MSF suspende sus operaciones en el noroeste de Burkina Faso tras el asesinato de dos trabajadores
Cuatro empleados viajaban en un vehículo claramente identificado cuando sufrieron el ataque de hombres armados
Médicos sin Fronteras (MSF) ha suspendido sus operaciones en el noroeste de Burkina Faso tras el asesinato de dos de sus trabajadores este miércoles. El ataque se produjo cuando hombres armados dispararon contra un vehículo de la organización “claramente identificado”, según un comunicado de MSF, que circulaba entre las localidades de Dedougou y Tougan, en la región de Boucle du Mouhoun, en el que viajaban cuatro empleados. Dos de ellos, el conductor y el supervisor de logística, ambos burkineses, de 39 y 34 años respectivamente, fallecieron a consecuencia de los disparos y los otros dos pudieron escapar, según la propia ONG.
La ONG, que presta asistencia médica en zonas de conflicto, ha informado de que suspende temporalmente sus operaciones en Boucle du Mouhoun, hasta que se aclare lo sucedido. Esta región es una de las que más está sufriendo en las últimas semanas la actividad de grupos armados yihadistas vinculados sobre todo a Al Qaeda. “Estamos conmocionados e indignados por este asesinato”, aseguró Isabelle Defourny, presidenta de MSF, quien calificó los hechos de “ataque deliberado e intencional contra un equipo humanitario claramente identificado durante su labor médica”. “Nuestra prioridad es apoyar a los dos colegas que sobrevivieron al ataque, así como a las familias y los seres queridos de nuestros colegas fallecidos. Vamos a ponernos en contacto con todas las partes del conflicto para comprender lo que pasó”, añadió.
La violencia que sufre Burkina Faso desde 2015, que ha provocado más de 10.000 muertos y dos millones de personas desplazadas en ocho años
El mismo miércoles, otro ataque yihadista en la región de Centro-Este provocó la muerte a otras seis personas, tres civiles y tres miembros de la milicia gubernamental Voluntarios de Defensa de la Patria (VDP). Los hechos ocurrieron de madrugada cuando miembros de un grupo armado irrumpieron en la localidad de Bekouré y comenzaron a prender fuego a las casas. Asimismo, el pasado sábado otras 25 personas, tres policías y 22 civiles, fueron asesinadas por un grupo yihadista durante el brutal ataque que sufrió la localidad de Bani, en la región norteña de Sahel. El 1 de febrero, 16 peregrinos nigerianos de la hermandad tijiania que viajaban hacia Senegal también fueron ejecutados en la región del Este.
La violencia que sufre Burkina Faso desde 2015, que ha provocado más de 10.000 muertos y dos millones de personas desplazadas en ocho años, se ha intensificado en los últimos meses, coincidiendo con la contraofensiva lanzada por las nuevas autoridades, que llegaron al poder el 30 de septiembre tras un golpe de Estado con la intención de “reconquistar” el país de las manos de los grupos yihadistas, según sus propias palabras. Entre otras medidas, el Gobierno burkinés ha reclutado a 50.000 civiles para formar parte de los VDP. Estos voluntarios son ahora el gran objetivo de los grupos armados, así como las comunidades de las que proceden, según fuentes expertas en seguridad.
El capitán Ibrahim Traoré, presidente burkinés, aseguró en una entrevista concedida la semana pasada a la Radio Televisión Burkinesa (RTB) que no estaba dispuesto a abrir ningún tipo de negociación con estos grupos armados. Más de la mitad del territorio del país está fuera del control del Estado y los incidentes violentos son cotidianos, sobre todo protagonizados por los grupos yihadistas vinculados a Al Qaeda y Estado Islámico, pero también los que tienen su origen en la represión violenta de las milicias que apoyan al Ejército y las Fuerzas de Defensa y Seguridad.
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