Ir al contenido

Los estadistas actúan

Lula ha recibido aplausos por su compromiso en la ONU con los derechos humanos, pero eso no basta en un mundo asfixiado por el cambio climático

Por su discurso de apertura en la Asamblea General de las Naciones Unidas el pasado 23 de septiembre, en Nueva York, Luiz Inácio Lula da Silva ha sido aclamado como estadista. Para muchos, ha sido el mejor que ha pronunciado en la ONU. Es cierto que Lula hizo una declaración fuerte contra el genocidio que Israel está cometiendo en Gaza y se posicionó con firmeza y corrección en varios puntos, haciendo una defensa enfática del multilateralismo. Sin embargo, dedicó ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Por su discurso de apertura en la Asamblea General de las Naciones Unidas el pasado 23 de septiembre, en Nueva York, Luiz Inácio Lula da Silva ha sido aclamado como estadista. Para muchos, ha sido el mejor que ha pronunciado en la ONU. Es cierto que Lula hizo una declaración fuerte contra el genocidio que Israel está cometiendo en Gaza y se posicionó con firmeza y corrección en varios puntos, haciendo una defensa enfática del multilateralismo. Sin embargo, dedicó menos de 3 de sus 18 minutos a la amenaza que pone a la especie humana en peligro de extinción. A menos de dos meses de la COP30, la primera Cumbre del Clima que se celebrará en la Amazonia, el presidente del país que la acoge mencionó el colapso climático solo de forma protocolaria. Ya no estamos en el mundo en que se creó la ONU, eso está claro. La cuestión que se impone es qué significa ser estadista cuando ya hemos perdido la posibilidad de limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados y vivimos con olas de calor cada vez peores y fenómenos climáticos cada vez más extremos.

Es cierto que, comparado con el discurso de Donald Trump que vino a continuación, repleto de mentiras tan absurdas como la de “he puesto fin a siete guerras”, el de Lula ofreció el consuelo —cada vez más raro en estos tiempos— de tener sentido y, sobre todo, basarse en la verdad. Pero no son tiempos para exigir solo lo mínimo. Si seguimos exigiendo solo lo mínimo, el planeta seguirá calentándose a un ritmo cada vez más acelerado y, en breve, ya no tendremos la opción que ahora está sobre la mesa, entre un planeta difícil y un planeta hostil a la especie humana. Así que no basta con basarse en los principios humanitarios. También hay que basarse en la acción.

Este extracto del discurso de Lula, por ejemplo, es irreprochable: “Nada, absolutamente nada, justifica el genocidio que está teniendo lugar en Gaza. Allí, bajo toneladas de escombros, están enterrados decenas de miles de mujeres y niños inocentes. Allí, también están sepultados el Derecho Internacional Humanitario y el mito de la superioridad ética de Occidente”. La cuestión es que, mientras se pronuncian los discursos, cada día decenas de personas mueren asesinadas en Gaza. Como escribió el periodista Gideon Levy en su columna del diario israelí Haaretz, hablar de la solución de los dos Estados o de reconocer el Estado palestino en estos momentos solo sirve para apaciguar conciencias que no deberían apaciguarse mientras se inhiban de detener el genocidio con acciones de emergencia y duras sanciones contra Israel. Mahmud Abbas, “el presidente del Estado que ahora ‘reconoce’ casi todo el mundo”, participó en la Asamblea General por videoconferencia porque se le prohibió entrar en Estados Unidos, mientras que Benjamín Netanyahu, sobre quien pesa una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y contra la humanidad, habló en el pleno.

Como presidente de un país como Brasil, Lula pronunció el discurso que tenía que pronunciar contra el genocidio. Pero como presidente del país que albergará la COP30 y que (des)alberga en su territorio el 60% de la mayor selva tropical del mundo, Lula se quedó muy corto en su discurso porque se queda muy corto en su acción. Lula puede hacer poco para detener el genocidio en Gaza, pero puede hacer mucho más para detener la destrucción de la Amazonia.

“Las bombas y las armas nucleares no nos protegerán de la crisis climática. El 2024 fue el año más caluroso jamás registrado. La COP30, en Belém, será la COP de la verdad”, afirmó. La verdad es que Lula defiende la apertura de nuevos frentes de explotación de petróleo en la Amazonia; Petrobras, la petrolera estatal brasileña que figura entre las 15 mayores del mundo, está ampliando la producción de combustibles fósiles y su Gobierno contemporiza con la expansión del monocultivo de soja y la ganadería en la Amazonia. Vale la pena recordar que las diez corporaciones de la agroindustria que recibieron más exenciones fiscales en Brasil dejaron de pagar 4.200 millones de dólares solo en 2024: Syngenta, JBS, Bunge, Cargill, Fertipar, Yara, OCP, Corteva, Basf y Bayer. Este valor equivale a casi diez veces todo el dinero que ya ha desembolsado el Fondo Amazonia, que invierte en proyectos de protección y recuperación de la selva.

Las palabras importan, pero solo si producen movimiento. Para ser un estadista a la altura de los desafíos de este momento en que luchamos por la vida, hay que adoptar el concepto de palabra del pueblo indígena guaraní-kayowá: “palabra que actúa”. Si no actúa, no es una palabra. Ni es un estadista.

Sobre la firma

Más información

Archivado En