¿Quieres ser cristiano? No, Messi

El PP, histórica e ideológicamente más vinculado a la Iglesia, se aleja estos días de los postulados del Papa, que ha declarado un pecado grave repeler a los inmigrantes

Francisco I, durante una ceremonia en la basílica de San Pedro. En vídeo: Palabras del Papa sobre la inmigración.Foto: Getty

Hace pocos días, el bautizo de un chavalito argentino dio la vuelta al mundo porque al sacerdote se le ocurrió preguntarle: “¿Quieres ser cristiano?” Y él, más seguro de su identidad futbolística que de la religiosa, aclaró rápidamente: “No, ¡Yo quiero ser Messi!” Cómo se le ocurría al cura. Menos mal que este supo reaccionar rápidamente y cambiar la pregunta: “¿Quieres ser amigo de Jesús?” A lo que el niño aclaró que sí, ...

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Hace pocos días, el bautizo de un chavalito argentino dio la vuelta al mundo porque al sacerdote se le ocurrió preguntarle: “¿Quieres ser cristiano?” Y él, más seguro de su identidad futbolística que de la religiosa, aclaró rápidamente: “No, ¡Yo quiero ser Messi!” Cómo se le ocurría al cura. Menos mal que este supo reaccionar rápidamente y cambiar la pregunta: “¿Quieres ser amigo de Jesús?” A lo que el niño aclaró que sí, con lo que la Iglesia pudo sumar otro miembro a sus no tan abarrotadas filas.

Sirva la anécdota para hablar de palabras y confusiones, especialmente en estos días de xenofobia. El caleidoscopio cambiante que ofrece la espinosa relación entre política y religión nos depara ahora un dibujo nuevo y sorprendente. El PP, histórica e ideológicamente más vinculado a la Iglesia, se aleja estos días de los postulados del Papa, que ha declarado un pecado grave repeler a los inmigrantes, mientras que una figura como Salvador Illa es quien defiende el humanismo cristiano.

Si la Iglesia es de izquierdas o de derechas quedó muy claro en la España franquista cuando la jerarquía se alió estrechamente con la dictadura y dio la espalda a la democracia. Sacerdotes y movimientos aliados de los pobres y de los menos poderosos ha habido siempre, pero sin mucha suerte en las alturas eclesiales, aunque estuvieran más cerca de lo que predicaba Jesucristo que la curia.

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En su Homenaje a Cataluña, George Orwell se sorprende de que los españoles que iba conociendo en los años treinta renegaran de la Iglesia y la identificaran con una entidad dedicada a sacar dinero de la población y no precisamente de ayudarla. Pero esa fue nuestra historia: la Iglesia era de derechas; la izquierda era atea y laica.

Hoy el caleidoscopio gira, decimos, y nos ofrece una de estas paradojas de nuestro tiempo: la derecha se separa de Roma en su forma de apelar a las deportaciones masivas y de vincular la inmigración con la inseguridad, mientras la izquierda se muestra más humana. Pero la ultraderecha está logrando imponer su discurso de tal forma que hasta la izquierda se empieza a confundir. La Alemania socialdemócrata endurece su legislación ante el posible triunfo de la ultraderecha este domingo en elecciones regionales, y Pedro Sánchez ha vinculado seguridad e inmigración. Convendría que no se equivocaran de palabras ni de ideas y que lo tuvieran tan claro como el pequeño Ryan en su bautizo: una cosa es ser Cristiano y, otra muy distinta, ser amigo de Jesús. Una cosa es la inmigración y otra la delincuencia.

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