Militares españoles en el mundo
El Gobierno tiene que explicar en el Parlamento el papel de las misiones de las Fuerzas Armadas en escenarios llenos de riesgos
Un general español, Aroldo Lázaro, manda hoy a los más de 10.000 cascos azules desplegados entre Israel y Líbano. Otro general, José Antonio Agüero, está al frente de la misión de la OTAN en Irak. Y un tercero, Santiago Fernández Ruiz-Repiso, es el jefe de la ETM-Malí, la misión europea en Bam...
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Un general español, Aroldo Lázaro, manda hoy a los más de 10.000 cascos azules desplegados entre Israel y Líbano. Otro general, José Antonio Agüero, está al frente de la misión de la OTAN en Irak. Y un tercero, Santiago Fernández Ruiz-Repiso, es el jefe de la ETM-Malí, la misión europea en Bamako. El primero se encuentra en medio del fuego cruzado entre Israel y la milicia chií Hezbolá, intentando que el conflicto de Gaza no desborde en una guerra regional. El segundo intenta no verse arrastrado por el nuevo frente abierto entre Estados Unidos y las milicias proiraníes, hasta ahora aliadas frente al Estado Islámico. Y en Malí, España aporta el 85% de los efectivos de la última operación occidental en el Sahel, tras la retirada de las Naciones Unidas de ese país y la salida de la misión de la UE de Níger, lo que deja un peligroso vacío en una región estratégica para Europa, donde los mercenarios rusos de Wagner y los grupos yihadistas campan a sus anchas.
Estas pinceladas dan una idea del papel que las Fuerzas Armadas españolas juegan en un mundo cada vez más convulso y de las responsabilidades a las que han accedido gracias a su buen hacer. Este año, España asumirá el liderazgo de la nueva brigada de la OTAN en Eslovaquia, con 700 militares de la Brigada Aerotransportable (Brilat), y aportará 250 miembros de la Infantería de Marina a la brigada bajo mando francés en Rumania, manteniendo a 600 soldados en Letonia, como aportación al reforzamiento del flanco este de la Alianza Atlántica. En 2024, España superará por primera vez los 3.500 militares desplegados en el extranjero.
Tanto el Rey como la ministra de Defensa se refirieron el sábado a este escenario, que no está exento de riesgos, en sus discursos de la Pascua Militar, en los que elogiaron la profesionalidad y el sacrificio de los militares españoles. Pero las buenas palabras no bastan. Ya que el Gobierno considera que no necesita pedir permiso al Congreso para las nuevas misiones, con el argumento de que se derivan de los compromisos asumidos con la OTAN, es preciso al menos que informe cuanto antes y en detalle del alcance de las mismas. Y que explique también por qué España ha descartado embarcarse en la operación de patrullaje del mar Rojo promovida por el Pentágono frente a los ataques a los buques mercantes de los rebeldes hutíes aliados de Irán. Por su parte, el legislativo debe asegurarse de que los militares reciben retribuciones acordes a las exigencias y riesgos inherentes a su profesión, lo que ahora está lejos de suceder. El notable aumento que está experimentando el presupuesto de Defensa debe servir en primer lugar para cuidar su elemento más valioso.