Bienvenido al laberinto
El guion tras el 23-J está lleno de expectativas no cumplidas, chapuzas y paradojas: los partidos centrales han crecido, y Vox y ERC han perdido apoyos, pero el nacionalpopulismo es decisivo
El ganador de las elecciones está triste, el que las ha perdido celebra y un hombre que desea desmontar el país tiene la llave del gobierno. La política no se parece a Juego de tronos o a Borgen, sino a The Thick of It. El guion —que puede variar algo c...
El ganador de las elecciones está triste, el que las ha perdido celebra y un hombre que desea desmontar el país tiene la llave del gobierno. La política no se parece a Juego de tronos o a Borgen, sino a The Thick of It. El guion —que puede variar algo con el voto por correo del extranjero— está lleno de expectativas no cumplidas, chapuzas y paradojas: los partidos centrales han pasado del 49% al 65%, y Vox y ERC han perdido apoyos, pero el nacionalpopulismo es decisivo. El PSC triunfa en Cataluña, donde el PP mejora. Vox, que veta a diarios y emisoras, dice que tiene mal resultado porque los medios lo sacan poco y no por empeñarse en encarnar su propia caricatura. El PP no sabe si le fue peor de lo esperado por pactar demasiado fácilmente con Vox o por evidenciar que le incomodaba pactar. Un acuerdo PSOE-PP no parece viable: Pedro Sánchez representaba el no es no antes de que el PP pudiera hablar de derogar el sanchismo. El resultado —que certifica la astucia del adelanto electoral— validaría la tesis de Pablo Iglesias: una alianza de progresistas y nacionalistas periféricos evitaría que la derecha pudiera alcanzar el poder. Un pacto del Tinell a nivel nacional, donde el PP solo podría pactar con Vox y la posibilidad de pactar con Vox le alejaría de los demás partidos y de electores moderados. No está claro que eso funcione para siempre. El PP ha ganado 47 escaños: su victoria es insuficiente para gobernar, pero tiene mayoría en el Senado y mucho poder territorial. La decepción debería conducirles a la autocrítica y no a la precipitación; el PSOE tampoco debería caer en la euforia. Esta vez, a diferencia de 2019, sus votantes sabían con quién iba a pactar, pero el futuro parece bronco y frágil. El horizonte es centralismo para las comunidades que gobierne el PP y más autonomía para las que gobiernen los aliados del PSOE. Según el historiador francés Benoît Pellistrandi, “el verdadero peligro que amenaza hoy a España no es tanto la ruptura de su unidad como el desmantelamiento de su Estado, vendido por partes a los diversos grupos de presión nacionalistas, y la destrucción de los cimientos de su cultura política democrática”. Puigdemont y Sánchez se encuentran en el clímax del episodio: la anagnórisis de un presidente de una república imaginaria y el presidente del Gobierno de una democracia europea. No sabemos si a Junts le interesa abstenerse y a cambio de qué o si Sánchez se arriesgaría a una repetición, pero Bárbara Mingo advierte de que la búsqueda de la salida es lo que provoca el laberinto. @gascondaniel