El independentismo catalán busca su sitio

ERC y Junts afrontan la posible renovación de sus liderazgos y una redefinición de su estrategia

Desde la izquierda, los dirigentes de Junts, Albert Batet, Josep Rull, Carles Puigdemont y Jordi Turull acuden juntos a un mitin en Barcelona, el pasado 8 de agosto.Nacho Doce (REUTERS)

Con el Gobierno de Salvador Illa ya en marcha y con el ciclo electoral acabado, los partidos catalanes entrarán en fase de redefinición pasadas las vacaciones. El PSC tendrá que ajustar su discurso y su funcionamiento interno para gestionar la mayor cota de poder de su historia, con gobiernos en la Generalitat, en el Ayuntamiento de Barcelona, con 8 de las 10 principales alcaldías de Cataluña y con participación en el Gobierno central. Pero quienes más trabajo tendrán serán los independentistas, que tendrán que hacer frente a la pérdida del poder, posibles relevos en los liderazgos y lo que es más complicado, la apatía de sus bases.

Junts per Catalunya, Esquerra Republicana y la CUP afrontarán sus respectivos procesos congresuales durante el otoño. Probablemente, la renovación o el mantenimiento de sus liderazgos será lo que más ruido interno provoque, especialmente en el caso de Junts y Esquerra Republicana, que deben decidir el papel que tendrán Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, respectivamente. Pero más allá del debate sobre las caras, los partidos afrontan una redefinición de sus objetivos y estrategias tras haber perdido la mayoría en el Parlament de Cataluña por primera vez desde que comenzó el procés.

Frente a los discursos de “lo volveremos a hacer” o de retomar el proceso independentista, los partidos independentistas deberán estudiar bien la realidad catalana de 2024. Según la última encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat publicada en julio, el apoyo a la independencia se encuentra a niveles mínimos: el 40%. El 53% la rechaza. Pero incluso dentro de los partidarios de la secesión, caen también a mínimos quienes la quieren aplicar de cualquier manera. Solo el 8% de los catalanes apoyan la independencia unilateral que, con diferentes grados sigue reivindicando la parte de Junts per Catalunya más próxima a Carles Puigdemont.

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Más allá de la caída del sentimiento independentista, la sociedad catalana también ha experimentado los cambios propios de las economías avanzadas de Europa con un aumento de la precariedad laboral, problemas crecientes de acceso a la vivienda y tensionamiento de los servicios públicos. Abordar estos aspectos con soluciones realistas y alejadas de la demagogia serán asuntos prioritarios para los partidos tradicionales del independentismo si no quieren verse desplazados también por el populismo ultra de Aliança Catalana, que hurga no solo en las contradicciones derivadas del procés, sino también en la xenofobia y los problemas que detecta en parte de la sociedad.

Tras años de inestabilidad y parálisis derivados también en parte de la incapacidad de acuerdo entre los partidos independentistas, esta nueva etapa necesita también una oposición ordenada. Que los partidos independentistas sean capaces de leer la nueva realidad y proponer políticas acorde a ella será vital para el avance de Cataluña.

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