Carlos Benaïm: “La gente quiere salir, vivir… Por eso compran más perfumes que nunca. Lo que pasa en nuestra industria es un reflejo sociológico”
En algo más de medio siglo de trayectoria el maestro perfumista ha presenciado y protagonizado algunos de los grandes cambios de la industria. Ahora repasa su influyente carrera en unas memorias imperdibles para cualquier interesado en el mundo de las fragancias
Cuando Carlos Benaïm (Tánger, Marruecos, 81 años) llegó al mundo de las fragancias como aprendiz, a finales de los sesenta, se sintió un intruso. Entonces el oficio de perfumista, tremendamente endogámico, se transmitía de padres a hijos: “Yo no tenía nada que ver, pero primero porque la mayoría no estaban tan preparados. En Grasse en aquella época, cuando un chico no iba bien le metían de perfumista; pero yo venía de hacer estudios químicos muy avanzados, había empezado un doctorado y dejé todo para hacer algo creativo que no conocía, sin tener ni idea de si iba a salir bien”, cuenta en la sede de la Academia del Perfume en Madrid, donde presenta su autobiografía A Scented Journey (Nez Éditions). Maestro perfumista en IFF y Académico de Número, sillón Poleo, la Academia le acaba de otorgar también la mención Leyenda del Perfume.
Sobra decir que aquella apuesta por los aromas le salió redonda y hoy, más de 50 años después, es uno de los narices más reputados y uno de los expertos que mejor han sabido leer los gustos de cada momento. Lo hizo tras mudarse a Nueva York, cuando en 1978 creó la primera fragancia masculina de Ralph Lauren, Polo, o unos años después con Beautiful para Estée Lauder (1985). Con ambas contribuyó a dar forma a la pujante industria de la perfumería en Estados Unidos.
Eran años clave que Benaïm retrata con agudeza. Pronto entendió que las notas frescas que gustaban en la vieja Europa no dejaban huella en su país de adopción: “Necesitabas crear un impacto inmediato, sin introducir la esencia a través de la bergamota. Parecía que la sutileza europea era opuesta al estilo directo de los americanos. Pedían fragancias poderosas que reflejaran su carácter: grande, audaz, directo e impaciente”. Poderosa fue la fragancia que desarrolló para Elizabeth Taylor, White Diamonds. “Le hice pasar un test olfativo, aunque no es habitual con este tipo de personajes. Podía haberme mandado a paseo, pero tenía muy claro lo que quería”, recuerda sobre el encuentro con la actriz. Aquel embriagador jugo saturado de flores blancas y aldehídos se convirtió en uno de los más vendidos: “No nos lo esperábamos. El éxito siempre te sorprende. Con suerte sale uno de ese nivel cada cinco años”.
Esa capacidad para entender a la sociedad no ha perdido agilidad, al contrario: recientemente ha clavado el sentir joven con My Way de Armani (2020) o Libre de Yves Saint Laurent (2019). “Hoy hay muchos perfumes unisex o algunos como Libre, que utilizan códigos masculinos para hacer femeninos y al revés. Refleja lo que está pasando en el mundo, donde hay mucha más fluidez entre géneros. Es uno de los cambios más radicales que estamos viendo. Además, tras la pandemia hubo ansiedad y ahora la gente quiere aprovechar, salir, vivir… Por eso compran más perfumes que nunca. Lo que pasa en nuestra industria es un reflejo sociológico”.
Su trayectoria plasma cómo ha cambiado la labor del perfumista, empezando por la composición: “En el pasado se trabajaba con fórmulas más complejas para reproducir por ejemplo el jazmín absoluto. Eran mezclas que te recordarían a las pinturas holandesas del XVI. Después se fue simplificando. Ahora hemos vuelto a los naturales, pero sin adulteraciones y con técnicas sostenibles”. Hoy sus estructuras se parecen más, siguiendo la analogía pictórica, a un Rothko o a un primer plano floral de Georgia O’Keeffe y, como ella, “tomo lo que los consumidores no pueden ver y les sorprendo”, escribe en su libro. También ha variado la organización, que hoy es más trasparente (los narices son estrellas) y colaborativa. “Hacemos proyectos que duran a veces dos, tres o cuatro años en varios países. Es más complejo y la única manera de hacerlo es aunando fuerzas. Es un gran cambio”.
A los 55 decidió cultivar una afición y se matriculó en la Art Students League, donde estudiaron Pollock o Rothko. Hoy pinta en sus ratos libres, es políglota (responde a esta entrevista en castellano), le gusta la fotografía y, como demuestran sus memorias, podría tener carrera como escritor. Lo que no es Benaïm es nostálgico y reniega de cualquier sentimentalismo que enaltezca el pasado; prefiere mirar a los jóvenes perfumistas (ha sido mentor de muchos) y a ellos les dedica el último apéndice de su libro con consejos universales: “Alimentad vuestra creatividad viviendo tantas experiencias como sea posible, sin sentir que debéis preservar las ideas que os inspiren. Volverán cuando estéis trabajando en vuestras creaciones”.
A Scented Journey
Nez Éditions, 2025
184 páginas. 30,95 euros
Disponible en inglés y francés