Radiografía de la violencia contra la infancia en Haití: Violaciones, reclutamiento, hambre y escuelas cerradas

Organizaciones humanitarias y de derechos humanos alertan de un aumento de la violencia sexual contra los niños y niñas, de su presencia en bandas y del riesgo que supone para la educación y su futuro

Un grupo de personas pasa el 10 de diciembre junto a un coche incendiado por bandas armadas en el barrio de Poste Marchand, en Puerto Príncipe, una de las zonas más afectada por la violencia de las pandillas.Guerinault Louis (Anadolu/Getty Images)

Más de un millón de desplazados internos, más de 5.600 muertos, un aumento de la violencia de las bandas, una inestabilidad política sin precedentes, sumada a una crisis económica y humanitaria arrastrada desde hace años, han dejado a Haití al borde del colapso. Y en medio de esta crisis total, los niños y niñas son los más vulnerables. Según Unicef, unos 1,2 millones viven bajo la amenaza de la violencia armada y tres millones necesitarán ayuda humanitaria urgente este 2025. Los menores se arriesgan a ser reclutados por las pandillas o a ser víctimas de sus ataques. También a sufrir violencia sexual cuando van al mercado, a que su escuela cierre, a no contar con un plato de comida o a tener que abandonar su hogar de un día para otro. Estas son las claves de cómo la violencia e inestabilidad en el país impacta en los más pequeños.

El reclutamiento ha aumentado un 70%

Una de las principales amenazas es el reclutamiento por parte de grupos armados, cuya violencia se ha incrementado en el último trimestre del 2024. Las pandillas controlan hoy el 85% de Puerto Príncipe y, según cálculos de Unicef, el número de niños y niñas reclutados por bandas en Haití ha aumentado un 70% en el último año. En este momento, estima la agencia de la ONU, la mitad de todos los miembros de grupos armados son menores, algunos de tan solo ocho años. Muchos de estos niños son capturados a la fuerza. “Las bandas les obligan a entrar. Les dicen, ‘si no vienes, mataremos a tu hermana o a tu madre”, explica Emmline Toussaint, coordinadora de Mary’s Meals, ONG internacional que opera en Haití desde 2006.

Otras veces se unen “voluntariamente” a las pandillas, manipulados o empujados por la pobreza extrema. “No es que se presenten voluntarios, sino que se sienten atraídos por lo que les ofrecen. En términos de dinero, de poder, simplemente de comida, pertenencia o algún tipo de oportunidad”, explica Geeta Narayan, representante de Unicef en Haití. “Recordemos que la falta de dinero o el hambre juegan un papel importante”, remacha Toussaint.

La violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes en Haití se ha incrementado un 1.000%

“El reclutamiento está bastante extendido, de modo que los niños de todos los orígenes corren peligro. Existe, por supuesto, el riesgo particular al que se enfrentan los niños que viven en la calle. No tienen familia, así que las bandas pueden aprovecharse de ellos fácilmente porque ven que necesitan comida y cobijo”, explica Rawya Rageh, asesora principal de crisis de Amnistía Internacional. La organización ha publicado recientemente un informe en el que, a través de entrevistas a 51 niños haitianos de 10 a 17 años, pudo documentar cómo las bandas explotan a los menores y cómo estos pagan el precio más alto por la violencia continua en el país. “Pero la realidad —continúa Rageh, coautora del informe—, es que incluso niños en sus propios hogares y con familia son reclutados y utilizados. Hablamos con más de uno que nos decía: ‘yo estaba jugando al fútbol en mi calle y un miembro de una banda me pidió que fuera a hacer algo para ellos’”.

Las tareas que desempeñan van desde repartir comida, limpiar casas o espiar a grupos rivales y a la policía, a actividades delictivas como llevar armas y participar en ataques. “Todos los niños con los que hablamos nos dijeron que no tenían elección, que lo hacían por puro miedo o hambre”, añade Rageh.

Otra amenaza para los niños son los ‘grupos de autodefensa’ —conocidos como movimiento Bwa Kale—, implicados en linchamientos contra personas pertenecientes o sospechosas de pertenecer a bandas. “Estos ataques se graban, y esos vídeos se publican en redes sociales como advertencia”, explica Rageh.

Los residentes desplazados por los ataques de las bandas se refugian en el ayuntamiento de Kenscoff durante una operación antipandillas en el distrito de Kenscoff, en Puerto Príncipe, Haití, el 3 de febrero de 2025. Guerinault Louis (Anadolu/Getty Images)


El 53% de los desplazados internos son niños

Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de un millón de personas se han visto desplazadas internamente por la violencia en Haití y el 53% de ellas son niños. “Se ven privados de la escuela, sufren traumas porque escuchan disparos todos los días. Ven cómo las bandas matan a sus padres, a sus vecinos o familiares. Acaban en campamentos que no están equipados, con malas condiciones de higiene o sin acceso a agua o saneamiento”, enumera Angeline Annesteus, directora de ActionAid en Haití y vicepresidenta de la plataforma haitiana de ONG CLIO. Ella recuerda cómo, en una visita a un campamento en Puerto Príncipe en octubre de 2024, pudo ver de primera mano las condiciones en las que viven estas personas. “Una chica me dijo: ‘déjame enseñarte dónde nos duchamos y cómo cada vez que lo hacemos vienen hombres, nos gritan y tratan de tocarnos’. Era un lugar abierto y sucio”.

Los niños con discapacidad, doblemente vulnerables

Amnistía incide en el impacto desproporcionado de esta crisis en los niños con discapacidad, entre otras cosas debido a su movilidad limitada y a que tienen que abandonar sus dispositivos de asistencia al huir de la violencia de las bandas. “Y cuando acaban desplazados, estos lugares no son accesibles. Se enfrentan entonces a dificultades añadidas para acceder, por ejemplo, a letrinas y lavabos, y un cuidador les tiene que llevar a las instalaciones”, detalla Rageh. “A menudo, vemos en situaciones de crisis que los actores humanitarios no incluyen las necesidades de las personas con discapacidad desde el principio de la planificación humanitaria, sino que piensan en ello como una ocurrencia tardía y un lujo, algo añadido”, explica. La organización también ha documentado ataques a una escuela y a una clínica para niños con discapacidad en Puerto Príncipe.

Hambre y escuelas cerradas

Más de 1,5 millones de niños y profesores se han visto afectados por el cierre de escuelas, según Unicef. “Estimamos que, en los últimos dos años, se han cerrado alrededor de 1.000 colegios en Haití y eso impacta significativamente en los niños. Cuando van a la escuela, esta se convierte en un lugar de normalidad. Pueden ser niños, aprender, jugar con sus amigos y divertirse”, detalla Narayan.

El 48 % de la población se enfrenta a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda, según la Clasificación Integrada de las Fases, la herramienta que mide a nivel mundial la inseguridad alimentaria. Además, un 18% de la población sufre inseguridad alimentaria extrema. “Casi uno de cada cuatro niños en Haití sufre desnutrición crónica”, explica Annesteus. Y más de 125.000 niños están en riesgo de desnutrición aguda grave, según Unicef.

Organizaciones como Mary’s Meal, que alimenta diariamente a 175.000 niños en 500 escuelas, se enfrentan a riesgos logísticos y de seguridad a la hora de ejercer su labor. “Muchas de las carreteras principales del oeste al sur están controladas por las bandas. Si tenemos que enviar comida fuera de Puerto Príncipe, lo hacemos en barco”, explica Toussaint.

Un incremento de un 1.000% de la violencia sexual

La violencia sexual contra la infancia se ha incrementado un 1.000%, según Unicef. James Elder, portavoz de la agencia de la ONU, declaró que “el aumento de 10 veces, registrado desde 2023 hasta el año pasado”, ha convertido los cuerpos de los más pequeños en “campos de batalla”. “La violación y la violencia sexual es un riesgo diario al que se enfrentan las niñas en Puerto Príncipe y sus alrededores, cuando salen de casa para ir a la escuela o al mercado. A veces se detiene a los vehículos de transporte público en puestos de control y se saca a las niñas para agredirlas sexualmente. Es un riesgo absolutamente cotidiano”, explica Rageh.

Estimamos que, en los últimos dos años, se han cerrado alrededor de 1.000 colegios en Haití y eso impacta de forma significativa en los niños
Geeta Narayan, representante de Unicef en Haití

Amnistía entrevistó en Puerto Príncipe a una chica de 16 años a la que, en 2023, miembros de una banda sacaron de un autobús en el barrio de Cité Soleil, uno de los más castigados por la violencia. La llevaron a una casa, la golpearon y tres hombres la violaron. Se quedó embarazada y no pudo abortar— es ilegal en Haití— por lo que se vio obligada a ser madre. “Intenté suicidarme, pero tuvieron tiempo de llevarme al hospital. Tenía muchos sueños. Uno de ellos era ser enfermera. Pero desde que tuve al bebé, todos se han esfumado”.

Un grupo de personas pasa junto a una barricada en llamas instalada para protestar contra la inseguridad, en el barrio de Tabarre de Puerto Príncipe, Haití, el 24 de febrero de 2025. Jean Feguens Regala (REUTERS)

Para Narayan, de Unicef, esta violencia sexual es, además, una parte importante de la “campaña de terror que infligen los grupos armados a la población”. A veces, estas violaciones se graban y se comparten en vídeos que circulan por redes sociales, explica Annesteus. Las organizaciones humanitarias denuncian que, después de sufrir estas violencias, las niñas no reciben una correcta asistencia médica ni psicológica, y se enfrentan a barreras de acceso a la justicia.

La ayuda humanitaria, insuficiente y amenazada

Según estima Unicef, tres millones de niños necesitarán ayuda humanitaria urgente este año en Haití. Sin embargo, la petición de fondos de emergencia de la agencia de la ONU para 2024, de 221,4 millones de dólares (unos 213,4 millones de euros), quedó sin financiar en un 72%. “Este año hemos calculado que necesitamos 272 millones de dólares para proteger y ayudar a unos 1,2 millones de niños y a sus familias”, explica Narayan.

Las organizaciones humanitarias insisten en la necesidad de contar con financiación para hacer frente a los desafíos actuales. Annesteus subraya la importancia de las ONG locales, las primeras en responder cuando la crisis se agrava, ya que están más cerca de las comunidades. La vicepresidenta de CLIO incide en la necesidad de mecanismos más flexibles para que estas organizaciones puedan acceder a los fondos.

Respecto a cómo puede afectar el desmantelamiento de USAID, la agencia de cooperación estadounidense, Annesteus predice que tendrá un “impacto profundo y duradero, obstaculizando la respuesta humanitaria”. “Lo que hemos visto es que hay millones de personas ya afectadas porque, por supuesto, hablan de excepciones, pero hay un tiempo para procesarlas. Mientras tanto, no se puede hacer nada”, explica la presidenta de CLIO, que comenta que hay organizaciones que no pueden acceder a la financiación porque el dinero sigue bloqueado en el banco.

La representante de Unicef comenta que actualmente se está determinando el impacto de la congelación de fondos y las órdenes de suspensión de trabajo. “Sabemos que Haití es uno de los países que se ha beneficiado de una importante financiación por parte del Gobierno estadounidense. Por lo tanto, la congelación actual le está afectando significativamente. EE UU también ha sido el principal apoyo de Unicef a nivel mundial y para nosotros supone un impacto importante. Hemos podido conseguir excepciones para parte de nuestro trabajo en Haití”, añade Narayan.

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