La sombra imborrable de Rita Barberá

La justicia investiga a la familia de la exalcaldesa de Valencia por cobrar presuntamente mordidas mientras la derecha vuelve a reivindicarla

Rita Barberá, con Mariano Rajoy y Francisco Camps, en el balcón del Ayuntamiento de Valencia durante las Fallas de 2009.CARLES FRANCESC

Tenía una personalidad arrolladora. Y una trayectoria política formidable: no ganaba, arrasaba, elección tras elección. Su carácter autoritario quedaba a menudo oculto tras una simpatía y una naturalidad que la hicieron la alcaldesa más popular de España. Todo en torno a Rita Barberá era exagerado, tal vez excesivo. También su caída en desgracia. Y ahora, tres años después de morir sola en la habitación de un hotel de Madrid, sin carné del PP, el partido que ayudó a fundar y acorralada por casos de corrupción en su Ayuntamiento...

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Tenía una personalidad arrolladora. Y una trayectoria política formidable: no ganaba, arrasaba, elección tras elección. Su carácter autoritario quedaba a menudo oculto tras una simpatía y una naturalidad que la hicieron la alcaldesa más popular de España. Todo en torno a Rita Barberá era exagerado, tal vez excesivo. También su caída en desgracia. Y ahora, tres años después de morir sola en la habitación de un hotel de Madrid, sin carné del PP, el partido que ayudó a fundar y acorralada por casos de corrupción en su Ayuntamiento, su figura sigue planeando sobre Valencia, la ciudad que gobernó con puño de hierro durante 24 años.

Al mismo tiempo que su nombre es reivindicado de nuevo por el PP (y también por Vox), afloran nuevos escándalos esta vez en torno a su familia. El cuñadísimo, al que Barberá consideraba un hermano, el abogado José María Corbín, fue detenido esta semana por el presunto cobro de comisiones a contratistas municipales en los años en los que Barberá mandaba. La esposa del detenido y hermana de la alcaldesa, Asunción Barberá, así como las tres hijas del matrimonio, figuran entre la docena de investigados por la justicia en el marco de la bautizada como Operación Azud. Corbín, en prisión desde el jueves, está acusado de cohecho, malversación, tráfico de influencias, delito fiscal y blanqueo de capitales.

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Después de dos días de registros e incautación de abundante documentación, la justicia investiga si Corbín se aprovechó, supuestamente, de su parentesco con la regidora para hacer que los empresarios interesados en hacer negocios con el Ayuntamiento valenciano pasaran por caja. La red presuntamente dirigida por Corbín cobró más de un millón de euros en mordidas.

Ante la UCO han declarado estos días Diego Elum, socio de Corbín, y responsables de empresas que gestionaron contratas municipales en la etapa de Barberá. Es el caso de Vicente Prieto, antiguo dueño de Secopsa —sociedad encargada de los derribos y servicios de mantenimiento del Consistorio—, o Carlos Turró, presidente de Cleop, que gestionó el servicio de la grúa municipal.

Que José María Corbín, simpatizante de Fuerza Nueva, era familia de una de las alcaldesas más famosas del PP es de sobra conocido en la capital. Pero no se prodigaba por el Consistorio, salvo en Fallas y en las sesiones de investidura de Barberá, acostumbrada a encadenar mayorías absolutas. Otra cosa era la esposa de Corbín y hermana de la regidora, conocida como Totón Barberá, que durante años fue jefa de gabinete y sombra de la alcaldesa. De hecho, el matrimonio Corbín-Barberá y sus tres hijas siempre estuvieron al lado de la regidora del PP. La alcaldesa veraneaba en el chalé de Xàbia de su hermana, y la relación con sus sobrinas —sobre todo, con Rita Corbín, ahora afiliada a Vox y posible heredera política de su tía— era estrecha. Su cuñado la defendió siempre de sus líos judiciales.

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La estrella de Rita Barberá comenzó a palidecer conforme afloraban —a partir de 2010— escándalos de corrupción ligados a la gestión del PP valenciano. El apoyo incondicional de Barberá al expresidente valenciano Francisco Camps, investigado a día de hoy en tres causas judiciales por asuntos relacionados con su gestión al frente de la Generalitat, le supuso un notable desgaste político. Barberá salió indemne de casos judiciales como el de Nóos, que sí sentó en el banquillo a su número dos en el Ayuntamiento, Alfonso Grau, que fue absuelto. Pero entonces llegó el caso Taula, una investigación por presunto blanqueo de capitales en el PP para financiar la campaña de las elecciones municipales de 2015, y la tumbó.

Reproches de la familia

Barberá, la política incombustible, cayó en desgracia y terminó en 2016 su carrera en el Grupo Mixto del Senado después de entregar su carné de militante para no torpedear la posible investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. En el funeral de Barberá, sus familiares reprocharon al PP que la dejaran a su suerte. De poco sirvieron las palabras de reconocimiento de Rajoy y de otros dirigentes de la formación conservadora.

A comienzos de 2019, la líder del PP valenciano, Isabel Bonig, y la candidata al Ayuntamiento, María José Catalá, aludieron a Barberá como “la mejor alcaldesa de España, con una herencia difícil de superar”. La mención indignó a la familia de la exregidora por “el miserable uso electoralista” de su legado. Pablo Casado recordó también a Barberá por anteponer “los intereses de Valencia y España a los suyos” cuando se dio de baja del partido, y justificó que el PP no estuviera a su lado por una exigencia de Cs para apoyar la investidura de Rajoy. Otro peso pesado del partido, el expresidente del Gobierno José María Aznar, siempre la defendió y volvió a hacerlo hace unos días en un mitin en Valencia.

Ahora, el escándalo en torno a Corbín, con unas elecciones generales, autonómicas y locales a la vuelta de la esquina, ha sembrado el desconcierto en las filas de los populares valencianos, que repiten estos días que los investigados en la Operación Azud ni tuvieron ni tienen el carné del PP.

Alfonso Grau, el ‘número dos’ de la regidora, en el banquillo

Mientras los agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil registraban el pasado martes el domicilio del abogado José María Corbín, cuñado de la exalcaldesa Rita Barberá, el que fue número dosde su gobierno, Alfonso Grau, permanecía sentado en el banquillo de los acusados por aceptar presuntamente dos relojes de lujo de un grupo empresarial, contratista del Ayuntamiento, para luego cambiarlos por otros más caros y abonar la diferencia con dinero de origen desconocido. Por ello, la Fiscalía pide seis años de cárcel para Grau.

El juicio de los relojes de oro no es la única causa en la que se ha visto envuelto. El exvicealcalde se halla supuestamente implicado por diversos delitos en el caso Taula por la financiación de las campañas electorales municipales. En la campaña a la alcaldía de Valencia de 2007, según informes de la Guardia Civil, el PP se benefició de las aportaciones ilegales por importe de 2,5 millones de euros efectuadas por empresas concesionarias de servicios municipales así como de fundaciones del propio Ayuntamiento. Grau está imputado por malversación de caudales públicos, delito electoral y cohecho.

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