Cultivar una afición mejora la salud de los mayores, asegura un estudio que coloca a España a la cola de los países analizados
Un metaanálisis comparativo de 16 países muestra que en España solo el 51% de los mayores de 65 años tienen un ‘hobby’ frente al 96% de los daneses
Cuando se mudó del centro de Madrid a Móstoles, lo primero que hizo Cristina Gil, de 73 años, fue presentarse en el centro de mayores. No conocía a nadie en el barrio y tenía tiempo libre, así que decidió llenar su rutina de actividades. “Ahora empiezo teatro, llevo un año y pico con ello. También hago mindfulness y estiramientos. Este año me he apuntado a baile en línea” enumera al teléfono. Todas las semanas va al cine y de vez en cuando al teatro. Un metaanálisis que publica este lunes ...
Cuando se mudó del centro de Madrid a Móstoles, lo primero que hizo Cristina Gil, de 73 años, fue presentarse en el centro de mayores. No conocía a nadie en el barrio y tenía tiempo libre, así que decidió llenar su rutina de actividades. “Ahora empiezo teatro, llevo un año y pico con ello. También hago mindfulness y estiramientos. Este año me he apuntado a baile en línea” enumera al teléfono. Todas las semanas va al cine y de vez en cuando al teatro. Un metaanálisis que publica este lunes la revista Nature Medicine asegura que esta actitud es positiva: cultivar aficiones mejora la felicidad y la calidad de vida pasados los 65 años. “Es una realidad como un castillo”, subraya Gil, tirando no tanto de ciencia como de experiencia personal. “Cuando llegué aquí me sentía sola y mal, ahora me he hecho con un grupo de amigos, todos en mi situación, y estoy muy bien”.
“Las aficiones pueden tener el potencial de proteger contra el deterioro de la salud mental y la mejora del bienestar relacionados con la edad”, explica por email Karen Mak, investigadora estadística del University College de Londres y coautora del estudio. “Y esto tiene profundas consecuencias para la morbilidad y la mortalidad”, añade. Estas conclusiones vienen a confirmar una idea que la literatura científica lleva años señalando. Es la magnitud de su base de datos y la transversalidad de sus conclusiones lo que hace especial este estudio. Y las diferencias entre países.
El metaanálisis ha analizado cinco estudios, con los datos de 93.263 personas de 16 países diferentes. Y señala que el caso de Cristina puede ser ideal, pero no es tan común en España. Solo el 51% de los españoles mayores de 65 años tiene un hobby, el porcentaje más bajo de los países analizados, solo por delante de China (aunque en este caso hay truco, pues allí solo se preguntó por aficiones sociales, descartando aquellas más solitarias). Dinamarca (96%), Suecia (95,8%) y Suiza (94,4%) registraron los niveles más altos de jubilados con aficiones, seguidos de Alemania (91%), Austria y Japón (90%). En el otro extremo de la tabla, Italia (54%), España (51%) y China (37,6%) presentan los niveles más bajos.
El estudio señala que las personas que viven en países con mayor esperanza de vida o niveles de felicidad más altos “pueden tener más probabilidades de tener una afición”, poniendo a Dinamarca, Suecia y Suiza como ejemplo. Según los últimos datos de Eurostat, España es el país de la Unión Europea con mayor esperanza de vida. “Hay muchas razones posibles que expliquen este porcentaje de aficiones más bajo”, matiza la profesora Mak: “El índice de democracia, el índice de gasto social, el PIB per cápita, las desigualdades, la política social…”. Todos los datos de los países europeos provienen del mismo estudio, la Encuesta sobre salud, envejecimiento y jubilación en Europa, así que no habría una discordancia metodológica. En España los datos son más bajos en un porcentaje aplastante, y el propio estudio anima a los países a tomar medias. “Garantizar el acceso a hobbies debería ser una prioridad para promover un envejecimiento saludable”, señala.
A la hora de que una persona mayor se anime a cultivar una afición, hay otros condicionantes, más allá de los países. Mak señala, a escala comunitaria, “la seguridad del vecindario, la conectividad social y las relaciones sociales”. En el plano individual, las personas con ciertos datos demográficos pueden tener menos probabilidades de mantener ese hábito: “Por ejemplo, los hombres, las personas con niveles educativos y económicos más bajos”.
Cristina Gil es mujer. Clase media. Asegura que su barrio de Móstoles es “alegre y seguro”. Destaca que los descuentos en el cine y los centros de mayores le han facilitado el poder practicar sus aficiones. Cumple, una por una, las condiciones que apunta Mak. Pero su caso apenas representa a la mitad de los mayores de 65 años en nuestro país.
Óleos por cañas
Las barreras que limitan los comportamientos de ocio de las personas pueden ser variadas, pero una vez superadas, los efectos beneficiosos son evidentes. Y aquí no hay grandes diferencias entre países. “Aunque las personas que viven en España tengan una tasa de afición comparativamente más baja, la asociación entre la afición y la satisfacción con la vida es aquí similar a la de países con tasas de afición mucho más altas como Austria, República Checa y Suiza”, detalla el estudio.
“La verdad es que los datos de España me han sorprendido muchísimo”, reconoce al teléfono Bryan Strange, director del Laboratorio de Neurociencia Clínica de la Universidad Politécnica de Madrid. Strange es británico y lleva 10 años viviendo en Madrid. Admite que puede ser un sesgo personal, pero siempre ha pensado que los ancianos en España tienen una vida social muy activa. “Igual tiene algo que ver con la forma de socializar”, reflexiona. “Un hobby no es la palabra más acertada para clasificar lo que hace una persona mayor en España. El simple hecho de estar con familia, de ir al bar, no cuenta como hobby, pero es algo social”.
Gil responde a las preguntas de EL PAÍS mientras desayuna chocolate con churros con sus amigos de teatro. “Lo hacemos muy a menudo”, reconoce. “Después del ensayo, acabamos tomando una caña todos juntos, de cháchara. Cuando vamos a ver exposiciones, salimos a comer. Socializamos mucho en bares, la verdad”, resume.
El tiempo y el carácter puede haber hecho que en los países mediterráneos cambien las clases de pintura por la cervecita en el bar. Pero esto puede tener efectos igualmente positivos. “Al final se trata de mantenerse activo y mantener relaciones sociales”, apunta Strange.
El experto valora positivamente el estudio, asegura que sus datos son “interesantes, pero no sorprendentes” y señala que en cualquier caso son observacionales. “Eso significa que no se puede asegurar la causalidad”, puntualiza. “Puede que la persona que está bien, esté más motivada a hacer cosas. Igual no es el hobby el que cambia salud mental, sino la buena salud mental la que conduce a tener un hobby”, añade.
En cualquier caso, Strange señala que mantenerse activo y cultivar aficiones es algo importante “no solo cuando eres mayor, sino también en la mediana edad”. Él participó en un estudio sobre los llamados superagers o superancianos, personas que con 80 años mantienen una memoria propia de gente de 50. Y entre las conclusiones a las que llegaron, señalaban que tener un propósito o un motor en la vida ayuda. “Uno de los factores que predicen llegar a ser un superanciano es haber tenido mucha actividad en esta época, de los 40 a 50 años. Tener aficiones es bueno y mantenerlas durante toda la vida, necesario. Porque cuando somos jóvenes es fácil, pero luego tienes más compromisos con tu tiempo, entre trabajo y familia”.
El creciente envejecimiento de la población supone un reto para la salud mundial. A medida que se alarga la esperanza de vida, también se buscan mecanismos para conseguir mejorar su calidad. Algunos pasan por algo tan simple como potenciar las aficiones y socializar. Este estudio ha intentado poner en contexto las distintas realidades de 16 naciones. En todas ellas los beneficios de las aficiones son los mismos, pues esto es algo que trasciende el contexto sociocultural. Pero no en todos los países se les da la misma importancia.
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