Lo de Ángela Rodríguez, ‘Pam’, y Frank de la Jungla

La secretaria de Estado de Igualdad recibe cientos de insultos en sus redes. Confiesa que ha vomitado y que hasta ha querido desaparecer por la virulencia que tienen

La secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, 'Pam', el 9 de marzo en Madrid.Alberto Ortega (Europa Press)

Ángela Rodríguez, Pam, es secretaria de Estado de Igualdad en funciones. Lo más probable es que abandone la política en los próximos meses. De 34 años, asumió el cargo el 12 de octubre de 2021. Aquella mañana, feliz, sonriente, subió una foto a su perfil de Instagram en la librería Mary Read de Madrid. “He querido que mi primera visita como secretaria fuera aquí”. Recibió 32 comentarios. Todos positivos. “Brava”. “Enhorabuena, guapa, a trabajar por la igualdad”. Dos años después, Pam ...

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Ángela Rodríguez, Pam, es secretaria de Estado de Igualdad en funciones. Lo más probable es que abandone la política en los próximos meses. De 34 años, asumió el cargo el 12 de octubre de 2021. Aquella mañana, feliz, sonriente, subió una foto a su perfil de Instagram en la librería Mary Read de Madrid. “He querido que mi primera visita como secretaria fuera aquí”. Recibió 32 comentarios. Todos positivos. “Brava”. “Enhorabuena, guapa, a trabajar por la igualdad”. Dos años después, Pam ha escrito un artículo en eldiario.es titulado Yo soy gorda y lo tuyo es violencia política. Es un texto donde narra los insultos que recibe a diario en sus redes sociales. Resulta demoledor.

Escribe Pam: “Se han metido con mi forma de vestir, con mi voz, con mis capacidades intelectuales, me han tocado sin que yo quisiera, me han increpado mientras paseaba, me han escupido a la cara, me han mandado mensajes subidos de tono y mensajes amenazantes y, sin embargo, nada me ha dolido tanto como el desprecio absolutamente normalizado a mi físico”. Si uno acude a cualquier publicación de la diputada de Podemos —da igual si es Twitter, Instagram o Facebook— y echa un vistazo a los comentarios, es un milagro encontrar alguno positivo.

El pasado año, la Universidad de Deusto publicó un estudio sobre los comentarios negativos en las redes sociales basado en una muestra de 2.500 encuestas a mayores de edad de todas las comunidades. Resultado: insultar tiene consecuencias. Una de cada diez mujeres que reciben comentarios negativos desarrolla un trastorno alimenticio y dismorfia corporal, frente al 2% de los hombres. Presentan mayores niveles de depresión, ansiedad y estrés, especialmente las menores de 35 años, que son las más sensibles (emocionalmente) a estos ataques. La red social con más comentarios, insultos y ataques es Facebook, seguida de Twitter, Instagram y YouTube.

Este domingo, Pam recomendaba una entrevista en Twitter. Respuestas: “Lo voy a leer mientras pico unos torreznos”. “Esta noche has tenido una hora más para comer y ponerte fina filipina como solo tú sabes hacer”. “Dicen que te echaron de un buffet”. Ella recoge más: “Vete a un gimnasio, tarada”. “Unos churros y se te pasa”. “Haz una huelga de hambre”. “Trabaja primero por el alto a la comida”. “Lo único que te duele es el estómago de hambre”. “Gorda, gorda, das asco”.

Pam cuenta que le han dolido tanto que ha tratado por “todos los medios” dejar de ser una gorda. Se ha escondido atrás para no ser vista en las fotos. Ha dejado de comer. Ha vomitado. Ha querido desaparecer. Días después de escribir ese texto, Frank de la Jungla se reía de ella en un canal que suma 3,5 millones de seguidores. Días atrás, Frank confesó que había bautizado a una de sus vacas Ángela Pam.

Mara Jiménez, conocida en redes como Madre de Croquetas, habló en mayo en TVE sobre la gordofobia que ha sufrido y que todavía sufre. “Esto no es una cuestión de si estoy sana o no; es una cuestión de que merezco respeto”, explicó. Ibai Llanos confesó hace dos años que se toma con humor que le llamen gordo, pero que aún recibe comentarios que duelen, y que no sabe qué hubiera sido de él si le hubiera cogido con 18 años.

Que sí, que lo más honesto es que Pam hubiera dimitido tras la ley del sí es sí, o tras la marcha del 8 de Marzo, cuando grabó un vídeo donde unas mujeres coreaban “qué pena me da que la madre de Abascal no pudiera abortar”. En España resulta muy difícil dimitir, porque nadie sabe cómo se hace. Pero una es cosa es pedir que se marche y otra que desaparezca. En teoría.

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