La mpox, una emergencia para la infancia
En República Democrática del Congo, alrededor del 80% de los fallecidos por la viruela del mono son niños. En muchos casos, los menores afectados por el virus ya se enfrentaban a conflictos, desplazamientos, desnutrición, sequías o brotes de otras enfermedades
Con solo un mes, los brazos y pies de Aline (nombre ficticio) están cubiertos de granitos. Poco después de que estos aparecieran, les siguió una fiebre muy alta. Aline tiene mpox, una enfermedad vírica anteriormente conocida como viruela del mono que el 14 de agosto fue declarada emergencia sanitaria mundial por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Vi un grano en la cara de mi hija y no le di importancia, pero con el paso de los días los granos crecieron en tamaño y número”, cuenta su madre. “Cuando llegamos al hospital me dijeron que teníamos que ingresar porque padecía mpox. Tenía fiebre alta y mucho dolor. Demasiado para mí. Insto a otros padres a que protejan a sus hijos guardando las distancias y lavándose las manos regularmente para que no acaben en la misma situación que yo”, lamenta.
La situación preocupa especialmente en el país de Aline, República Democrática del Congo, que se ha convertido en el epicentro de la emergencia, con casi 20.000 casos notificados desde principios de año (de los que alrededor del 60% son niños y niñas). Y también en los países vecinos: Burundi, Ruanda, Uganda, Kenia y Sudáfrica. Los brotes de la enfermedad hacen necesario actuar inmediatamente para proteger a las comunidades y, especialmente, a la población más vulnerable, entre la que se encuentran miles de niños y niñas y mujeres embarazadas
Los niños y niñas tienen más riesgo de sufrir mpox grave que los adultos: en República Democrática del Congo, donde la letalidad de la enfermedad se ha mantenido por debajo del 5% desde 2023, alrededor del 80% de las personas que fallecieron debido al virus eran niños y niñas menores de 15 años. En Burundi, donde se han detectado más de 320 casos hasta ahora, el 40% de estos se dieron entre menores de 10 años, y el 25% entre menores de 5.
La nueva variante del virus mpox (clado 1b) se propaga rápidamente y tiene el potencial de impactar más gravemente en niños, niñas y mujeres embarazadas, que además pueden transmitírselo al bebé durante el embarazo y el parto, o después de este.
Una emergencia sanitaria de esta magnitud puede tener más impacto sobre la infancia, debido a medidas como el cierre de escuelas, que interrumpen la educación y el aprendizaje
Proteger a la infancia es prioritario porque estamos hablando de niños y niñas que ya se enfrentaban a otros problemas en sus países (conflictos, desplazamientos, sequías, inundaciones, brotes de cólera, poliomielitis o sarampión, o desnutrición, entre otros). Además, una emergencia sanitaria de esta magnitud puede tener más impacto sobre la infancia, debido a medidas como el cierre de escuelas, que interrumpen la educación y el aprendizaje. Las emergencias de salud pública también aumentan los riesgos de protección infantil, especialmente para niñas y mujeres, que afrontan un mayor riesgo de sufrir violencia de género.
Nos preocupa también la salud mental de los niños y niñas que contraigan el virus, que pueden verse afectados por el estigma y la discriminación al sufrir la enfermedad, algo que se añade a las dificultades a las que ya se enfrentaban.
Para responder a la emergencia de salud pública de mpox, es esencial y urgente priorizar las necesidades de las comunidades afectadas, especialmente de los niños y niñas. Organizaciones como Unicef ya están implementando campañas de concienciación sobre la enfermedad y cómo prevenir los contagios. La organización también adquiere y distribuye kits médicos para poder gestionar y tratar los casos confirmados, y artículos de higiene para evitar contagiarse. Seguir garantizando los servicios esenciales básicos (en particular para niños, niñas y mujeres embarazadas, abordando problemas como la desnutrición o la atención pre y posnatal), así como ofrecer apoyo psicosocial a las personas afectadas, puede ayudar a mitigar el impacto sobre las comunidades. Todo ello, sin perder de vista los otros muchos problemas a los que se enfrenta la infancia hoy. Además, es necesario fortalecer los sistemas sanitarios de los países —ya debilitados por epidemias anteriores— para que cada vez puedan estar mejor preparados para futuros brotes.
También necesitamos aprender más sobre el virus a través de investigaciones que nos aporten más detalles acerca del impacto sobre la gente y la sociedad.
La pandemia de covid-19 ha subrayado la importancia de poner el interés superior de la infancia en el centro de nuestra respuesta a las emergencias de salud públicas. Garantizando que cada niño, cada niña, estén protegidos y seguros, podemos contribuir a que otros niños, como la pequeña Aline, no tengan que pasar por un calvario como este.
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