Fracaso injustificable de los Mossos

La lamentable actuación de los agentes que permitió la fuga de Puigdemont obliga a tomar medidas para una renovación del cuerpo

El comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, este viernes en su comparecencia en Barcelona.Massimiliano Minocri

La segunda fuga de Carles Puigdemont, tras su efímera aparición en Barcelona este jueves, no solo no ha aportado nada al nuevo clima político que se respira en Cataluña. Lo que ha provocado, sobre todo, es un grave problema de credibilidad de una de las instituciones más importantes sobre las que se basa el autogobierno catalán, como son los Mossos d’Esquadra. La incapacidad del cuerpo para detener al expresidente, sobre quien pesa una orden de búsqueda y captura nacional, ha despertado los viejos temores sobre la politización del cuerpo, unos temores abonados, sobre todo, porque los tres detenidos por su presunta colaboración en la huida son, precisamente, agentes de este cuerpo.

Este viernes, el consejero de Interior en funciones, Joan Ignasi Elena, de ERC, ofreció una conferencia de prensa de más de dos horas y media de duración para dar cuenta de lo ocurrido y tratar de justificar lo que parece injustificable: que Puigdemont pudiera huir tras pronunciar un discurso ante más de 3.000 personas en pleno centro de Barcelona y con un dispositivo de nada menos que 602 agentes. Elena, rodeado de toda la cúpula policial, evitó asumir errores en el dispositivo, culpó de toda la situación al comportamiento “impropio” de Carles Puigdemont y admitió que el operativo no estaba “preparado” para la maniobra de escapismo del expresidente.

Los Mossos d’Esquadra erraron al confiar en los mensajes del entorno del expresidente en el sentido de que pretendía dar un discurso para luego dirigirse al Parlament de Cataluña donde, en teoría, no opondría resistencia a su detención. El plan podía tener sentido para evitar un arresto ante una masa de centenares de fervientes seguidores que hubiesen provocado previsiblemente un problema de seguridad. Pero nadie había previsto que Puigdemont decidiera marcharse en un coche tras el mitin. Ni los agentes dispuestos en los alrededores, ni los medios técnicos con drones y un helicóptero evitaron la fuga. El bochorno acompañará el historial del cuerpo policial por mucho tiempo.

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La lamentable actuación de los mandos de los Mossos obliga a tomar medidas dentro de un cuerpo que no ha conseguido quitarse de encima la sospecha de haber colaborado con un fugado de la justicia. Hasta hace pocas semanas, agentes de los Mossos participaban en la seguridad del expresident aprovechando sus horas libres y sin que la dirección haya tomado medidas concretas para evitarlo. Ahora, el consejero de Interior en funciones admite que, además de los policías detenidos por colaborar en la huida, puede haber más agentes implicados.

El cambio de Gobierno en Cataluña es el momento ideal para dar carpetazo a esta situación. Resulta necesario un cambio a fondo en el cuerpo para que los ciudadanos catalanes puedan confiar en una policía a salvo de posiciones partidistas. Este cambio no puede traducirse solo en un relevo de los altos cargos, sino en el impulso de un verdadero cambio de la cultura interna de una institución que debe desterrar cualquier comportamiento sectario. Antes de que esto ocurra, los todavía responsables de los Mossos, aún están a tiempo de dignificar su salida. Deben explicar con todo detalle en el Parlament todas sus actuaciones y comunicaciones durante todo el tiempo que Puigdemont estuvo en Barcelona sin ser detenido. Y, sobre todo, aunque les queden horas en el cargo, deben asumir la responsabilidad política de lo ocurrido y no poner excusas ante una ciudadanía atónita.

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