Exprimir las vacunas y pasaporte inmunitario: nuevas y viejas recetas contra la fiebre amarilla
Un estudio internacional confirma que administrar una quinta parte de una dosis estándar de la inmunización brinda protección, lo que abre la puerta a proteger a cinco veces más personas con las cantidades existentes
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En 2016, el último gran brote de fiebre amarilla (en Congo y Angola) agotó no una, sino dos veces, las reservas mundiales de vacunas contra esta enfermedad viral, endémica en 44 países de África y América Latina y para la que no existe tratamiento. El brote se extendió por las capitales de Angola y República Democrática del Congo y se llegaron a detectar 11 casos en China, haciendo temer lo peor en un país con 1.400 millones de habitantes y sin inmunidad. Ahora, un estudio internacional ha confirmado que administrar una quinta parte de una dosis normal de la vacuna brinda protección, lo que abre la puerta a proteger a cinco veces más personas con los stocks actuales.
“Cuando se produjo el gran brote en África en 2016, el mundo no estaba preparado para responder”, afirma Aitana Juan, la autora principal del informe dirigido por Epicentre, el centro de investigación epidemiológica de Médicos Sin Fronteras (MSF). Producir la vacuna de la fiebre amarilla lleva unos 12 meses y es difícil pronosticar los volúmenes que se necesitarán cada año para responder a los brotes. De ahí la escasez de vacunas. En aquella ocasión, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó utilizar dosis diluidas de la vacuna como medida excepcional, pero llamó a la comunidad científica a investigar el tema más a fondo de cara a futuras emergencias. El resultado es el primer estudio que evalúa a la vez las cuatro vacunas de esta patología aprobadas por la OMS en poblaciones de África subsahariana.
Hasta la fecha, solo se había investigado el fraccionamiento de una de las cuatro vacunas en militares brasileños jóvenes. “Lo que pasa es que no se pueden generalizar estos resultados: las defensas de un chico en plena forma no son las mismas que las de una persona de más de 50 años o con VIH; menos aún, teniendo en cuenta que la infección por virus como el Zika ofrece una cierta inmunidad”, explica el co-autor Derick Kimathi, afiliado al Instituto de Investigación Médica de Kenia-Wellcome Trust. El estudio actual, en el que también colaboraron el Instituto Pasteur de Dakar y la OMS, se centró en adultos de 18 a 59 años. Otra investigación en curso está evaluando la eficacia y seguridad de las dosis fraccionadas en niños y personas con VIH, y sus resultados están previstos para dentro de un año.
Próxima parada: ¿Asia?
La fiebre amarilla es una fiebre hemorrágica aguda transmitida por un mosquito y que causa 30.000 muertes al año; nueve de cada diez fallecimientos se produce en África subsahariana. El 80% de los casos son asintomáticos, pero la mitad de quienes los padecen mueren en unos pocos días a causa de hemorragias internas y daños severos en el hígado y los pulmones. “Cuando detectamos un brote epidémico significa que la infección ya está muy extendida. Por ello, es fundamental prevenir mediante la vacunación rutinaria de la infancia y el control de las poblaciones de mosquitos”, explica Aitana Juan.
El 80% de los casos son asintomáticos, pero la mitad de quienes los padecen mueren en unos pocos días a causa de hemorragias internas y daños severos en el hígado y los pulmones
La vacuna de la fiebre amarilla, creada en 1937, es tan eficaz y segura que una sola dosis normal protege para toda la vida. Un total de 40 de los 44 países donde es endémica la han incorporado a su calendario de vacunación y, además, los viajeros internacionales deben acreditar mediante tarjeta sanitaria que están inmunizados para ir a zonas de riesgo. A pesar de todo, los brotes van en aumento desde hace 30 años y se están extendiendo por Centroamérica y Sudamérica. Por ejemplo, se han dado brotes recurrentes en zonas de Brasil donde nunca se habían registrado casos, pero sí existe el mosquito vector (Aedes aegypti), que también puede transmitir virus como los del dengue, Zika y chikungunya.
Según Kimathi, el aumento de los casos se debe a una combinación de factores: el éxito de las campañas de vacunación y control de vectores que, paradójicamente, ha llevado a algunos países a bajar la guardia; los cambios en la ecología de los mosquitos por el calentamiento global e, incluso, la picaresca. “Hay personas que compran un certificado internacional de vacunación falso para viajar sin estar inmunizados; en algunos puestos fronterizos se pueden comprar por solo 10 euros,” dice el investigador en referencia al problema sistémico de la corrupción.
Hay personas que compran un certificado internacional de vacunación falso para viajar sin estar inmunizados; en algunos puestos fronterizos se pueden comprar por solo 10 euros,” dice el investigador en referencia al problema sistémico de la corrupción
La enfermedad se puede prevenir, pero no erradicar. Los monos son los principales reservorios de este arbovirus que se transmite de animal en animal a través de los mosquitos y, de vez en cuando, a los seres humanos. En entornos urbanos, los mosquitos pueden pasar el virus entre personas. Y como ocurre con otras enfermedades zoonóticas como el Ébola, a más destrucción de los ecosistemas naturales, más riesgo de infección –con el problema añadido de que ahora, los virus viajan en avión, como sigue demostrando la covid-19.
La fiebre amarilla pasó de África a América con el tráfico de esclavos y se quedó. China tiene mosquitos Aedes aegypty, de modo que el riesgo es real. “Si el virus se introdujese con éxito en Asia, sobre todo en grandes ciudades densamente pobladas, podría ser catastrófico”, señala Juan. “Administrar dosis fraccionadas de vacunas nos permitirá responder mejor a grandes brotes. Pero no lo olvidemos: lo más importante sigue siendo prevenir”.
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