Michael Reich, experto en salud pública: “El acuerdo contra pandemias será un paso adelante pero no será suficiente”
Experto en políticas sanitarias de Harvard, cree que la distribución de vacunas y tratamientos a países de ingresos bajos y medios requiere un enfoque ético de las políticas nacionales
Michael R. Reich (Ohio, Estados Unidos, 73 años) es uno de los “pocos politólogos” especializados en salud. “No somos muchos”, sonríe este profesor emérito de la Escuela de Salud Púbica de Harvard, que acaba de visitar Madrid, donde el pasado miércoles participó en un acto para conmemorar el 30º aniversario de la fundación Mundo Sano. Experto en el acceso a los medicamentos, la política farmacéutica y el fortalecimiento de los sistemas sanitarios —un área donde los expertos proceden sobre todo de carreras científicas y no sociales— cree que el tratado sobre pandemias que la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé aprobar la próxima semana será “solo un primer paso”. Para afrontar emergencias sanitarias como la de la covid-19 a nivel global “se necesitarán, además, leyes en cada país”, advierte.
Pregunta. Está previsto que la próxima semana los Estados miembros de la OMS firmen un acuerdo para afrontar colectivamente las pandemias. ¿Cree que será efectivo?
Respuesta. Puede ser efectivo, pero depende de la definición de efectivo.
P. Efectivo para prevenir y responder ante futuras pandemias.
R. Lo importante no es solamente de cuánto dinero se dispondrá, sino si promoverá la cooperación del sector privado y si los tratamientos o las vacunas serán accesibles. Hay que preguntarse si será efectivo para prevenir una pandemia y manejarla, pero también para reducir la inequidad entre países ricos y países pobres, o si será equitativo para las poblaciones empobrecidas de los países ricos. También si será efectivo para afrontar la desinformación que hay, por ejemplo, en torno a las vacunas.
P. ¿Qué necesita para ser efectivo?
R. En un acuerdo internacional son muy importantes las sanciones en caso de incumplimiento. Cuando irrumpió la covid-19, existían acuerdos internacionales, pero no sanciones. El tratado contra las pandemias es un paso adelante, pero no será suficiente, porque vendrán otras pandemias y se necesitarán nuevas negociaciones y aprendizajes. Además del acuerdo, se necesitarán leyes en cada país.
P. Como experto en salud pública, ¿ha encontrado la fórmula para reforzar los sistemas sanitarios nacionales?
R. No existe una fórmula… Yo hablaría de algoritmo. Hay que hacer lo que uno piensa que es necesario para afrontar crisis sanitarias. Aunque nunca se sabrá si eso es necesario. Porque cuando venga la próxima pandemia, probablemente será algo nuevo y se necesitarán nuevas tecnologías.
P. El lema de la próxima asamblea general de la OMS es “Todos por la salud, salud para todos”. ¿Es posible establecer el acceso universal a la salud?
R. En países como Estados Unidos es un desastre, hay una situación caótica que mejoró después de la reforma sanitaria del expresidente [Barack] Obama, pero aún hay un 15% de la población sin seguro.
Para distribuir los recursos, además de los métodos cuantitativos, se necesita pensar en criterios éticos
P. ¿Y en países de bajos y medios ingresos? ¿Cómo se puede promover que dispongan de un acceso equitativo a vacunas o tratamientos?
R. Es un problema muy difícil, con muchos niveles de complejidad. El dinero no es suficiente: se necesita una distribución equitativa. Pero, ¿quién lo va a hacer?
P. ¿Quién debería hacerlo?
R. No es solamente un problema del sector privado, sino también de los países ricos, que quieren, por ejemplo, comprar vacunas y tratamientos para sus propias poblaciones. Se necesita reflexionar sobre cómo un país usa el dinero. Y el dinero siempre va a ser insuficiente. Pero también van a ser insuficientes los recursos, porque no hay suficientes vacunas. Eso significa que hay un problema de la distribución.
P. ¿Y cómo se resuelve?
R. Es un proceso político. Para distribuir los recursos, hay quien defiende la necesidad de un análisis de costo y efectividad sobre la carga de enfermedad. Pero además de los métodos cuantitativos, se necesita pensar en criterios éticos. Y, a su vez, también implican procesos políticos, porque implica como país decidir qué se va a hacer con el dinero. Pero el problema es fundamentalmente ético.
¿Qué pasa cuando al que hay que ayudar viene de otro país, no lo conocemos, habla otra lengua y pertenece a otro grupo étnico?
P. ¿Por qué?
R. Porque hay que plantearse qué vamos a hacer para ayudar a otros. Y si es parte de nuestra familia, estamos dispuestos a pagar un 10% de lo que tenemos, un 20%... Pero, ¿qué pasa cuando al que hay que ayudar viene de otro país, no lo conocemos, habla otra lengua y pertenece a otro grupo étnico? No existe un sistema de pensamiento que diga que todo debe ser universal y para todos en cualquier parte del mundo. Ni siquiera dentro de un mismo país. Aquí mismo [en Madrid], ves a personas en la calle, sin dinero y con hambre.
P. ¿Cómo se logran más inversiones para combatir las enfermedades olvidadas, como la tuberculosis, que afectan sobre todo al Sur Global?
R. Se necesitan a personas que sepan cambiar el sistema de percepciones y de prioridades.
P. ¿Y eso cómo se hace?
R. Por ejemplo, hablar con periodistas, usar las redes sociales, para cambiar la agenda pública y política. Hay casos probados de éxito.
P. ¿Podría citar alguno?
R. Por ejemplo, la lucha de México contra las bebidas azucaradas. Se puso en marcha un proceso político con estrategias en los distintos ministerios y en el Congreso para cambiar la percepción de la población contra el consumo de estas bebidas y se logró. Pero, al mismo tiempo, una decisión política puede sembrar el caos.
P. ¿Por ejemplo?
R. También en México. La Administración de Vicente Fox creó en 2003 un seguro popular para la población. Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador [en el poder desde el 1 de diciembre de 2018] decidió eliminar la reforma y ha creado una situación sanitaria caótica en todo el país.
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