Luces, cámara y acción en el cine de Kenia
Paul Kihuha, fundador de Pro Tisa Creations, ha conseguido crear equipos de rodaje asequibles que ayudan a impulsar el sector cinematográfico en su país
Kenia ha sido, desde la década de los treinta, uno de los principales destinos para las producciones cinematográficas y los documentales sobre naturaleza. Las nieves del Kilimanjaro, el libro de Joy Adamson Born Free, Memorias de África (de Isak Dinesen), el taquillazo de 2005 El jardinero fiel, rodado en Loiyangalani, una pequeña ciudad en la costa sureste del lago Turkana, y los documentales sobre Historia Natural de la BBC y el canal Discovery son algunos ejemplos.
Sin embargo, este año, la industria del cine en Kenia ha sido un sueño esquivo. A pesar de contar con un entorno propicio, la falta de capital y de equipos, las licencias, las estrictas normativas gubernamentales que encarecen los rodajes y la disponibilidad de películas baratas procedentes de Nigeria y de telenovelas filipinas tienen a la industria cinematográfica de Kenia luchando por mantenerse a flote.
Paul Kihuha, fundador de Pro Tisa Creations, estaba harto de la calidad de las películas que se hacían en Kenia, en comparación con las de otras partes del mundo. Pensó en formas de mejorarlas y en 2013 fundó una empresa que produce material para los rodajes cinematográficos. “Todo el mundo me llama Pro Tisa. Se me ocurrió el nombre porque soy el último nacido en una familia de nueve, por lo tanto, el noveno producto. ‘Pro’ es la abreviatura de ‘producto’, y ‘tisa’ es nueve en suajili”, explica el joven de 33 años.
En Kenia, los equipos de rodaje no son fáciles de encontrar y tampoco son baratos. Kihuha nunca imaginó que Pro Tisa Creations llegaría a ser un negocio tan rentable en el que la gente los compraría a un precio asequible. Ahora, suministra equipos de rodaje, decorados y también diseña escenarios. El keniano dejó la escuela primaria en su último año, en 2002, y se describe a sí mismo como un artista autodidacta. Su padre era herrero y él le enseñó a fabricar esta mercancía.
En lo que se refiere al cine, Nigeria es el líder en África. En 2018, la película nigeriana Lionheart, el luchador se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto y, según medios locales, Netflix pagó 3,8 millones de dólares (casi 3,5 millones de euros) por la adquisición del largometraje antes de su estreno. El joven empresario empezó fabricando equipos de rodaje como plataformas móviles, deslizadores, grúas y sujeciones para fijar la cámara a un coche para los vídeos en movimiento. Los equipos se fabrican con metales ligeros, madera y caucho de proveedores locales. “Cuando empecé, en 2013, usaba chatarra, pero doy las gracias porque ahora puedo permitirme comprar lo que necesito”, afirma. El tiempo de producción varía en función de la pieza. “Una plataforma móvil me lleva uno o dos días”, señala.
Quería hacer películas mejores, que tuvieran diferentes tipos de tomas, algunas en movimiento y no solo las estáticas
A la hora de fijar los precios de los productos, Kihuha prefiere adaptarse al presupuesto del cliente, porque quiere que resulten asequibles incluso para los cineastas en ciernes que no tienen mucho dinero. Él, en función del importe de venta, adapta la calidad de los materiales empleados. “A lo mejor un realizador solo puede permitirse comprar un equipo por 50.000 chelines kenianos (unos 390 euros), mientras que otro puede pagar un precio más alto por el mismo equipo, probablemente incluso el doble”, afirma.
Kihuha no esconde su alegría: “La plataforma móvil es el producto más popular de los que vendo. Estoy contento porque el 50% de mis decorados y equipos se ha utilizado en las producciones cinematográficas de Kenia. Actualmente, mi equipo se está utilizando en el rodaje de una serie de televisión keniana, Selina, que es muy popular, y también para algunos vídeos musicales kenianos”.
El emprendedor afirma que sus productos son cuatro veces más baratos que los que venden en las tiendas y que, además, son más duraderos. “Aguantan hasta diez veces más, porque son de metal puro. Los otros están hechos de un material más ligero que no dura mucho, para que resulte más fácil enviarlo”, recalca.
Pro Tisa Creations cuenta actualmente con 12 empleados fijos. Kihuha es también un líder motivador que prepara a los jóvenes en diversos ámbitos, como la resolución de problemas, el trabajo con metales, y también el cine. “Hasta ahora he formado a 46 jóvenes. Les enseño a resolver sus problemas con lo que tienen, en lugar de esperar la ayuda de otras personas. También tengo un taller donde enseño a trabajar el metal. Y también puedo prepararlos para el cine porque trabajo con realizadores y así he adquirido conocimientos”, añade.
Kihuha señala que el tiempo y el dinero son sus mayores desafíos. “Tengo la sensación de que necesito hacer muchas cosas para convertir en realidad mi sueño de realizar películas de alta calidad a un coste asequible, pero el tiempo constituye una limitación. La mayoría de mis clientes quieren trabajar personalmente conmigo y no con mis empleados”, explica, y añade que actualmente no tiene ningún competidor en la producción de equipos de cine, pero está dispuesto a trabajar con cualquier persona que emprenda un proyecto similar. Le encanta el arte de hacer películas de calidad y se alegra de trabajar en su pasión. Ese, dice, es su mayor logro. “Puedo hacer lo que me gusta, hacerlo cuando quiero, y ganar dinero con ello”, asegura.
Kihuha trabaja ahora en la construcción de un centro creativo (Fundación Pro Tisa), que en el futuro espera donar a los artistas principiantes. La idea es que dispongan de un lugar para trabajar en sus ideas, al tiempo que se relacionan con otros artistas y obtienen orientación: “Hice el proyecto del edificio y estoy construyendo personalmente el centro. Es precioso y tengo muchísimas ganas de terminarlo”.
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