca, y el fuego la cuece, cierra la forma. Es un proceso mágico, misterioso, se te escapan cosas que no controlas tú, hay sorpresas. Es como la naturaleza misma, que es sorprendente, a veces da miedo, tiene sus propias leyes”, explica con calma Ana Tenorio (Vigo, 50 años) desde Marcosende, la aldea del Concello de Vigo en la que abrió en 2015 el taller de Witchneeds, su firma de cerámica. Reconoce entre risas que el nombre, algo así como ‘necesidades de bruja’ en inglés, no es casual. Ella decidió dar un vuelco a su vida, dejar la ciudad y su trabajo en diseño gráfico para adentrarse en el bosque y, desde el rural, modelar con sus manos piezas que día a día descubren personas de todos los rincones del mundo al comer en restaurantes como el gaditano Aponiente (tres estrellas Michelin) o el pontevedrés Casa Solla (una estrella).

Vajilla Outside. Entre los premiados restaurantes que tienen sus piezas figuran A Tafona, Culler de Pau, Eirado da Leña o Silabario.ALFONSO DURÁN

Esa alquimia cotidiana con la que convive Tenorio llama la atención de los comensales de estos premiados locales. “Me contacta gente para que les haga piezas como las que había en el restaurante para su casa... Antes tenía más tiempo y me encantaba hacerlo, pero ahora es más difícil”, explica la creadora. ¿La artesanía es palpable, aumenta la experiencia gastronómica? “Yo creo que sí, adquieres una conciencia con el objeto distinta. La gente toma el café en una de mis tazas y nota que no es industrial. Intentan entenderlo, piensan de dónde viene, cómo estará hecho... Y alguna de esa gente a la que le provoca curiosidad coge el coche y viene a mi casa”.

Con el chef gallego Pepe Solla, hablando sobre las piezas que Tenorio crea para su local Casa Solla.CORTESÍA DE ANA TENORIO

Al llegar allí encuentran a ‘la bruja’ en plena creación. “Quiero mantener la magia, la inocencia, que no se pierdan estas cosas y recuperarlas para nuestra vida, compartirlas con el mundo”, asegura. Cree que en el momento actual se aprecia lo artesanal, pese a las réplicas y copias que proliferan. “Lo bueno es que como la cerámica se está expandiendo se está educando el ojo que no es experto y la gente empieza a distinguir qué está hecho a mano y qué no, se valora”, argumenta. Ella misma crea sus pastas con los materiales que tiene cerca, fruto de ensayo y error. Moldea con sus manos cada pieza. Es un proceso pausado, de naturaleza, escucha y creatividad. La cerámica, para ella, conforma una filosofía vital: “Te pide ir lento, es un medio en el que las prisas no ayudan a nada y hay fracasos... Te lleva a ritmos más naturales que al final trasladas a todos los ámbitos de tu vida”.

La colección El bosque interior.ALFONSO DURÁN

La descubrió de niña, cuando empezó a hacer esculturas efímeras, que no cocía. “Solo daba forma al barro, hacía pocas cosas utilitarias, recuerdo una lámpara con una muñeca con una bóveda celeste”, relata. Estudió Bellas Artes, parte de la segunda promoción de la facultad en Pontevedra, y en esos años dejó esta disciplina de lado. “Hacía vídeo, pintura, fotografía, me atraían esos medios en los que no tenía tanta intuición”, justifica. Se dedicó al mundo digital, como diseñadora gráfica, creó logotipos. “Cuando acabé de estudiar me puse en el mundo laboral, tuve mis hijos… Trabajé por mi cuenta, para empresas de videojuegos, empecé otra empresa textil, diseñaba ropa, alfombras... Luego decidí recuperar la cerámica, me faltaba un mundo por descubrir. Y me volví a enganchar como cuando era niña”. Ahí empezó a descubrir las necesidades de la bruja. A jugar con los elementos.

El cuenco Mínima es una de sus creaciones, y se utiliza en el restaurante Barro de Ávila.CORTESÍA DE ANA TENORIO

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