Blake Lively no rompe el círculo

Las críticas a la actriz por la campaña de promoción de su último filme reviven otros casos de intérpretes medidas por un rasero muy distinto a sus colegas varones

Blake Lively y su esposo Ryan Reynolds, el día 6 en el estreno en Nueva York de 'Romper el círculo'.Cindy Ord (Getty)

Que es complicado ser mujer lo sabemos no solo por los anuncios cursis de la tele o por el soliloquio de America Ferrera en Barbie, sino porque la vida viene cada día a restregárnoslo. Lo que no pasa cada día es que Hollywood también ponga sus trabas y que, cuando todo parece que avanza, llegue un tropezón, o una cancelación, para complicarlo. La perfecta Serena van der Woodsen, perdón, Blake Lively, es la última mujer cuya cabeza reclama la industria del espectáculo. Lo tenía todo para salir, más que airosa, elevada de una situación que se lo ponía en bandeja, pero por ahora tendrá que conformarse con salir del hoyo.

La actriz promociona estas semanas su última película, Romper el círculo, un drama romántico basado en un libro de la superventas Colleen Hoover, que produce y protagoniza. Interpreta a una florista que sale con un neurocirujano (el actor Justin Baldoni, director del filme), quien abusa de ella física y mentalmente. La intensísima campaña de promoción de la peli ha girado, por parte de Baldoni, en la importancia de visibilizar la violencia machista. Ha insistido en esa cuestión en todas y cada una de sus entrevistas, también en sus redes. Lively, en cambio, la ha evitado todo el tiempo y se ha centrado en sus looks, basados en las flores, como la profesión de su personaje. En alguna pregunta seria ha decidido soltar dos carcajadas y justificarse afirmando que es Virgo. Los coprotagonistas no han posado ni han dado una entrevista juntos en estas semanas. Tampoco se siguen en redes.

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Por supuesto, Internet se ha crecido con la bronca. Lo que empezó con un par de teorías conspiranoides en TikTok se ha convertido en largos vídeos que analizan cada cuestión que Lively ha dejado pasar o donde se ha mostrado superficial o, dicen algunos, hasta cruel. Fans y haters han hecho sus investigaciones para recordar que Lively se casó con el también actor Ryan Reynolds en una antigua plantación de esclavos —tuvieron que disculparse— o que sus excolegas de Gossip Girl apenas tienen relación con ella. Unos dicen que quiso, junto a Reynolds, tomar el control creativo del filme, en el que ha aprovechado para promocionar, de paso, sus firmas de champú y de bebidas; los contrarios, que Baldoni la trató de manera despectiva por haber sido recientemente madre. Pero todos han hecho de Lively la cuestión candente del momento en las redes en EE UU.

El remate ha llegado con Kjersti Flaa, una periodista noruega asentada en Los Ángeles, a quien probablemente ni ustedes ni yo, que comparto ciudad y profesión con ella, conocíamos hasta ahora, cuando hemos visto resucitar —ese clásico de X— un vídeo de 2008. En él, Flaa entrevista a las actrices Blake Lively, por entonces embarazada, y Parker Posey con motivo del estreno de Cafe Society, de Woody Allen, en una charla que empieza de todo menos bien. “Enhorabuena por tu barriguita”, rompe el hielo con amabilidad la reportera ante la rubia estrella. La respuesta no puede ser más incómoda: “Enhorabuena por tu barriguita”, contesta Lively señalándola. Sentada con camisa y vaqueros, Flaa no mostraba signos de embarazo. El espectador no sabe dónde meterse. Menos aún cuando les explica que la película es visualmente muy bonita y que le ha gustado mucho su ropa, para sacar a relucir el tema del vestuario —Flaa es fundadora de la Academia de la Moda de Hollywood—. Sin mirar a su interlocutora a la cara, Lively le comenta a Posey si también le preguntarán a los hombres por su ropa.

Flaa ha aprovechado el tirón y vuelto a subir a YouTube esa charla titulándola La entrevista con Blake Lively que me hizo querer dejar mi trabajo. Ha tenido más de tres millones de visualizaciones en una semana. El remate es que cuenta que fue “la entrevista más incómoda” que jamás ha vivido. Pensó en abandonar la profesión. No solo no estaba embarazada, sino que lidiaba entonces con problemas de infertilidad.

Es muy fácil tomar partido de un lado, incluso de otro, pero más difícil resulta hacerlo de ninguno. Lo cierto es que la actitud de Lively en esa entrevista no es precisamente encantadora, pero ¿quién sabe cuántas había hecho, cómo la habían tratado en la anterior? Sí, pero ¿no forma acaso parte de su profesión? La conversación está abierta y se presta al partido de tenis, pero Lively, alabada por su gusto con la ropa, su matrimonio aparentemente perfecto con cuatro hijos y su vida de amor y lujo, se está viendo en una picota por la que muchas pasaron antes de ella. Muchas, sí, que no muchos. Como bien dice mi compañero Eneko Ruiz Jiménez en X, Lively utiliza estas semanas una estrategia de promoción similar a la de muchos hombres, pero su cancelación afecta más a nombres como Anne Hathaway o Amber Heard que a Tom Cruise o su propio marido, el siempre encantador Reynolds. Quizá Lively no haya conseguido romper el círculo con su película, pero tampoco el del machismo que sigue juzgando con una vara más estricta a las mujeres, más si son famosas, más en Hollywood y más en las redes. Se ha expuesto ante los lobos del oropel y estos no han dudado en darle un bocado del que falta saber cómo y cuándo regresará.

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