Amina J. Mohammed: “No podemos permitirnos el lujo de decirle a una persona pobre que nos hemos rendido”
La vicesecretaria general de la ONU, de visita en España, reclama más financiación para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la agenda climática
La vicesecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed (Gombe, Nigeria, 1961), ha estado exactamente un día y medio en España. Vino el 31 de octubre para inaugurar en Bilbao el secretariado de la Coalición Local2030, una plataforma de Naciones Unidas para apoyar y acelerar la aplicación local de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y aprovechó la mañana del festivo 1 de noviembre para impartir una charla en la IE University y mantener reuniones en un despacho de una de las Cuatro Torres de Madrid, en el que, según sale una persona, entra otra. La visita sucede en plena crisis por el bloqueo de Moscú a la exportación de grano desde Ucrania por el Mar Negro, que ya ha anunciado su regreso al acuerdo auspiciado por la organización internacional, y a pocos días del inicio de la COP27 en Egipto.
Pregunta. La guerra en Ucrania ha desencadenado una crisis energética y alimentaria con especial embate en el Sur Global. ¿Cuál es su análisis de la situación?
Respuesta. En primer lugar, está el impacto en el epicentro de la guerra. Europa también se ve afectada por la crisis energética y la inflación, que a su vez ha hecho que los tipos de interés suban para muchos países en desarrollo, en los que la devolución de la deuda se ha convertido en una prioridad, dejándoles menos espacio fiscal. Para nosotros, la mayor preocupación es el acceso a productos básicos, y los alimentos son el gran problema. Sin embargo, con la Iniciativa Granos del Mar Negro que hemos puesto en marcha, se ha visto cómo, con la exportación de grano desde Ucrania, los mercados se han estabilizado y la gente tiene acceso a comida más barata. Nos preocupa que esto pueda cambiar con la suspensión por parte de los rusos. Por eso seguimos dialogando con ellos sobre la exclusión [del conflicto] de la exportación de granos de Kiev. También de los fertilizantes, que son necesarios para la temporada de siembra, que vienen de Rusia.
P. ¿El acuerdo está funcionando pese a las inestabilidades en el cumplimiento?
R. Sí. La Iniciativa de Granos del Mar Negro es un paquete. Y era para que el grano saliera de Ucrania y llegara a los lugares a los que tenía que llegar en el mundo en desarrollo, como está sucediendo. Me refiero a los cientos y miles de toneladas que han sido gestionados por el Programa Mundial de Alimentos, que han ido directamente a puertos en Etiopía, Yemen o Afganistán. Así que personas que de otro modo no habrían tenido alimentos, han recibido grano. El otro aspecto, pero sobre el que tenemos que ser críticos y preocuparnos, es si conseguiremos fertilizantes, potasa y urea, todo lo que nos permite afrontar la temporada de siembra. La falta de ellos está detrás de que la producción se haya detenido en Europa, lo que provoca que los precios suban y que la demanda aumente. Lo que no ha ocurrido, y eso es lo que nos inquieta, es la disponibilidad de fertilizantes de Rusia. Con la suspensión, se pone todo en cuestión. Pero no nos rendimos. Seguimos manteniendo el compromiso. El secretario general siempre está en estrecho contacto para mantener abiertas las vías.
La falta de fertilizantes de Rusia está detrás de que la producción se haya detenido en Europa, lo que provoca que los precios suban
P. La ONU se creó después de la Segunda Guerra Mundial para evitar guerras y crisis de refugiados como la que se experimentó entonces. Pero tenemos más conflicto y más personas desplazadas. ¿Lo considera un llamado a reconstruir la ONU?
R. Hoy no estamos en 1945, cuando algunos países miembros no habían obtenido aún su independencia. Tenemos una dinámica diferente, con muchos más Estados soberanos, que están comprometidos en la ONU; una ONU en la que, si sus órganos experimentan dificultades para funcionar, la Asamblea General está ahí. Elaboramos marcos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para mejorar la vida de la gente. Pero es verdad, hoy tenemos guerras y conflictos distintos a los de entonces. La agenda común del secretario general quiere reposicionar y renovar la organización de una manera diferente. La reforma del Consejo de Seguridad lleva mucho tiempo en marcha, y continuará hasta que los Estados miembros encuentren una buena razón para dar la respuesta adecuada al momento actual. Dicho esto, cuando estalló la guerra de Ucrania, la Asamblea General acordó que todo veto que se discutiera en el Consejo de Seguridad se pudiera debatir en el seno de la asamblea. Eso hace que el mundo esté al tanto de lo que hace el Consejo de Seguridad con los vetos y presione para que hagamos lo necesario para tratar de poner fin a este conflicto.
P. Menciona que los ODS siguen en marcha para mejorar la vida de la gente, pero la humanidad ha retrocedido en términos de desarrollo a 2016, según sus datos. ¿La comunidad internacional no está suficientemente comprometida para cumplir esta agenda?
R. Hay varias razones. No íbamos por el buen camino antes de la covid-19, y lanzamos la Década de Acción, que estábamos a punto de empezar cuando tuvimos la pandemia. Eso ha exacerbado el retraso en una serie de objetivos en materia de educación, de pobreza, como indica el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD. Pero, en algunos casos, hemos mejorado el conocimiento y la conexión entre personas que no habrían estado conectadas de no ser por la covid y por el aumento de las inversiones en el espacio digital. El año que viene celebraremos la cumbre de los ODS, un balance en mitad del plazo. En ella se identificarán las lagunas que debemos abordar. Esperamos que, como siempre ha dicho el secretario general, tanto si se trata del clima como de los objetivos, se aporte la financiación necesaria. Está claro que hay suficientes recursos en el mundo para hacer frente a algunas emergencias y no a otras. Hay que encontrar la voluntad política para entender que la carta dice “Nosotros los pueblos” y no “Nosotros los pueblos de una parte del mundo”. “Nosotros” es el pueblo del mundo global, la humanidad. Así que seguimos convocando mesas redondas sobre financiación. Hemos asistido a las reuniones del Banco Mundial e iremos al G20 con las propuestas para ver cómo las podemos impulsar. En algunos casos hemos tenido cierto éxito. Creo que la aprobación de los derechos especiales de giro fueron los mayores de la historia, 550.000 millones [de euros]. Ahora tenemos que ver si podemos redistribuirlos. ¿Queremos ver si realmente marcan una diferencia para la gente? Eso requiere que algunos accionistas de las instituciones financieras hagan algo al respecto. Y esa es la llamada, que no es por falta de medios, sino por la voluntad política de pasar del compromiso a las acciones que permitan que los recursos fluyan hacia donde se necesitan.
La reforma del Consejo de Seguridad lleva mucho tiempo en marcha, y continuará hasta que los Estados miembros encuentren una buena razón para dar la respuesta adecuada al momento actual
P. Pero casi nunca se alcanza la financiación que se solicita y muchas veces lo comprometido no se desembolsa.
R. Hay promesas financieras que se han cumplido. Pero la demanda ha aumentado por los esfuerzos que se han realizado desde la covid, por los efectos en la guerra y porque países que ayer no habrían sido considerados vulnerables por el cambio climático, hoy lo son. Un tercio de Pakistán quedó bajo el agua por las inundaciones. Países de renta media de África han sufrido inundaciones que han destruido propiedades y vidas. Lo que está claro es que el mundo tiene los recursos y necesitamos encontrar una forma más equitativa de redistribución. Tenemos que utilizar los mecanismos existentes, así como lo nuevo que proponemos en la innovadora arquitectura financiera para subvencionar el desarrollo.
P. La próxima COP27 se celebrará en los próximos días y parece que no hay grandes expectativas. ¿Cuáles son las suyas?
R. Estamos muy preocupados. Salimos de Glasgow [Escocia] con una serie de compromisos del sector privado y del público para conseguir 100 mil millones y para el apoyo a la COP de África, que es la de implementación. Creímos que el mundo se uniría y actuaría, devolviendo cierta confianza a la acción climática que debía producirse para un mundo de 1,5 grados. Eso no ha ocurrido. Podemos decir que la guerra de Ucrania es uno de los factores agravantes, pero no el único. Ahora vamos a conseguir, al menos, que los líderes vengan en persona. Es importante. De los cuatro temas –mitigación, adaptación, financiación, pérdidas y daños–, este último se incluirá ahora en la agenda. Vamos a poner en marcha una revisión de si los compromisos se han hecho realidad. Hemos seguido la transición de algunos países hacia el abandono del carbón, en Indonesia, Vietnam, India o Sudáfrica, lo que nos ha mostrado las complejidades de la cantidad de recursos que se necesitan, pero son ejemplos en los que tenemos esperanzas.
P. En los últimos años, la humanidad ha enfrentado una pandemia, la guerra, el cambio climático. Esto genera inseguridad, depresión y paralización en la gente, según sus informes. ¿Qué les diría a los ciudadanos?
R. Un mundo lleno de incertidumbre provoca muchas ansiedades. La salud mental es un tema muy importante, especialmente para los jóvenes. Tenemos que dar esperanza. Sabemos que con los marcos y los recursos podemos seguir presionando para que los jefes de Estado y de gobierno tomen medidas. Así que la gente, los ciudadanos de base, los jóvenes, todo el mundo debería preguntar qué están haciendo las Administraciones para cumplir los compromisos relacionados con el clima y los ODS. Lo segundo que podemos hacer es seguir hablando de estos temas porque tenemos que mantener la presión. Sin el sentimiento de esperanza y sin compromiso ¿qué queda? No podemos permitirnos el lujo de decirle a una persona pobre que nos hemos rendido. Tú y yo tenemos un hogar, y sabemos de dónde vendrá nuestra próxima comida. Pero a alguien que no sabe qué va a pasar mañana, tenemos que darle esperanza. Es una obligación. Y es una obligación en la ONU seguir luchando por sus derechos y para que los líderes que se sientan en nuestro ‘ayuntamiento global’ pongan los medios necesarios. Es posible.
P. ¿Cree que se logrará alguno de los ODS?
R. Espero que muchos de ellos se logren. Todavía nos quedan siete años. No creo en fracasar antes de llegar. Creo en llegar. Y si no los alcanzamos que no sea porque no lo hayamos intentado. Así que pregúnteme en 2030.
La nueva Oficina de la ONU para la Juventud será una parte integral de todo lo que negociemos, todo lo que intentemos sacar adelante para que el mundo sea como debería ser, no como es
P. ¿La ONU está pensando en el pos2030?
R. Por supuesto. La ONU no cierra en 2030, como no lo hicimos en 2015. Los Estados miembros negociarán otra serie de objetivos. Si logramos los 17 objetivos, habrá otras exigencias a las que deberemos responder en el mundo. Si no lo hacemos, entonces diremos: ¿Qué hemos conseguido? ¿Qué no? Nuestra agenda común muestra que el contrato social ya no es apto para el propósito. Necesitamos una nueva arquitectura financiera y una nueva agenda de paz. Estas son cuestiones que no estaban en 2015, pero que ya las estamos hablando porque sabemos que sin ellas no podemos responder.
P. ¿Qué novedades hay en el proceso de negociación de esa nueva agenda pos2030?
R. Sabemos que los jóvenes tienen que formar parte de la cocreación. Así que las Naciones Unidas han creado, en las últimas semanas, una Oficina para la Juventud. Se podría pensar que es lógico, pero hemos tardado desde 1945 hasta hoy en conseguir una oficina para la juventud. Nos aseguraremos de que esté dotada de personal y dirigida por una persona joven, y que no sea sólo una oficina más. Será una parte integral de todo lo que negociemose intentemosa sacar adelante para que el mundo sea como debería ser y no como es.
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