Sudáfrica trata de erradicar la circulación de coches usados contaminantes que los países ricos envían al continente

Entre 2015 y 2022, Japón, la UE y EE UU exportaron al Sur Global 23 millones de vehículos usados. Muchos no cumplen las normas básicas de seguridad y medio ambiente

Un coche de la marca japonesa Mazda, en una calle del centro de Johanesburgo. Vehículos usados como este son populares en Sudáfrica.Ray Mwareya

Mientras los países occidentales presionan a Sudáfrica para que cierre sus viejas centrales de carbón y descarbonice su energía, al mismo tiempo exportan cada año cientos de miles de coches usados altamente contaminantes al Sur Global, una parte de los cuales acaba en el país africano. Aunque las leyes nacionales prohíben la importación de vehículos de segunda mano, miles de ellos entran de contrabando a través de Estados vecinos más permisivos, en lo que se conoce como “importaciones grises”. El Gobierno pretende endurecer la persecución de estos automóviles, que, aparte de los problemas medioambientales, suponen un riesgo para la seguridad, destruyen empleo local y eluden el pago de impuestos.

Cada año, llegan a este país unos 30.000 coches de segunda mano, según declaró en abril, en una convención de motor, Garry Scott, consejero delegado de Kia Motors Sudáfrica. En total, más de 300.000 vehículos grises circulan en el país, de un total de 12,7 millones de coches, según datos del Consejo Empresarial del Automóvil de 2021.

Si se amplía el foco, entre 2015 y 2022 se exportaron al Sur Global al menos 23 millones de vehículos ligeros usados, 3,1 millones solo en 2022. África fue el mayor receptor, con un tercio de ellos, es decir, 7,5 millones, según un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) publicado en junio. El continente importó en 2022 el 46% de sus coches de segunda mano de Europa (349.852 unidades), el 31% de Japón (240.492 unidades), y el 17% de EE UU (128.057 unidades), los tres mayores exportadores mundiales.

“Se prevé que el parque automovilístico africano se multiplique por cuatro o por cinco de aquí a 2050 y que entre el 80% y el 90% de este crecimiento proceda de vehículos usados importados. En la actualidad, una parte importante de estos vehículos usados importados no cumplen las normas básicas de seguridad y medio ambiente”, afirma otro informe de la ONU de 2022, Vehículos usados más seguros y limpios para África. También la UE, que en los dos últimos años analizados (2021 y 2022) fue el mayor exportador mundial, trata de aprobar una normativa que endurezca los requisitos.

Sudáfrica ya tiene leyes estrictas contra la importación de coches usados. Cuando desembarcan en los puertos sudafricanos, no pueden registrarse, circular por sus carreteras ni venderse en su territorio, sino que deben ser transportados en ferris a países extranjeros. Sin embargo, hay formas de burlar esta prohibición. Según Scott, de Kia, estos vehículos aterrizan en países vecinos como Botsuana, Mozambique, Zimbabue o Suazilandia, y son introducidos de contrabando en Sudáfrica. De acuerdo con el informe de PNUMA, todos los países limítrofes tienen una regulación débil o muy débil acerca de la importación de coches usados.

Los ‘coches grises’ matan. Al no pasar por controles de seguridad y emisiones rigurosos en los puertos de desembarco, son un peligro para la seguridad y la salud públicas
Ngwako Makaepea, vicedirector general del Ministerio de Transportes sudafricano

“Las importaciones de coches grises son perjudiciales para Sudáfrica”, resumía Ngwako Makaepea, vicedirector general del Ministerio de Transportes sudafricano, preguntado por este diario durante una rueda de prensa. “Destruyen los ingresos de nuestros fabricantes locales y perjudican el empleo local. Se pierden miles de millones en ingresos fiscales porque no aparecen en las bases de datos oficiales. Peor aún, los coches grises matan. Al no pasar por controles de seguridad y emisiones rigurosos en los puertos de desembarco, son un peligro para la seguridad y la salud públicas”. Según el informe de la ONU de 2022, un análisis de vehículos listos para exportar desde Países Bajos a África en 2019 concluyó que más del 80% estaban por debajo de la norma Euro 4/IV sobre emisiones, que entró en vigor en la UE en 2005. La mayoría no tenían certificados válidos de circulación. Un número considerable no disponía de los principales equipos de emisiones y seguridad, o no funcionaban.

Sudáfrica es uno de los principales fabricantes mundiales de vehículos nuevos para exportación nacional y extranjera. Cada año se ensamblan en el país unos 650.000 vehículos nuevos para uso local y para la exportación, según declaró Tim Mototsa, responsable de los datos de producción de automóviles del Ministerio de Comercio e Industria de Sudáfrica, en una conferencia de prensa. Las grandes marcas asiáticas, europeas y estadounidenses (Kia, Toyota, Isuzu, Stellantis, BMW, Mazda, Nissa, Chevrolet, etcétera) tienen grandes fábricas en Sudáfrica y proporcionan empleo directo a 110.000 trabajadores, señaló Mototsa.

Una amnistía en marcha

En mayo, el país africano anunció que tenía intención de deshacerse de 18.000 coches de gasolina usados introducidos ilegalmente en su territorio, y enviarlos al puerto de Maputo, en el vecino Mozambique. Mabasa Sasa, consejero delegado del Consejo Empresarial del Automóvil de Sudáfrica, afirmaba en una rueda de prensa que estaban ultimando con el Ministerio de Industria y Comercio el desvío de estos vehículos. “Los coches usados de Europa y Asia importados ilegalmente cuestan hasta 440 millones de dólares en pérdidas anuales a la economía de Sudáfrica”, afirmaba.

Actualmente, si se descubre un automóvil ilegal, la Agencia Tributaria sudafricana puede confiscarlo y destruirlo; los conductores, importadores y vendedores pueden ser multados con 70.000 rands (3.500 euros) por vehículo, o castigados con penas de hasta tres años de cárcel. Sin embargo, hasta final de año, hay una amnistía en marcha por la que los conductores y propietarios de coches grises están llamados a entregarlos a la policía, a los funcionarios de aduanas o al Ministerio de Transporte, sin sanción ni juicio, explicaba Makaepea. “Es una oportunidad para hacer lo correcto”, subrayaba.

“Si los conductores y propietarios no entregan los coches importados ilegalmente, se enfrentarán a duros procesos judiciales cuando sean detenidos. (...) Nuestro objetivo es reducir en un 50% el número de coches grises en las carreteras sudafricanas en los próximos cinco años”, añadía el vicedirector general de Transportes, que adelantaba otra medida: “Pronto pondremos en marcha un sistema de etiquetado electrónico que se instalará en todas las matrículas de los coches que se vendan en Sudáfrica, de modo que la policía pueda determinar con un lector de códigos de barras si un coche sospechoso se trata de una importación ilegal o de un vehículo debidamente matriculado”.

Un gran exportador de carbón

Los países industrializados presionan a Sudáfrica para que ponga en marcha la denominada Asociación para una Transición Energética Justa (JEPT, por sus siglas en inglés). Este plan se anunció conjuntamente por primera vez en la cumbre del clima de COP26, en 2021. Entonces, Francia, Alemania, Reino Unido y EE UU, junto con la UE, acordaron conceder a Sudáfrica 8.500 millones de dólares en subvenciones para ayudarla a cerrar sus viejas centrales eléctricas de carbón y utilizar electricidad solar, de hidrógeno, eólica o geotérmica. Dinamarca y Países bajos se han sumado posteriormente.

Sudáfrica es el séptimo productor mundial de carbón y el quinto exportador. Más del 80% de su electricidad procede de centrales de este combustible fósil. Las grandes explotaciones de carbón de Eskom, la compañía estatal de generación de energía, convierten a Sudáfrica en el duodécimo mayor emisor de dióxido de carbono del planeta. El país se ha comprometido a descarbonizar sus sistemas energéticos, apoyándose en la financiación de los países occidentales, según Dion George, ministro de Medio Ambiente, Bosques y Pesca, que añadía que ya tenían disponibles 1.100 millones de euros. “Tenemos el dinero y ahora debemos gastarlo”, declaró en una rueda de prensa a la que asistió EL PAÍS.

“Es noble por parte de la UE y Estados Unidos prestar a Sudáfrica dinero para la transición verde, pero tirar miles de coches viejos de gasolina en Sudáfrica va en detrimento de esas buenas intenciones”, critica Tapiwa Nhachi, exinvestigador del Centro para la Gobernanza de los Recursos Naturales, con sede en Harare, Zimbabue, en una entrevista telefónica.

Sudáfrica es la última frontera que se opone a que África sea el vertedero de coches usados tóxicos procedentes de Japón, la UE y Estados Unidos, afirma Irvin Jim, secretario general del Sindicato Nacional de Mineros de Sudáfrica. “En casi todos los países africanos, las leyes [contra estas importaciones] son débiles o inexistentes, porque carecen de industrias de fabricación de automóviles y de ingresos para comprar coches nuevos y limpios”, señala, en conversación telefónica. Sudáfrica, asegura, no resistirá mucho tiempo porque los cárteles de coches grises son poderosos y pueden corromper a los funcionarios de aduanas, y porque la mayoría de los trabajadores están perdiendo ingresos y puestos de trabajo. “A medida que los sudafricanos se empobrezcan, se sentirán atraídos por los coches usados baratos, pero contaminantes, procedentes del extranjero. El resultado será catastrófico para los puestos de trabajo de la industria automovilística local y para los esfuerzos por descarbonizar nuestro país y limpiar los gases de efecto invernadero”, reitera.

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