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Una nueva proyección indica que los recortes a la ayuda al desarrollo podrían ser más letales que la covid: 22 millones de muertes hasta 2030

El estudio de ISGlobal alerta de cómo el desmantelamiento de USAID y la reducción de aportaciones de países europeos amenazan progresos históricos en la lucha contra la desnutrición, la malaria o el VIH en las últimas dos décadas

Los cálculos son cada vez más alarmantes. Un nuevo estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha cuantificado que 22,6 millones de personas ―casi la mitad de España― morirán de aquí a 2030 si se mantiene la brusca disminución de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), es decir, de las subvenciones y préstamos que hacen países, ONG internacionales e instituciones multilaterales al sector oficial de países de ingresos bajos y medios o en situaciones de crisis. Si el pronóstico se cumple, la letalidad será mayor que la de la pandemia de covid 19. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2020 y 2021, hubo 14,9 millones de muertes adicionales en todo el mundo.

Aunque en los últimos meses se han hecho varios cómputos del letal efecto del desmantelamiento de la agencia de cooperación estadounidense USAID, esta es la primera vez que un grupo de investigadores calcula cuántas vidas salvaron los distintos financiadores como USAID, el Fondo Mundial o los Estados en los últimos 20 años y cuánto se perdería en un escenario “grave” de recortes y en uno algo más “moderado”.

Davide Rasella, investigador del ISGlobal y principal autor del estudio, explica que la simulación moderada “es el escenario más probable”. Este contempla los recortes de 2025 más una reducción anual de fondos del 10,6% entre 2026 y 2030. Esto producirá 9,4 millones de muertes, el equivalente a arrasar con todo Londres. “Aunque una reducción anual del 10% no parezca demasiado, hablamos de cifras enormes [de muertes]”, asegura Rasella en entrevista por vídeollamada con EL PAÍS.

El escenario de recortes graves, que contempla la reducción abrupta de fondos en 2025 y una disminución “sustancial” anual entre 2026 y 2030, produciría 22,6 millones de muertes evitables, de la cuales, 5,4 millones corresponderían a menores de cinco años. “Simulamos este escenario porque estamos en una policrisis y porque queremos mostrar qué pasa cuando hay un desmantelamiento repentino”, agrega el epidemiólogo y doctor en Salud Pública.

El estudio busca dimensionar el impacto del desmantelamiento de USAID ordenado por Donald Trump en enero y los recortes anunciados por países como Reino Unido, Alemania, Francia, Países Bajos y Bélgica de la cooperación para redirigir los recursos a gastos militares y otros sectores.

Para calcular el impacto en mortalidad en el futuro, ISGlobal midió primero los beneficios de la ayuda en el pasado. Para eso, los investigadores analizaron cuántas vidas se habían salvado entre 2002 y 2021 por las aportaciones de la AOD. Con esos datos, proyectaron cuántas vidas se seguirían salvando hasta 2030 si la financiación se mantenía sin alteraciones. Y, después, calcularon qué pasaría si se reducía la AOD en distintos porcentajes: de ahí sale el número de muertes adicionales.

ISGlobal no solo tuvo en cuenta los recortes en programas de salud global, sino, en general, en los sectores de ayuda humanitaria, servicios sociales e infraestructura. “Creemos firmemente que la educación, el apoyo alimentario o el saneamiento forman parte del gran impacto de la AOD”, argumenta Rasella.

ISGlobal, con financiación de la Fundación Rockefeller, analiza el impacto de los recortes en varios países. “En Mozambique”, cita Rasella, “se está produciendo una especie de colapso en varias áreas del sistema sanitario”. Caterina Monti, coautora del estudio, relata, también en vídeollamada, lo que vio en Somalia a principios de año. “USAID patrocinaba en Somalia un programa de vigilancia comunitaria que detectaba enfermedades con potencial epidémico e informaba a las autoridades sanitarias regionales. Eso ya no existe y no veremos las consecuencias hasta que no se declare la próxima epidemia”, cuenta.

El estudio se publica en vísperas de la reposición de recursos del Fondo Mundial para la lucha contra el VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria. El organismo internacional busca recaudar 18.000 millones de dólares para el ciclo de financiación 2027-2029. Sin embargo, la ya anunciada reducción de aportaciones de Reino Unido y Alemania y el silencio de EE UU hacen temer que la meta no se alcance.

Aunque el desmantelamiento de USAID ―y el fin del 83% de sus programas― ordenado por Donald Trump marcó el pistoletazo de los bruscos recortes a la ayuda al desarrollo durante 2025, también es cierto que la disminución de recursos comenzó hace cinco años. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entre 2021 y 2022, las subvenciones a las regiones en desarrollo disminuyeron un 8%, mientras que los préstamos aumentaron un 11%.

Ahora, en 2025, y por primera vez en 30 años, EE UU, Francia, Alemania y Reino Unido ―los países que lideraban en aportaciones a la AOD― recortarán simultáneamente sus ayudas durante dos años consecutivos. Se calcula que la financiación total de la AOD en 2025 se reducirá en un 21% con respecto a 2023.

USAID patrocinaba un programa de vigilancia comunitaria en Somalia que detectaba enfermedades con potencial epidémico e informaba a las autoridades sanitarias regionales. Eso ya no existe y no veremos las consecuencias hasta que no se declare la próxima epidemia
Caterina Monti, coautora del estudio

Los investigadores calcularon que, entre 2002 y 2021, los mayores niveles de financiación de la AOD se asociaban a una reducción del 23% en la mortalidad general y de un 39% en la mortalidad infantil en 93 países de ingresos bajos y medios. Estas inversiones, además, redujeron la mortalidad por VIH en un 70%, por malaria en un 56% y por deficiencias nutricionales en un 56%. También, concluye el estudio, hubo reducciones significativas en la mortalidad por tuberculosis, enfermedades diarreicas, enfermedades respiratorias y causas maternas y perinatales.

Ese progreso es lo que está en riesgo. El estudio advierte de que no solo las consecuencias humanitarias serán, probablemente, “devastadoras”, sino que “las consecuencias a medio y largo plazo para la salud pública, el desarrollo económico y la estabilidad social podrían ser aún más trascendentales”.

No hubo una estrategia de transición y hay que pensar cómo hacerlo de forma más compatible y respetuosa para no perjudicar a la población
Davide Rasella, investigador de ISGlobal

La AOD, destacan los investigadores, no solo ha servido para atender crisis y desigualdades en los países, sino para fortalecer y mantener los sistemas de salud para que estén en capacidad de controlar y erradicar enfermedades y de enfrentar brotes y epidemias. Monti explica que retirar la financiación en este caso implica “eliminar una o más partes del rompecabezas” del sistema y que las verdaderas consecuencias se verán a largo plazo.

Los investigadores de ISGlobal hacen un llamamiento a los donantes a no retirar la financiación de forma abrupta. “No hubo una estrategia de transición y hay que pensar cómo hacerlo de forma más compatible y respetuosa para no perjudicar a la población”, valora Rasella y advierte que los cambios en la AOD deben contemplar la situación actual en los países receptores. “La mayoría gasta más en saldar sus deudas que en educación y sanidad”, recuerda, “si no hacemos esto con cuidado, se producirá una enorme mortalidad evitable”.

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