En Finlandia, el médico prescribe pasarse al ecologismo
Un plan piloto pone a prueba la hipótesis de aunar la salud humana y la protección del medio ambiente
¿Qué es lo último que te ha ordenado hacer tu médico? ¿Tomar medicinas que controlen tu colesterol? ¿Modificar tu dieta porque cuenta con un exceso de azúcares? Si vivieras en Lahti (Finlandia) probablemente saldrías de la consulta con una recomendación poco usual: pasear descalzo por el bosque, ocuparte de tu jardín o huerto o, tal vez, salir a recolectar hierbas silvestres para la cena.
El Ayuntamiento de Lahti propuso el pasado verano a sus habitantes apuntarse a un estudio piloto para poner a prueba la hipótesis de que tomar decisiones más “verdes” tiene repercusiones beneficiosas para la salud de las personas. Cinco voluntarios respondieron a la llamada y recibieron unos planes de salud personalizados, elaborados por la primera doctora de salud planetaria de Finlandia, la doctora Hanna Haveri.
El bienestar humano y el planetario están íntimamente interrelacionados, afirman los investigadores en salud planetaria
Según los investigadores en salud planetaria, el bienestar humano y el planetario están íntimamente interrelacionados: ocuparse de uno significa necesariamente ocuparse del otro. En otras palabras, si trabajamos para desacelerar el cambio climático, de rebote podemos mejorar nuestra salud. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi uno de cada cuatro muertes a escala global tiene relación con factores medioambientales como la polución del aire, el clima y las condiciones de vida en las ciudades.
El concepto de salud planetaria fue acuñado en su momento por la revista The Lancet y la Fundación Rockefeller. Hoy, la Planetary Health Alliance (Alianza por la salud planetaria, en español) reúne a más de 300 universidades, organizaciones no gubernamentales, centros de investigación y organismos estatales repartidos por el mundo. Todos ellos se dedican a explorar la relación entre la salud humana y la conservación del medio ambiente.
Antes de empezar el proyecto en Lahti, que duró dos meses, se registró la huella de carbono de cada uno de los participantes, así como su estado de salud general. Se trataba de perfiles muy distintos: desde jóvenes profesionales, a miembros de familias con hijos, pasando por personas ya retiradas de la vida activa. Cada uno de ellos recibió un plan con recomendaciones específicas sobre ejercicio físico, nutrición y relación con la naturaleza.
Por ejemplo, se aconsejó sustituir productos lácteos como el queso por hierbas silvestres, que debían ser recolectadas en los bosques circundantes; o bien pasearse descalzo por el campo para reconectarse con la naturaleza o plantar parterres de flores silvestres en el jardín de casa. A pesar de las dudas iniciales ante recomendaciones tan poco convencionales, al final del proyecto todos se mostraron muy satisfechos.
De media los cinco participantes redujeron su huella en un 17%, aumentaron la sensación de bienestar en un 16%, y rebajaron en un 36% el nivel de agotamiento.
Markus Kontiainen, un residente de 30 años, comprobó que su nivel de agotamiento se redujo un 58% después de dos meses de prescripción, y todo gracias a incorporar paseos descalzo por el bosque después de pegarse una buena sesión de carrera. Otra participante, Liisa Heino, redujo su riesgo de diabetes en un 75%. Raija Repo, una anciana preocupada por el futuro del planeta, aumentó el aporte vegetariano a su menú diario en un 40% y sustituyó los productos lácteos por hierbas silvestres. Todo ello le permitió reducir su huella de carbono en un 35%. De media, los cinco participantes redujeron su huella en un 17%, aumentaron la sensación de bienestar en un 16% y rebajaron en un 36% el nivel de agotamiento.
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