Los sueños de la migración ante el abismo de El Darién
Tres migrantes cuentan su experiencia en la frontera entre Colombia y Panamá, uno de los corredores más peligrosos para cruzar a EE UU
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Ni la misma carretera Panamericana ha sido capaz de abrirse paso entre El Darién. Considerada una de las rutas de la inmigración más peligrosas del mundo, la frontera natural que separa Colombia y Panamá se ha convertido en una trampa mortal para muchos y en un infierno para otros en su camino hasta llegar a Estados Unidos.
“El sueño cubano es ese, brincar la selva para llegar a Estados Unidos”, explica Arian en el muelle de Capurganá, un pueblo colombiano que colinda con la frontera de Panamá. La mayoría de los migrantes que llegan a El Darién proceden de Cuba y de Haití. Colombia había hecho un recuento de hasta 4.200 en los primeros cuatro meses de 2021. Sin embargo, Panamá ha llegado a contabilizar hasta 17.000.
Juan Carlos, un migrante venezolano, ha tardado 70 días en cruzar este paso fronterizo, en los que ha pasado hambre y sed, pero no son los animales, asegura, lo que le han dado más miedo de esta travesía: “Lo más arriesgado de una de las selvas más peligrosas del mundo son las personas”, explica.
Estos mismos peligros son de los que habla otro de los caminantes de esta ruta, que prefiere mantener el anonimato: “No vengan, hermano [...] Nos quitaron la plata, y a los que venían con sus mujeres, se las quitaron y se las violaron a todas. No te dejen engañar. Te matan loco”, lamenta este migrante.
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