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Trabajo forzoso y violencia física: la “esclavitud moderna” de los barcos de pesca de calamar en el Atlántico suroeste

Una investigación de la Environmental Justice Foundation (EJF) calcula que, entre 2019 y 2024, al menos 47 importadores españoles adquirieron productos de procesadores en China que eran propiedad o estaban contratados por cinco compañías pesqueras chinas implicadas en presuntos abusos de derechos humanos

“Me golpearon porque cometí un error”. “Pensé que moriría ese día… Ninguno de los oficiales [del capitán] lo detuvo. Me pateaba continuamente. Mi quinta o sexta costilla estaba fracturada”. “Cada día, vivíamos rodeados de violencia”. “No había wifi. Jamás me comuniqué con mi familia durante la operación de pesca. Pude hacerlo cuando el buque atracó, y tardó un año”.

Estos son algunos de los testimonios de tripulantes de buques poteros (aquellos dedicados a la pesca de calamar) que operan en el Atlántico suroeste recogidos por la organización Environmental Justice Foundation (EJF) entre 2019 y 2024. El material forma parte de una investigación publicada este miércoles que documenta abusos laborales, violaciones de derechos humanos y animales, así como riesgos ecológicos ligados a la pesca no regulada de calamar argentino en alta mar fuera de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Argentina. Además, el informe hace un llamamiento a España, segundo mayor importador de calamar y sepia del mundo y principal punto de entrada en la Unión Europea, para impulsar la transparencia y la sostenibilidad en el comercio mundial de este producto.

En la ZEE (el área marítima que se extiende hasta 200 millas náuticas desde la costa) operan unos 70 buques y la pesca de esta especie, también llamada pota argentina, está controlada. Sin embargo, fuera de allí, en la conocida como milla 201, la situación cambia de forma drástica.

En la zona, considerada una de las pesquerías no reguladas más grandes del mundo, faenan anualmente más de 343 buques poteros, en su mayoría provenientes de China, Corea del Sur y Taiwán, que operan sin regulación regional e internacional. Se calcula que el 91% del esfuerzo pesquero en esta área lo realizan buques chinos y las luces de esta flota no regulada se llegan a ver desde el espacio.

“[La milla 201] está fuera de nuestra jurisdicción. Existe una carencia de gobernanza en este espacio. Allí faenan flotas de pesca de gran altura sin ningún tipo de control, regulación, medidas de ordenación, ni restricciones de captura. Su objetivo es capturar las especies migratorias de nuestra ZEE”, explica a la EJF el capitán Sergio Almada, de la Prefectura Naval Argentina (PNA).

La investigación incluye 169 entrevistas con tripulantes indonesios y filipinos que trabajaron en 110 poteras de calamar entre 2019 y 2024, lo que representa el 20,4% de la flota que opera en la milla 201. De estos, 56 faenaban en barcos de bandera china; 57, surcoreana y 56, en buques con bandera de Taiwán.

El informe, que también se basa en la monitorización en el mar de las flotas junto con la Guardia Costera argentina, entrevistas con científicos y la PNA, datos oficiales y el análisis de imágenes satelitales, evidencia un “panorama de esclavitud moderna”, según define Jesús Urios, responsable de políticas oceánicas de EJF, en una entrevista con EL PAÍS.

Se recogen testimonios de violencia física, abusos, intimidación, jornadas laborales excesivas, retención de salarios o servidumbre por deudas, especialmente en embarcaciones de bandera china. El 63% de los buques poteros chinos identificados a través de las entrevistas estaban asociados a incidentes de violencia física o fallecimiento de trabajadores a bordo.

El informe menciona casos como la muerte de cinco tripulantes en cuatro buques chinos, que murieron por circunstancias extrañas o debido a negligencias y falta de atención médica. Urios cuenta que a un tripulante que perdió la vida, no se le practicó autopsia, estuvo en un congelador del barco semanas y se le acabó arrojando por la borda. El experto de EJF también refiere la falta de higiene y las condiciones de trabajo deplorables en los buques: “Por ejemplo, la mayor parte de los tripulantes [entrevistados] son indonesios musulmanes y se les daba solo carne de cerdo. O [detallan] el difícil acceso a agua potable, solo tenían filtrada del mar”.

EJF advierte de que la presión pesquera en la zona sigue una tendencia creciente y preocupante. Entre 2019 y 2024, las horas de pesca en alta mar aumentaron un 65%. Este incremento, explican, es casi enteramente atribuible a la flota de poteros chinos, que vio un aumento del 85% en el esfuerzo durante ese período.

La sobrepesca y la crisis climática están añadiendo una enorme presión sobre esta especie clave, mientras que los responsables, mayoritariamente procedentes de China, cometen abusos de derechos humanos con impunidad
Steve Trent, director ejecutivo y fundador de la EJF

El calamar es una especie con un ciclo de vida corto, sensible a condiciones medioambientales y a la sobrepesca, añade Urios. Por lo tanto, la suma de ambos factores podría llevar a un colapso de la población que tendría consecuencias para el ecosistema marino, pero también para otras pesquerías, como la merluza argentina, ya que el pez se alimenta de calamar.

“Sin medidas urgentes, nos acercamos al desastre”, señaló en un comunicado Steve Trent, director ejecutivo y fundador de la EJF. “La sobrepesca y la crisis climática están añadiendo una enorme presión sobre esta especie clave, mientras que los responsables, mayoritariamente procedentes de China, cometen abusos de derechos humanos con impunidad”.

Aunque en junio el Gobierno argentino prohibió la pesca de calamar en las aguas de la Zona Común de Pesca, las zonas contiguas de Uruguay y Argentina para la gestión de recursos pesqueros, Urios señala que esta regulación no abarca a la mayor concentración de buques del estudio, que se da en el área situada más al sur.

Los tripulantes también relataron impactos en la fauna marina, como el corte de aletas de tiburón y la captura de focas, leones marinos y morsas con arpón. Además, se registraron otras prácticas ilegales como el ocultamiento de los números de identificación de los barcos.

El papel de España

El texto destaca el papel clave de España dentro del comercio global de calamar y sepia, como segundo mayor importador de estos productos y su principal punto de entrada en la Unión Europea.

Entre 2019 y 2023, el calamar argentino representó el 13,3% de las importaciones de calamar en España, con unas 20.000 toneladas y un valor anual de 86 millones de euros. Estas provinieron sobre todo de China (41%), Argentina (39%), Taiwán (12%) y las Islas Malvinas (7%). La investigación de EJF indica que el 42,9% de este calamar procede de pesquerías no reguladas en alta mar, en su mayoría de buques con bandera china.

Y según una estimación provisional de la UE, entre 2019 y 2023 se calcula que el 17% de la captura total de calamar argentino de China fue exportado a la Unión Europea, con España como destino del 10%.

Es necesario reforzar los controles a la importación para evitar que este tipo de mercancías acaben en nuestro plato, porque están manchadas de sangre
Jesús Urios, responsable de políticas oceánicas de EJF

Tras investigar los datos comerciales, EJF estima que entre 2019 y 2024, al menos 47 importadores españoles adquirieron productos de calamar de procesadores en China que eran propiedad o estaban contratados por cinco compañías pesqueras chinas que pescan en el Atlántico suroeste, implicadas en presuntos abusos de derechos humanos como violencia física y muertes a bordo, daños a la fauna marina y pesca ilegal, no declarada y no reglamentada. “Solo estas cinco empresas exportaron unas 10.825 toneladas de pota argentina a España durante este período, equivalentes a alrededor de un 9% de las importaciones de pota argentina de España”, explican.

La investigación recomienda diferentes medidas para evitar que las cadenas de suministro españolas se expongan a los riesgos medioambientales y sociales que traen estos productos no regulados, así como a la competencia desleal frente a los barcos de bandera española, que operan bajo normas nacionales y de la UE.

“Somos el segundo importador más grande de calamar y sepia del mundo. Tenemos un papel que jugar en esto. Tenemos intereses pesqueros en la zona. Es necesario reforzar los controles a la importación para evitar que este tipo de mercancías acaben en nuestro plato, porque están manchadas de sangre”, incide Urios. EJF llama a aumentar las inspecciones, verificaciones e investigaciones de los envíos de calamar en los casos en que existan altos riesgos de pesca ilegal o trabajo forzoso, y a garantizar una supervisión armonizada en toda la UE para evitar el control shopping, la práctica de desviar productos a través de puertos o países con controles más débiles.

También recomienda fortalecer la cooperación internacional, mejorar la coordinación entre autoridades españolas y los buques con bandera nacional que operan en el Atlántico suroeste, y avanzar en transparencia y la rendición de cuentas de las actividades de pesca de calamar a través de iniciativas como la Carta Mundial para la Transparencia de la Pesca.

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