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Mujeres y sororidad frente al yihadismo en Burkina Faso

La organización Femmes Battantes ha creado una red de apoyo entre desplazadas internas y las comunidades de acogida. Muchas de ellas huyen del terrorismo que asedia sus aldeas

Èlia Borràs
Bobo-Dioulasso (Burkina Faso) -
La mayoría de las personas desplazadas internas en Burkina Faso son acogidas por familiares o conocidos, normalmente de la misma etnia. Alimata Ouedraogo es de la mossi. Un grupo de personas de la misma comunidad la recogió por el camino cuando huía de su aldea, que había sido atacada por los yihadistas, y la ayudó a llegar hasta Samagán, una barriada de Bobo-Dioulasso, capital económica al oeste del país.Èlia Borràs
Awa, a la izquierda, y Kadiratou, en el centro, posan junto con la hija de la segunda, Aila. Han acogido a Ouedraogo en su casa en Bobo-Dioulasso. Èlia Borràs
Solange Traoré es la presidenta de la organización Femmes Battantes (mujeres luchadoras, en francés) y la coordinadora de mujeres de la región de Haut-Bassins, cuya capital es Bobo-Dioulasso. Acudió al gobernador de la región, al director de la Cámara de Comercio de Bobo-Dioulasso y al ministro de Agricultura para conseguir semillas y abono orgánico para el campo.Èlia Borràs
Una jornada de trabajo en el campo de Matourkou, a las afueras de Bobo-Dioulasso. En la fotografía, las mujeres desplazadas siembran judías, un alimento que en los últimos cinco años ha pasado de valer 150 francos CFA (0,22 céntimos de euro) el kilo a 300 francos CFA (0,45 céntimos de euro).Èlia Borràs
Momento de descanso para comer. Awa Pagabelem, de la asociación Femmes Battantes, ha preparado arroz con judías para todas las compañeras de trabajo.Èlia Borràs
Durante la hora de descanso, cuando el sol es más fuerte, Clarissa intenta dormir la siesta, algo que sus compañeras impiden a toda costa. Al fondo de la escena, se ve la plantación de maíz, un cereal básico en la dieta burkinesa con el que se prepara el tô, una bola que suele acompañarse de salsa de espinacas, tomate o cacahuete. Èlia Borràs
Aunque la ocupación principal de Poline es la de hacer harina de maíz, en sus ratos libres, trabaja en el campo de las desplazadas.Èlia Borràs
Marceline (derecha), ha aprovechado que es domingo para ir a ayudar a recolectar los frutos de la cosecha. Djamila (izquierda) es otra de las jóvenes desplazadas que ha llegado a Bobo-Dioulasso.Èlia Borràs
Tanto la cosecha como la recolecta, la separación de las vainas y el desgranado son procesos manuales. Uno de los objetivos que tienen las mujeres de Femmes Batantes es construir un pozo para poder cosechar todo el año. En la imagen, los hijos de la presidenta, Solange Traoré, ayudan en la recolecta de judías del “campo de las desplazadas”.Èlia Borràs
Aunque más del 80% de la población de Burkina Faso se dedica a la agricultura, el escaso rendimiento de la actividad, la falta de inversión y la violencia obliga a muchas personas a huir y dejar las cosechas a medias. Además, las consecuencias del cambio climático ha implicado una subida de precios que hace que la gente no pueda recibir la alimentación que necesita.Èlia Borràs
Maimuna (izquierda) y Azeta (derecha) huyeron de Namsiguia, al norte del país. Después de 490 kilómetros a pie llegaron hasta Bobo-Dioulasso. Estuvieron un tiempo mendigando por la ciudad hasta que se encontraron con Solange Traoré, quien les propuso trabajar en el campo durante la época de lluvias.Èlia Borràs
Maimuna es de las pocas mujeres desplazadas que explica con claridad como huyó de su pueblo y caminó durante cinco días hasta llegar a Bobo-Dioulasso. La mayoría prefieren no hablar o tienen recuerdos difusos. La organización Médicos Sin Fronteras ha desplegado por primera vez ayuda psicológica en los campos. El Estado también ofrece este servicio a las mujeres que llegan a la ciudad.Èlia Borràs
Zerbo acoge en su casa a 20 mujeres con sus hijos. Durante su tiempo libre también ayuda en el campo de las desplazadas. En la imagen, separa la vaina de las hojas.Èlia Borràs
El mototaxi es el transporte más popular y práctico de Bobo-Dioulasso. El conductor pasa la jornada haciendo viajes con sacos de judías hasta su casa, donde las mujeres esperan para separar las hojas del grano. En este caso, es Solange Traoré quien paga, de su propio bolsillo, el servicio.Èlia Borràs
Abibata, de 2 años, caminó junto a su madre, Sarata, desde Dankanou—en la región del Sahel— hasta Bobo-Dioulasso, para huir de la violencia yihadista. Por el camino conocieron a otras mujeres con las que ahora conviven en la ciudad y se ayudan mutuamente.Èlia Borràs
La asociación para el Empoderamiento Femenino de Bobo-Dioulasso organizó una campaña para comprar kits de higiene femenina (cepillo de dientes, compresas, jabón, esponja y pasta de dientes) para las mujeres desplazadas.Èlia Borràs
Salimata (a la izquierda), Sarata (en el centro, con camiseta amarilla) y Maimuna (a la derecha) trabajan para desgranar el maíz recolectado.Èlia Borràs