Revista #05 / En portada

Reed Hastings: “Netflix no busca hacer imperialismo cultural, pero tampoco es antimperialista”

Reed Hastings, fundador de la plataforma de 'streaming', nos recibe en el cuartel general de la empresa que este año estrenará tantas películas como todas las grandes productoras hollywoodienses juntas

El fundador de Netflix, Reed HastingsAdam Rose

Cuando aún no peinaba canas, un Reed Hastings (Boston, 1960) jovenzuelo se fue a Suazilandia a enseñar matemáticas, en parte por aventura y en parte por altruismo. Décadas después, es una de las estrellas más rutilantes de Silicon Valley, con una fortuna que Forbes estima en más de 2.800 millones de euros. Y subiendo. Hastings, CEO de Netflix, ha pasado de distribuir por EE UU 1.000 millones de DVD a domicilio a desplegar una plataforma digital de entretenimiento en streaming que pasa ya de los 125 millones de suscriptores en 190 países. Y subiendo. Este año, Netflix estrenará 80 películas. La...

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Cuando aún no peinaba canas, un Reed Hastings (Boston, 1960) jovenzuelo se fue a Suazilandia a enseñar matemáticas, en parte por aventura y en parte por altruismo. Décadas después, es una de las estrellas más rutilantes de Silicon Valley, con una fortuna que Forbes estima en más de 2.800 millones de euros. Y subiendo. Hastings, CEO de Netflix, ha pasado de distribuir por EE UU 1.000 millones de DVD a domicilio a desplegar una plataforma digital de entretenimiento en streaming que pasa ya de los 125 millones de suscriptores en 190 países. Y subiendo. Este año, Netflix estrenará 80 películas. Las seis grandes productoras de Hollywood, todas juntas, no llegaron a 100 en 2017. Y se gastará 5.700 millones de euros entre series, documentales y largometrajes; más de tres veces lo que invertirá HBO.

Sin embargo, no hay euforia en el Hastings que se sienta frente a EL PAÍS Retina en una discreta sala de reuniones vacía en la sede de la empresa en Los Ángeles. Las emociones que transmite son dos: cautela y mesura. Nada que ver con su actuación un par de horas después, ante una sala de prensa con más de un centenar de periodistas de todas las nacionalidades. Ahí, Hastings saca su lado showman. Ante una pregunta del público sobre qué hacer con la competencia, dice: “La pregunta que me haces es: ¡Los peces gordos quieren acabar contigo! ¿Qué vas a hacer para impedirlo?”. Y el auditorio estalla en carcajadas.

Reed HastingsAdam Rose

Pero en el tête à tête, Hastings mide bien el riesgo. Nada de declarar una posición política clara, a pesar de que Netflix se ha alineado con unos contenidos progresistas y con la ola antiglobalización y prominorías. Nada de afirmar que Disney y Netflix se están pisando los callos día sí y día también gastando dinero para fichar a los mejores talentos del planeta. Nada de euforia por pertenecer a ese club de empresas valoradas en Bolsa en más de 100.000 millones de dólares.

Hastings, afable y comedido, esquiva los grandes titulares. Tal vez porque el tablero ya ha desvelado sus fichas y la batalla encarnizada por el dominio del entretenimiento está en pleno apogeo. Disney lanzará su servicio de streaming en 2019. Amazon no deja de comprar jugosos derechos como los de El señor de los Anillos. Y se rumorea que Apple podría lanzar su propia apuesta en el sector este mismo año, remodelando Apple Music. Hastings está en lo cierto. Todos los peces gordos quieren acabar con él y su gran ene roja.

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El tema de arranque de la entrevista es espinoso. Netflix ha intentado varias veces poner un pie en las salas de cine. Y las salas de cine se lo han cortado. En 2014, anunciaba un trato con IMAX —la compañía que compite con Dolby por ofrecer las salas de mayor calidad de imagen y sonido— para estrenar sus títulos en pantalla grande. El pistoletazo de salida sería la secuela de un clásico contemporáneo, la oscarizada Tigre y dragón, de Ang Lee. Pero las grandes asociaciones de exhibidores —AMC, Regal y Cinemark— anunciaron su boicot en todas las salas IMAX que controlaban, que eran la mayoría. Años después, los mismos exhibidores repitieron boicot en Corea del Sur a la película Okja, a pesar de estar dirigida por uno de los cineastas más reputados de ese país: Bong Joon-ho. Los comentarios negativos del director de más éxito del presente, Christopher Nolan, y la decisión del Festival de Cannes de bloquear las películas que no pasen por las salas a partir de 2018 son zancadillas que Hastings reconoce.

P. ¿Será suficiente con tener una película de Oscar [el documental Icarus, sobre el dopaje en el deporte] para que las salas de cine dejen de hacer boicot a Netflix?
La revolución del ‘streaming’ es producir éxitos mundiales desde cualquier parte del planeta
R. Los exhibidores solo intentan proteger su negocio. Y nosotros no queremos dañarlos. Pero es cierto que si la misma película se estrena a la vez en las salas y en los hogares, mucha gente la va a ver en casa. Es exactamente igual que las ediciones de bolsillo. Cuando arrancaron, las editoriales que publicaban en tapa dura creían que iba a ser terrible para el negocio. Pero lo cierto es que las formas —la cubierta del libro por así decirlo— pueden cambiar, lo que importa es el arte que subyace. La pregunta que el artista debe hacerse es: ¿puedo contar una buena historia en formato audiovisual? Y si puede, nosotros somos una vía muy estimulante para distribuirla, porque tenemos más de 100 millones de suscriptores en todo el mundo y eso significa que su película o serie la puede ver potencialmente mucha, mucha gente. Y ese es el principal fulcro que tiene Netflix para competir.
P. ¿Por qué cree que hay esta impresión de que Netflix es hostil a las salas?
R. Es difícil decir por qué. Yo creo que es porque si estrenamos simultáneamente con los cines, es probable que menos gente vaya a los cines. Así que los dueños de las salas no están equivocados. Lo crucial para nosotros es que queremos hacer felices a nuestros consumidores. Yo puedo cocinar, pero también voy a restaurantes. Y de la misma manera un espectador puede querer ver parte de sus películas en casa y parte en una sala de cine. En el fondo, es natural. Internet es lo nuevo. Cualquier campo en el que se produce un gran cambio liderado por gente joven en Internet no siempre recibe amor de su sector. Pero no pasa nada. Tenemos clientes de sobra a los que ofrecerles las mejores películas y series de las que seamos capaces.

La gran baza que está aprovechando Netflix con esos millones y millones de clientes es la diversidad. Al contrario que el Hollywood de siempre, que ha usado las películas para ejercer el llamado poder blando, la colonización cultural a través de vender el estilo de vida propio como el ideal, Netflix se postula como una compañía global que además contrata a los mejores talentos de cada país. La estrategia ya está dando sus frutos y series como la española La casa de papel, la brasileña 3% o la alemana Dark han sido éxitos mundiales, según la compañía (que nunca da datos exactos de audiencia). Al punto de que han sido mucho más vistas fuera de sus países de origen que dentro.

P. Ha sido profesor de matemáticas en África. Ha visto mundo. ¿Tiene algo que ver su biografía con esta visión multicultural que tiene su compañía?
R. Bueno, esto lo valoramos más bien por el deseo de los consumidores. Si los consumidores quieren Hollywood, les damos Hollywood y no nos sentimos culpables por ello. Si los consumidores quieren La casa de papel, que ha sido un tremendo éxito para nosotros, pues se lo damos también. Queremos producir a lo largo y ancho del mundo y darle a la gente la posibilidad de elegir. No queremos hacer ni imperialismo cultural ni ser antimperialistas. Nuestra agenda es lograr que la gente sea feliz.
P. ¿Qué cree que le aporta al espectador ver películas autóctonas de otras culturas?
R. Vi una película rusa hace un par de semanas, El estudiante, no está en Netflix [risas]. Lo que me fascinó es que podría ser un instituto de EE UU. El chaval religioso que tiene problemas con sus compañeros hace algo malo… Una historia bonita. El caso es que yo me siento desconectado de cómo es la Rusia contemporánea… Todo lo que oímos es lo que pasa entre Putin y Trump. Reconforta ver a una familia normal de Rusia enfrentándose a los mismos problemas a los que me enfrento yo con mi familia.

Así que apostamos más por la conexión entre diferentes culturas que por lo geopolítico. Sea con 3%, o con O mecanismo, la nueva serie de José Padilha [director de varios capítulos de Narcos] que va a ser muy polémica, porque investiga la trama de corrupción gubernamental de Brasil. [En el momento de realizar esta entrevista la serie aún no se había estrenado; en efecto, ha sido tan polémica como predijo]. Producir toda esta diversidad es estupendo.

P. Leí en una entrevista que durante su tiempo como profesor de matemáticas en África se percató de pronto del poder de la televisión para inspirar a la gente. ¿Por qué?
R. La televisión, y la radio antes, han sido fuerzas tremendamente positivas para la conexión social. Para construir un sentimiento de humanidad y también de identidad como país, tanto en lo deportivo como en las series de ficción. Crecí con la televisión y estaba acostumbrado a su presencia. Cuando ejercí como profesor de matemáticas en Suazilandia no tenía televisión. Así que esa diferencia [entre tenerla y no tenerla] se me hizo muy evidente.
P. Pero con Internet, la cosa cambia.
R. Lo bueno es que Internet está llegando a todas partes. Más de 2.000 millones de personas usan Facebook y Youtube. Y sigue creciendo. E Internet va a alcanzar a toda la red de teléfonos móviles, y hablamos de unos 6.000 millones de aparatos, en los próximos 10 años.

Uno de los fenómenos en Internet son sin duda los videojuegos. Netflix les ha guiñado el ojo. Diversas fuentes de la industria han afirmado a esta publicación, anónimamente, haber mantenido conversaciones con la compañía, y algunas dan por hecho que forma parte de una estrategia de incursión en el negocio que potencialmente pondría patas arriba esa industria. Hay que tener en cuenta que Netflix tiene casi 50 millones más de usuarios que la consola más vendida del momento, la PlayStation 4. Que un modelo de videojuegos por streaming en tarifa plana amenazaría aún más a las menguantes ventas en las tiendas físicas y eliminaría la necesidad de una consola para jugar. Y que es una industria que factura casi el triple que la taquilla del cine: cerca de 90.000 millones de euros en 2017.

P. ¿Están dando los primeros pasos, como se comenta a puerta cerrada en el sector del videojuego, para integrar juegos en streaming en Netflix?
R. No tenemos ningún plan de entrar en el sector de los videojuegos. Pero sus historias y personajes a veces funcionan de maravilla en un medio narrativo lineal como las películas o las series de televisión. Por eso los creadores de videojuegos están intentando que sus creaciones se conviertan en películas y series.
P. ¿Por qué se ha decidido que una serie del videojuego The Witcher se haga en Polonia en vez de llevársela a Hollywood?
R. Es una gran historia y creemos que van a hacer un gran trabajo contándola desde Polonia. Simplemente. Si pensáramos que se podría hacer mejor desde Hollywood, la hubiéramos hecho en Hollywood. La razón es la visión creativa y vuelvo a apuntar a algo que ya le he comentado: cómo complacer a nuestros espectadores. No nos preocupa de qué país viene la historia.
P. En 2017, Netflix compró Millarworld, el universo creativo del guionista de cómics Mark Millar. Ese mismo año anunció que lanzaría su primer tebeo como editorial, La orden mágica, de Millar. ¿La razón para fichar a Mark Millar es tener una suerte de laboratorio creativo propio para futuras producciones?
R. Millar es un talento extraordinario y ha creado una enorme cantidad de cómics estupendos. Como has señalado, esos tebeos los podemos convertir en series y películas. Creo que si miras lo que ha supuesto Marvel para Disney o DC Comics para Warner Bros., ves que puede ser algo que nos dé muchos beneficios. Estamos desarrollando con Mark todo tipo de franquicias con un gran elenco de personajes a los que podrás seguir por múltiples generaciones a través de múltiples vías.

Ligado a este desembarco hay otro. El merchandising, es decir, los pijamas, muñecos, tazas, ropa y cualquier otro producto que se pueda asociar a personajes del mundo del cine. Los beneficios que obtienen compañías como Disney por estos productos enanizan a los de las propias películas. En 2016, un año de récord para Disney con más de 5.700 millones de euros en taquilla, recaudó más de 46.000 millones en merchandising. Netflix comienza a tener sus propias creaciones, como Stranger things.

P. ¿Quieren estar también en la liga del merchandising? ¿Cree que correrían el riesgo de comprometer la calidad?
R. Bueno, esto es igual que cómo ves Netflix. Lo ves en tu ordenador, en tu móvil, en tu televisión… Pero no producimos nuestro contenido teniendo en mente solo uno de esos dispositivos. Queremos producir una gran historia para todos. Lo mismo para el merchandising. Si tenemos nuestro propio Pantera negra y hay una mercadotecnia que funciona con ella, pues eso podría estar bien. O Stranger things. Pero eso no es nuestro núcleo. Nuestro núcleo es cómo hacer grandes historias que la gente quiera ver y hablar sobre ellas. No el merchandising o cualquier otra cosa.
P. ¿Cree que el hecho de que la compañía tenga raíces con Silicon Valley ha ayudado a su éxito y a mantener una visión coherente de cómo crecer?
R. Es difícil precisar. En ciertos sentidos, se podría decir que empezamos en realidad en Los Ángeles… Pero lo que está claro es que somos una gran mezcla de la cultura techie y la cultura narrativa, que ahora mismo ya es global y no solo de Hollywood. La oportunidad es haber creado esta enorme red para que los narradores muestren sus historias.
P. Me gustaría que desarrollara un poco el ejemplo de Casa de papel para resumir algo que antes era imposible. ¿Cómo una serie española, o de cualquier parte del mundo fuera de Hollywood, se convierte de pronto en un fenómeno mundial?
R. Esta es la revolución. Netflix ha demostrado que es posible hacerlo sin perder series estupendas de Hollywood como Orange is the new black o Las chicas Gilmore. Y tenemos casos como el de Narcos que ya son híbridos. Es una mezcla genial entre la productora del cine más antigua del mundo [la francesa Gaumont] y una compañía americana de streaming [Netflix] produciendo juntas una serie que se rueda en Colombia y en México, en español y en inglés, con una gran estrella brasileña. Esto es el mundo conectado. De esto va Internet. Y de esto va nuestra manera de hacer historias.
P. Hablemos de la competencia. Todos los periodistas comentamos la guerra por el streaming y ustedes nos dicen que estamos equivocados. Deme argumentos para demostrar su punto de vista.
R. Bueno, si piensas en Android y iPhone, ahí tienes dos grandes actores y un mercado partido en dos. Hay ventajas en todos los modelos de mercado y al final depende de lo buenos que sean tus competidores. En nuestro caso, los tenemos muy, muy buenos. Algunos son directos, como HBO. Y hay otros que son indirectos. Por ejemplo, la radio. O los videojuegos. O los deportes. Si quieres llamarlo guerra, puedes, pero en realidad la guerra es por el amor de los espectadores. Si hacemos las cosas bien, tendremos una porción de ello. Pero no creo que nadie vaya a lograr monopolizar todo el entretenimiento. Exactamente igual que pasa con los medios de comunicación o los videojuegos. Habrá múltiples actores.
P. Última pregunta, sobre el caso Kevin Spacey y sus presuntos comportamientos acosadores durante el rodaje de House of cards. ¿Cómo pudo pasar desapercibida una situación de acoso como esta y qué medidas se han tomado para que algo así no vuelva a ocurrir?
R. Nos gusta asumir riesgos, probar cosas nuevas y ser ambiciosos. Y a veces surgen problemas, como nos pasó en esta serie, y tenemos que resolverlos. Y creo que la siguiente temporada, con el auge de Claire Underwood, será muy emocionante y muy apropiada. No intentamos evitar los problemas. Lo que intentamos es apoyar a cineastas ambiciosos. Y, si surgen problemas, lidiar con ellos.

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