El otro frente: Israel avanza en Cisjordania
La guerra de Gaza está sirviendo al ultranacionalismo israelí para acelerar su política de ocupación
Mientras el macabro contador no se detiene en Gaza —casi 40.700 palestinos muertos—, el ejército israelí lanzó la madrugada del miércoles una de sus mayores ofensivas en Cisjordania desde el final de la Segunda Intifada, en 2005. El ataque, que ya suma más de una veintena de víctimas mortales, se centra en tres zonas del norte de ese territorio, en el punto de mira de los colonos más radicales, pese a ser el principal foco de los grupos armados islamistas.
De forma paralela a la guerra en la Franja, que el sábado cumplirá 11 meses, la presión militar y los ataques de colonos radicales a ciudadanos palestinos y sus propiedades en Cisjordania se han sucedido casi sin pausa. Miles de palestinos han sido arrestados allí y en Jerusalén Este, y unos 700, entre combatientes y civiles, han muerto, según la Autoridad Nacional Palestina. Más allá del rastro de destrucción de esta nueva ofensiva, el principal peligro, del que ya hay señales, es que la ultraderecha israelí y el movimiento colono quieran aprovechar la inercia en Gaza para avanzar en sus objetivos de ocupación. El territorio cisjordano coincide con las bíblicas Judea y Samaria, parte de la idea expansionista del Gran Israel. Una idea que tiene clara carta de naturaleza en el Gobierno extremista de Benjamín Netanyahu. El ultraderechista ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, ha ido asumiendo competencias militares en Cisjordania. En un acto privado en junio, admitió un plan en marcha para consolidar el control de la zona e imposibilitar un Estado palestino, sin anexionarla formalmente, para evitar las críticas internacionales. El Gobierno ha declarado estatales un número de hectáreas sin parangón desde los noventa, una herramienta para apropiarse de las tierras que queden sin cultivar durante años.
El titular de Exteriores, Israel Katz, del Likud, instó el miércoles por vez primera a actuar en Cisjordania como en Gaza, incluyendo “cualquier medida” precisa, entre ellas el desplazamiento forzoso —bajo el eufemismo de “evacuación temporal”— que ya han sufrido cerca de 1,7 millones de gazatíes, el 77% de la población de la Franja. La frase no es una mera provocación cuando quien la pronuncia es el representante de Israel ante la comunidad internacional, una comunidad que muy mayoritariamente rechaza la ocupación.
Entre tanto, y bajo el creciente temor a un conflicto regional, las negociaciones para un alto el fuego que se han sucedido en Doha y El Cairo no han supuesto avances. Y la única novedad arroja sombras sobre la posibilidad de lograrlo con la urgencia imprescindible: Netanyahu ha obtenido el respaldo de su Gobierno para mantener tropas tras la tregua en el Corredor Filadelfia, la zona de Gaza fronteriza con Egipto, lo que Hamás rechaza. Netanyahu parece decidido a seguir ganando tiempo y obstaculizando cualquier medida que permita atisbar alguna esperanza entre tanto dolor.