El lanzamiento de Sumar

Yolanda Díaz presenta su candidatura a la presidencia del Gobierno al frente de Sumar sin el apoyo de Podemos

Yolanda Díaz, en la presentación de Sumar, el domingo en Madrid.Santi Burgos

La sacudida política que ha experimentado España en la última década, desde la irrupción de Podemos en el escenario político, vivió el domingo un paso importante para la adaptación al nuevo contexto español y global, tan distinto del de 2014. Un Gobierno de coalición progresista ha dirigido el país en circunstancias absolutamente extraordinarias y, en consonancia con los nuevos aires políticos europeos y globales, ha demostrado que es posible una gestión menos traumática de las crisis. Y que es posible también la transformación de políticas que se creían inamovibles en aras de la ortodoxia eco...

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La sacudida política que ha experimentado España en la última década, desde la irrupción de Podemos en el escenario político, vivió el domingo un paso importante para la adaptación al nuevo contexto español y global, tan distinto del de 2014. Un Gobierno de coalición progresista ha dirigido el país en circunstancias absolutamente extraordinarias y, en consonancia con los nuevos aires políticos europeos y globales, ha demostrado que es posible una gestión menos traumática de las crisis. Y que es posible también la transformación de políticas que se creían inamovibles en aras de la ortodoxia económica neoliberal que causó tanto sufrimiento en la Gran Recesión. Yolanda Díaz presentó el domigo su candidatura a la presidencia del Gobierno al frente de Sumar, reivindicando las políticas concretas hechas y por hacer en este marco histórico. Hace casi 10 años, una movilización popular impulsada por la indignación acabó cambiando el mapa político del país y una década después ese espacio político busca y necesita su reformulación, como demuestran las dinámicas centrífugas que se han impuesto y la pérdida sucesiva de apoyo electoral a lo largo de estos años. Una reformulación incompleta todavía hasta que se resuelva la relación con Podemos, el gran ausente el domingo, al no obtener su exigencia de un compromiso por escrito sobre el modelo de primarias para la confección de las listas electorales ante las generales de finales de año.

El respaldo que obtuvo Sumar, explícito y presencial, de una docena de formaciones políticas de la izquierda traducía la voluntad de relanzar con ambición el espacio a la izquierda del PSOE. En ese conglomerado de siglas puede estar la fortaleza de su capilaridad o la debilidad de sus personalismos cacofónicos. Yolanda Díaz mantuvo su tono institucional, rehuyó la agresividad retórica, reivindicó el diálogo y la negociación como componentes esenciales de la política y apeló a “reinventar el Estado de bienestar” no como objetivo adánico sino como culminación de las políticas que el Gobierno de coalición con los socialistas ya ha desarrollado en los últimos cuatro años.

La candidatura de la vicepresidenta segunda echa a andar buscando la transversalidad que tuvo el primer Podemos, pero cambiando su antigua épica del pueblo contra la casta por la más inmediata y material apelación a la “política útil” a través de la negociación y el diálogo. Díaz insistía en dirigirse a una mayoría electoral apelando a la vieja tradición republicana del cuidado de la cosa pública, como dijo varias veces en un discurso a menudo vibrante, de contenido doctrinal y ambición de programa ideológico ante las nuevas realidades en este momento del siglo XXI. En democracia, fondo y forma van de la mano y, en un contexto de agresiva confrontación y hartazgo ciudadano por la crispación, la candidata interpela en positivo a la ciudadanía. Reivindicó una vocación netamente europeísta para su proyecto sin renunciar a reformas profundas de los tratados, pero eludió contextualizar esa apuesta con una mención explícita a Ucrania. El discurso desplegó numerosas propuestas sobre transición ecológica y justicia social, fiscalidad, juventud, vivienda, cuidados, derechos tecnológicos, libertades para las mujeres y protección de minorías como la LGTBI, en una propuesta de país “para la próxima década” que aún tiene que mostrar con detalle públicamente. Las coincidencias y diferencias programáticas entre Sumar y el PSOE —cuando ambos se reivindican y presentan como socios— serán de elevado interés en los próximos meses para comprender todo el campo de juego que pretenden abarcar.

La ecuación más difícil queda aún por resolver, sin embargo. Su futura relación con Podemos, tal y como señalan las encuestas, será clave para acrecentar o disminuir las opciones de gobierno del actual Ejecutivo de Pedro Sánchez. Podemos deberá evaluar su situación ante la evidente suma de voluntades en la izquierda que se vio el domingo en Madrid. Y Yolanda Díaz necesita actuar con diligencia y eficacia en ese terreno, y no solo por cálculo electoral. Más tarde o más temprano, necesitará una votación a través de primarias que legitime su liderazgo (tras ser designada en su día por Pablo Iglesias como sucesora). Todos necesitan audacia y generosidad para fortalecer una plataforma que exhibió el domingo respaldo popular y un proyecto esperanzador para una izquierda institucional y de vocación transformadora.

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